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Adiós al futuro que casi fue de la computación: Apple convirtió el iPad en una Mac

No necesitábamos 15 años para volver al punto de partida.

Adiós al futuro que casi fue de la computación: Apple convirtió el iPad en una Mac [Imagen: Apple]

Apple ha matado el futuro de la computación. Con iPadOS 26, convirtió el sueño de visionarios como Alan Kay y Jef Raskin (y también de Steve Jobs y Jony Ive) en una MacBook con pantalla táctil sobrevalorada y con teclado opcional.

Cuando se lanzó en 2010, el iPad estaba pensado como una vía de escape del caos de archivos, ventanas y administración tediosa de los sistemas de cómputo tradicionales. Era la máxima expresión del Dynabook de Kay: un dispositivo en forma de libro, mayormente pantalla. Kay, científico legendario de Xerox PARC, imaginaba que el Dynabook democratizaría el acceso a las computadoras sin que la gente tuviera que aprender lenguajes de programación crípticos.

Hoy, sin embargo, el iPad se ha convertido en un compromiso desordenado. Apple transformó iPadOS en una especie de macOS con algunos detalles de interfaz táctil. Ahora puedes ejecutar apps en ventanas que se sobreponen, igual que en una Mac. También hay menús y submenús que aparecen en la parte superior de algunas apps, justo como en la Mac (aunque, a diferencia de la Mac, no son un elemento fijo de la interfaz: aparecen o desaparecen según la app que estés usando). Las ventanas se pueden organizar en mosaico, convirtiéndose en ventanas emergentes táctiles de gran tamaño.

1 iPadOS 26 Fast Company México Cortesía
[Imagen: Apple]

El poder de una UX modal

Apple cree que todo esto le da más poder al usuario. Pero yo sostengo lo contrario: lo debilita. Así lo descubrió Jef Raskin mientras desarrollaba la primera Macintosh antes de que Jobs se lo arrebatara en 1981. Raskin era ingeniero en computación, artista, escritor y experto en interfaces humanas. Defendía que se debía abandonar la línea de comandos y crear computadoras con un propósito único, que cualquiera pudiera usar sin entrenamiento, como una tostadora o una licuadora de inmersión. Estos “electrodomésticos de la información” tendrían los botones correctos, el software adecuado y conectividad para realizar tareas específicas sin esfuerzo. Raskin imaginaba que serían invisibles para los usuarios, parte cotidiana de la vida.

Con el tiempo entendió que tener un dispositivo distinto para cada tarea no era práctico. Su respuesta fue el mouse y las interfaces gráficas, que acercaban la computación a su idea original. Una computadora podía tener programas para tareas especializadas —como procesadores de texto, programas de dibujo o calculadoras— con interfaces diseñadas para ser intuitivas.

Inició el proyecto Macintosh en Apple en 1979, contratando a leyendas como Bill Atkinson, padre de la barra de menús y de innumerables elementos fundamentales de la experiencia gráfica del usuario (quien lamentablemente falleció recientemente); Andy Hertzfeld, arquitecto principal del software del sistema de la Mac; y Burrell Smith, creador del hardware de la Macintosh. También sumó a otras figuras clave como Steve Capps (quien más tarde lideraría el proyecto Newton, origen del iPhone y del iPad), Bruce Horn (creador del Finder) y Susan Kare (quien diseñó todos los íconos originales de la Mac y llenó de genialidad el mundo de los pixeles). Juntos emprendieron la misión de materializar la visión de Raskin.

Su genialidad marcó el inicio de la segunda revolución de la computación. Sin embargo, la Mac no fue la solución que Raskin tenía en mente. Requería que los usuarios administraran archivos y ventanas, y aprendieran convenciones y menús. Aunque mucho más intuitiva que la línea de comandos, la Mac se volvió demasiado compleja —y sigue siéndolo. Por más que Apple lo ha intentado, su naturaleza sigue siendo enredada.

No fue sino hasta la llegada del iPhone y las pantallas táctiles que la visión de Raskin tomó forma: las apps convirtieron al teléfono en un “dispositivo especializado” para cada tarea. Después, el iPad se convirtió en la expresión más poderosa de esa idea. Encarnaba la filosofía central de Raskin: un dispositivo inmersivo, enfocado, con una interfaz modal que se transformaba en la herramienta que necesitabas: bloc de notas, máquina de escribir, lector de cómics, editor de video. Miles de millones de personas lo entendieron de inmediato. Una app, pantalla completa, mente despejada. La complejidad estaba oculta; el propósito era claro.

El iPad era —como escribí en Gizmodo cuando salió— “el futuro”. No era perfecto, pero tenía el potencial de ser el dispositivo de cómputo definitivo. Años después, cambié mi Mac por un iPad Pro. Me encantaba. Me ayudaba a concentrarme y a minimizar distracciones. Lo usé durante años hasta que, por necesidad de usar Premiere en proyectos nuevos, cambié a una MacBook Air.

2 iPadOS 26 Fast Company México Cortesía
[Imagen: Apple]

Una oportunidad dorada desperdiciada

Y así llegamos a iPadOS 26 y la pregunta inevitable: ¿para qué existe? Quince años después de que Apple presentara el iPad como una nueva forma de computación, hemos regresado a la Mac. La misma compañía que alguna vez promovió la simplicidad contra la tiranía de las ventanas superpuestas y los menús anidados, ahora ha injertado todo eso en el iPad. Con iPadOS 26, el iPad ya no es ese electrodoméstico de la información verdaderamente liberado de la herencia del escritorio. Y tampoco es una Mac de verdad: le siguen faltando funciones avanzadas, un sistema de archivos robusto y la flexibilidad absoluta del macOS.

No necesitábamos una década y media para llegar a un compromiso mediocre. Si Apple realmente había perdido la fe en la visión original del iPad —esa que lo diferenciaba— debió tener el valor de matarlo. Matarlo de una vez y lanzar una MacBook Air con teclado desmontable. Adelante. Agréguenle pantallas táctiles a todas las Mac y listo. Pero no hagan un iPad que sea menos de lo que fue concebido para ser, imitando torpemente aquello que debía reemplazar.

Tal vez aferrarse a la idea de un nuevo paradigma de computación es inviable. Pero este compromiso, hoy, se siente particularmente decepcionante, justo en un momento donde había una ventana clara de oportunidad para Apple.

Quizá el iPad debió alejarse por completo de la Mac y apostarlo todo por la inteligencia artificial. Quizá el iPad ya estaba en el lugar correcto para convertirse en el verdadero futuro de la computación. Era un lienzo en blanco. La oportunidad perfecta para reinventar la experiencia del cómputo con IA, hacerla útil de una manera más natural, no limitada por el tamaño del iPhone (que sigue siendo, en mi opinión, el único verdadero dispositivo de IA, aunque demasiado pequeño para muchas cosas).

Y no, no sé cómo se vería eso. Para eso están los diseñadores de UX de Apple, que ganan por imaginarlo. Lo que sí sé es que Apple tal vez acaba de desperdiciar su oportunidad de crear una experiencia de usuario completamente nueva basada en inteligencia artificial.

Author

  • Jesús Díaz

    es guionista y productor, cuyo trabajo más reciente incluye la miniserie documental Control Z: The Future to Undo, el diario futurista Novaceno y el libro The Secrets of Lego House.

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  • Jesús Díaz

    es guionista y productor, cuyo trabajo más reciente incluye la miniserie documental Control Z: The Future to Undo, el diario futurista Novaceno y el libro The Secrets of Lego House.

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Sobre el autor

es guionista y productor, cuyo trabajo más reciente incluye la miniserie documental Control Z: The Future to Undo, el diario futurista Novaceno y el libro The Secrets of Lego House.

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