
Haters, tengan cuidado: los influencers ahora están contratando investigadores privados para exponer a sus acosadores anónimos en línea.
La influencer australiana Indy Clinton, quien tiene 2.1 millones de seguidores en TikTok y fue nombrada Creadora del Año en 2023, publicó ayer un video aparentemente normal de ella bailando en su cocina. A primera vista, no parecía diferente de su contenido habitual, hasta que los espectadores leyeron el texto en pantalla.
“Qué se siente recibir un informe de 64 páginas de mi investigador privado tras una exhaustiva investigación de tres meses sobre todas mis madres, que nos han acosado, difamado y troleado continuamente a mí y a mi familia durante meses, meses e incluso años”, decía el mensaje. “Se avecina un cambio. Y gastaré mis últimos dólares en ello antes de renovar mi baño”, escribió en el pie de foto, con la etiqueta #urnotanonymous.
Los comentarios de Clinton pronto se vieron inundados de apoyo por parte de otros influencers, muchos de los cuales la elogiaron por tomar medidas. Algunos incluso pidieron los datos de contacto de su investigador privado. Los haters, en cambio, brillaron por su ausencia. “En esta sección de comentarios solo hay un murmullo de los que odian”, escribió un usuario. “Pagaría por ver la reacción de esas personas cuando descubran que no son tan anónimas”, añadió otro.
En su historia de Instagram, Clinton afirmó que ahora conoce detalles específicos sobre sus trolls, incluyendo dónde viven, sus números de registro mercantil australianos e incluso los tatuajes que se hicieron a los 18 años. Pero lo que más la sorprendió fue que muchos de los trolls eran madres. —Fast Company contactó a Clinton—.
Si te preguntas quién tiene realmente el tiempo o la energía para trollear a influencers en línea, la magnitud del problema podría sorprenderte. Manychat, una plataforma líder de marketing por chat, encuestó a 974 estadounidenses en mayo de 2025 sobre su comportamiento en línea. Los resultados: el 61% admitió haber hecho bromas o comentarios ofensivos en línea, y 3 de cada 5 confesaron haber difundido rumores. Más de 3 de cada 4 creían que sus acciones en línea no tienen consecuencias reales, a pesar de que las investigaciones vinculan el acoso en línea con la ansiedad, la alteración del sueño y los pensamientos suicidas.
Fast Company ya ha informado sobre el llamado problema del sarcasmo en Internet, con subreddits enteros dedicados a analizar y criticar obsesivamente cada movimiento de los influencers. La promesa de anonimato que ofrece internet ha hecho que los trolls se sientan intocables durante mucho tiempo. De hecho, el 84% de los encuestados afirmó sentirse más capacitado para hablar libremente en línea cuando es anónimo.
Pero con los influencers tomando las riendas, la situación podría estar cambiando. La semana pasada, se reveló que el fundador anónimo de Tattle Life —un foro británico de chismes a menudo descrito como “el rincón más lleno de odio de la web”— era un influencer. El descubrimiento se produjo tras una investigación de dos años dirigida por Neil y Donna Sands, quienes demandaron con éxito al sitio por difamación. “Internet no es un lugar anónimo”, publicaron en Instagram al compartir la noticia.
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