
Para ser un buen líder, debes hacer más que solo liderar equipos. Necesitas cultivar la autoconciencia, las conversaciones y las relaciones.
No basta con ejercer el liderazgo en la oficina. Hoy en día, las habilidades que necesitamos en el trabajo —humildad, capacidad de escucha e inteligencia emocional— son igual de necesarias en casa, en las amistades y en la vida en comunidad.
Desafortunadamente, muchos líderes se sienten menos seguros cuando surgen conversaciones difíciles o emociones conflictivas fuera de entornos formales. Sin cargos, poder ni personal en el que apoyarse, se reduce el liderazgo a su forma más cruda: la conexión con los demás.
Aquí hay seis lecciones de liderazgo que se pueden aplicar ya sea que estés gestionando un proyecto, teniendo una conversación difícil con tu hijo adolescente o resolviendo un desacuerdo con un vecino, una práctica en la que personalmente fallé recientemente.
1. Sé consciente de las historias que influyen en tus reacciones
¿Qué influye en tus reacciones? Puede que no nos demos cuenta, pero cada interacción está influenciada por las historias privadas que nos contamos.
Hace poco, durante una conversación difícil con un vecino, me sentí ofendido. Mi historia me pareció perfectamente lógica; su historia era un rotundo “no” a cualquier acuerdo. Eso no encajaba con nuestra amistad, y no lo llevé bien.
Más tarde, utilicé una herramienta que llamo CADS (Inquietudes, Problemas de Autoridad, Deseos y Estándares) para explorar mi reacción. Mi detonante provino de un estándar incumplido: mi creencia sobre lo que deberían hacer los “buenos vecinos”. Quería una solución mutuamente aceptable, pero ellos no querían discutir las opciones.
Aceptar que no podía controlar su posición me ayudó a avanzar con menos juicio. Pude despertar de mi reacción predefinida, aceptar su decisión y anclarme en lo que podía —y no podía— controlar.
Para observar tus historias, pregúntate: ¿Cuál es mi deseo? ¿Cuáles son mis preocupaciones? ¿Existen dinámicas de poder en juego? ¿Qué criterios rigen mis juicios? Esto te permite deconstruir tus opiniones y examinar los sentimientos subyacentes que moldean tus reacciones.
2. Adoptar una actitud de liderazgo más humilde
¿Estás dispuesto a equivocarte? Muchos de nosotros probablemente recibimos el mensaje de ser la voz más fuerte en la sala. Sin embargo, el verdadero liderazgo comienza con la humildad. Los líderes deben estar dispuestos a equivocarse, a escuchar y a aprender.
Un alto ejecutivo —llamémosle Josh— era apasionado e inteligente, pero cuando se reunía con su equipo, la interacción era escasa. Iniciaba las reuniones con ideas estratégicas y desafíos, y luego pedía opiniones. No oía ni rastro de ello. Con coaching, Josh se dio cuenta de su pasión y, sin querer, envió el siguiente mensaje: “Tengo las respuestas”.
Se comprometió a cambiar su estilo. En lugar de presentar soluciones, reformuló sus reuniones: “Estamos aquí para explorar temas difíciles y posibles soluciones. Mi perspectiva es una entre muchas. Puede que me equivoque. ¿Quién lo ve diferente?”. Ese cambio transformó las reuniones. Surgieron más ideas y mejores.
3. Liderazgo para colaborar verdaderamente
¿Estás equilibrando la defensa y la indagación? La colaboración y la seguridad psicológica no se limitan a acuerdos y formalidades. La verdadera colaboración requiere un equilibrio entre la defensa productiva y la indagación sincera.
Una vez trabajé con equipos financieros y legales que se encontraban atrapados en la política y la culpa. Durante un retiro fuera de la oficina, jugaron juntos, comieron juntos y exploraron las historias que el otro grupo compartía. Poco a poco, comenzaron a cuestionar suposiciones y a escucharse mutuamente. A medida que la camaradería crecía, comenzaron a confiar los unos en los otros y a llegar a acuerdos sobre cómo avanzar juntos.
Ya sea que esté liderando un proyecto, planificando un viaje familiar o abordando un problema comunitario, la colaboración exige humildad, autoconciencia y apertura a otras perspectivas.
Para colaborar verdaderamente, es importante presentar tu punto de vista como una posibilidad entre muchas. Comparte las razones que sustentan tu postura. Indaga con sinceridad sobre las perspectivas de los demás. ¿Cuáles son sus deseos, preocupaciones o estándares? Analiza tus suposiciones y disipa las creencias erróneas.
4. Piensa más allá del guion
Muchos líderes se autocensuran inconscientemente. Nos apegamos a guiones seguros, recurriendo a viejos patrones de conversación. Pero la creatividad a menudo surge cuando nos permitimos explorar lo desconocido.
Recientemente, una clienta se sentía estancada en un trabajo que no disfrutaba. No respetaba a su jefe y se sentía menospreciada. Cuando le pedí que se centrara en lo que podría ser posible, dejó de obsesionarse con lo que fallaba en su trabajo y se permitió imaginar alternativas. Una vez que abrió esa puerta, tomó decisiones meditadas sobre su futuro.
Para pensar más allá del guion, permítete explorar posibilidades. Es una práctica liberadora. La imaginación puede generar avances y fortalecer las relaciones en casa y en el trabajo.
5. Liderazgo para explorar alternativas
¿Te saltas las conversaciones? En situaciones de mucho estrés, es fácil apresurarse a tomar decisiones. A esto le llamo “desvío conversacional”. Presentamos nuestra postura, nos saltamos el diálogo y pasamos directamente a la acción. Pero apresurarse a actuar sofoca la creatividad.
En la escuela de arquitectura, una de mis primeras tareas fue diseñar un juguete. Me concentré en una sola idea. Cuando la presenté, mi profesor arqueó una ceja y dijo: “¿Una idea? Vuelve mañana con cinco más”.
Me quedé atónito. Pero la lección quedó grabada: no te enamores de tu primera idea. No pases a la acción sin explorar opciones. Esa mentalidad cambió mi forma de abordar el diseño y el liderazgo.
Para asegurarte de explorar alternativas, no te conformes con tu primera idea. Pregúntate a ti mismo y a los demás: “¿Qué más podría ser posible?”.
6. Sólo haz promesas que puedas cumplir
¿Estás reduciendo el ritmo lo suficiente como para comprometerte con prudencia? En un mundo acelerado, es fácil decir que sí. Pero también es arriesgado.
Una vez le prometí a mi hijo que lo ayudaría con un proyecto “más tarde”. Pero luego lo olvidé. Esa pequeña promesa rota dolió más de lo que esperaba. Me recordó que las promesas descuidadas, en el trabajo o en casa, erosionan la confianza más rápido que los errores.
Cuando alguien hace una petición, un “sí” apresurado puede parecer eficiente en el momento. Pero cuando decimos que sí solo para complacer a alguien, nos saltamos un paso crucial: la comprensión.
Antes de responder con un “Claro, sin problema”, tómate el tiempo para comprender a fondo la solicitud. Haz algunas preguntas aclaratorias, no para cuestionar a la persona que la solicita, sino para comprender sus necesidades y expectativas:
- “¿Cuál es la intención o el objetivo?”
- “¿Qué preocupaciones estás abordando?”
- ¿Para quién es esto realmente?
- “¿Cómo se ve el éxito?”
Formuladas con sinceridad, estas preguntas breves y reflexivas pueden evitar malentendidos y generar confianza. Reducir la velocidad genera claridad y confianza. Una promesa cumplida es la base de la confianza.
Para asegurarte de cumplir tus promesas, antes de decir “sí”, haz una pausa y pregúntate: “¿De verdad tengo la capacidad para cumplir esto?”. Haz preguntas aclaratorias para establecer las expectativas correctas. Y, hagas lo que hagas, asegúrate de poder cumplir las promesas que haces.
Lidera donde estés
El liderazgo no es un rol que se activa en el trabajo y se desactiva en casa. Es una práctica diaria: una forma de mostrar humildad, curiosidad y cariño, dondequiera que estés.
No necesitas un título ni permiso. Lo que necesitas es la voluntad de hacer una pausa, reflexionar y liderar, momento a momento.