
Debo admitir algo: tengo una inclinación irresistible por llevarme cosas a la boca para ver a qué saben. Debido a ello, agradezco no tener una Nintendo Switch. Al parecer, Nintendo ha recubierto sus cartuchos de juego (del tamaño de un pulgar) con un compuesto amarguísimo y demoníaco llamado benzoato de denatonio desde que lanzó su consola portátil en 2017. Y lo ha hecho de nuevo con los nuevos cartuchos de la Switch 2.
El cuerpo humano tiene una aversión natural a los sabores amargos. Es un mecanismo de supervivencia producto de millones de años de evolución. Muchas sustancias venenosas en la naturaleza son amargas, por lo que los animales desarrollaron un sentido de rechazo hacia ese sabor. Algunos humanos lograron superar esto para intoxicarse voluntariamente con gin tonic, sí, pero el amargor resulta ser una gran forma de evitar que los niños ingieran sustancias peligrosas o se atraganten con objetos pequeños.
Por eso Nintendo decidió sumergir sus juegos en este químico inerte y no tóxico. Comercializado bajo la marca Bitrex, el benzoato de denatonio es el compuesto más amargo del mundo, 1,000 veces más intenso que la quinina —el compuesto que da su característico sabor al agua tónica—. Mientras que la quinina se detecta a partir de 0.77 partes por millón (ppm), el Bitrex se percibe desde apenas 0.05 ppm. Esto significa que una sola gota de 1 miligramo puede volver absolutamente imbebible un litro entero de agua. Nintendo utiliza concentraciones de entre 10 y 50 ppm, asegurando un rechazo inmediato y abrumador.
¿A qué sabe el Bitrex?
El Bitrex tiene una larga trayectoria. Su origen se remonta a 1958, cuando la firma farmacéutica T. & H. Smith, con sede en Edimburgo, lo descubrió por accidente mientras investigaba anestésicos locales derivados de la lidocaína. Su nombre combina “bitter” (amargo) con el latín “rex” (rey), consolidando su estatus como el indiscutible monarca de la aversión.
Inicialmente usado para desnaturalizar alcohol industrial, su aplicación se expandió en los años 70 como aditivo de seguridad en productos de limpieza del hogar, fluidos automotrices como el anticongelante y el líquido para parabrisas (que al parecer saben dulce sin este aditivo), pesticidas e incluso cables, a los que se les aplica para evitar que los roedores los muerdan. Hoy en día, sigue usándose ampliamente en esos productos y en otros como marcadores, cápsulas de detergente líquido y cosméticos como el esmalte de uñas.
La experiencia sensorial es de un amargor intenso y persistente, sin ningún otro sabor, diseñado para provocar rechazo inmediato. La amargura del café, el chocolate puro o ciertos medicamentos como los antibióticos parecen dulces en comparación con un cartucho de Nintendo Switch. “Lamí un juego original de Switch una vez. Nunca más”, dijo Kouichi Kawamoto, productor de la Switch 2, a Gamespot. “No queremos que nadie esté en riesgo de ingerirlo por accidente”, añadió Takuhiro Dohta, director de la Switch 2.
Pero aunque la empresa japonesa ha redoblado su apuesta por este compuesto para los cartuchos de la Nintendo Switch 2, la mayoría de los fabricantes de juguetes no confían en el sabor para evitar riesgos de asfixia. En su lugar, las marcas se ajustan a regulaciones de tamaño, que establecen que las piezas deben medir más de 1.25 pulgadas en los juguetes dirigidos a niños menores de tres años.
Empresas como Lego tomaron un enfoque estructural para evitar el riesgo de ingestión con las cabezas de sus minifiguras. Desde 1978 hasta 1992, las icónicas figuras incluían pines sólidos en la parte superior de sus cabezas, pero la compañía las rediseñó con una rejilla hueca de tres brazos para permitir el paso de aire, en una medida similar a los orificios de seguridad en las tapas de bolígrafos BIC. La lógica era simple: si un niño se tragaba una cabeza, el flujo de aire podría evitar la asfixia. Sin embargo, para 2010 Lego abandonó el diseño, alegando que los pequeños orificios no eran eficaces para respirar, lo cual resulta sospechoso (algunas personas dicen en internet que todo se redujo a ahorrar costos, ya que ese diseño era más caro de fabricar que las cabezas normales).
Pero me desvío. Después de aprender todo esto, me sorprende que no haya más juguetes que usen benzoato de denatonio. ¿Cómo lo sé? Ya te lo dije, me gusta probar las cosas y ninguno de los juguetes que tuve, ni los de mi hijo, sabían amargo. Aunque los adultos podrían evitar instintivamente lamer un cartucho, los niños pequeños siempre están en riesgo. El potencial de atragantamiento acecha en muchos hogares, especialmente si hay hermanos mayores con juguetes que tienen piezas más pequeñas, incluso si los juguetes del pequeño son demasiado grandes para tragarse. Francamente, como padre, me sorprende que Walmart no venda rociadores de Bitrex de 20 litros para cubrir toda la maldita casa con él.