
¿Qué sucede cuando el capital de riesgo y el gobierno dejan de apoyar a los emprendedores científicos al mismo tiempo? Muchos científicos estadounidenses creen que están a punto de descubrirlo y buscan cómo preservar el liderazgo innovador de su país. Mientras otros se retiran, en Activate se acercan y se preguntan: “¿Qué deberíamos enseñar a los fundadores científicos que apoyamos para que encuentren la oportunidad en esta crisis?”.
Lección de historia
La historia nos da una lección: Estados Unidos (EU) experimentó un auge de la tecnología profunda entre 1870 y 1920, a pesar de que en aquel entonces no existían ni capital de riesgo ni subvenciones gubernamentales. Además, gran parte de esa tecnología fue comercializada por equipos de menos de 10 personas. Consideremos, por ejemplo, una startup particularmente famosa fundada por dos hermanos.
En 1892, Orville y Wilbur Wright —de los emprendedores científicos más famosos de EU— aprovecharon la creciente popularidad de las bicicletas en su país y abrieron una tienda de bicicletas en Dayton, Ohio. Para 1896, el Departamento de Guerra del Gobierno estadounidense asignó 50,000 dólares —unos 1.9 millones de dólares (mdd) de 2025— al Instituto Smithsoniano, lo más parecido a un laboratorio nacional en aquel entonces, para desarrollar un avión a motor. En 1899, en respuesta a esta señal pública del mercado y a la creciente competencia en la industria de la bicicleta, los Wright comenzaron a centrarse en el desarrollo de un avión. En su momento histórico, demostraron el vuelo a motor en noviembre de 1903 y obtuvieron sus primeros ingresos —por un total de unos 3.8 mdd de 2025— a finales de 1908 y principios de 1909.
Financiación de tecnología profunda
La comercialización de tecnología profunda requirió la misma década entonces que ahora. Esto tiene sentido: hoy podemos crear tecnologías mucho más complejas, pero el ciclo central de diseño-prototipo-prueba-revisión avanza a la velocidad del pensamiento y la observación humanos. Sin subvenciones ni inversión de riesgo, financiar la tecnología profunda en aquel entonces era muy diferente, pero no imposible. Los Wright fueron propietarios y operadores de su negocio de bicicletas —con la importante ayuda de su hermana Katherine— durante su trayectoria empresarial, y solo retiraron la inversión en 1908, cuando el avión estuvo seguro de cubrir sus gastos.
De la bicicleta al avión
La tienda de bicicletas proporcionó los fondos, las habilidades, el equipo y las instalaciones necesarias para desarrollar el avión.
- Fondos: La tienda de bicicletas fue consistentemente rentable, lo que permitió a los Wright mantenerse e invertir en su investigación sobre aviones.
- Habilidades: Los Wright en un inicio vendieron y repararon bicicletas de una variedad de marcas, progresaron hasta ensamblar bicicletas a partir de componentes y venderlas bajo sus propias marcas “Van Cleve” y “St. Clair”, y finalmente inventaron componentes —como bujes de rueda mejorados— para sus bicicletas.
- Equipo: Charlie Taylor, cuyas numerosas contribuciones al primer avión incluyen el diseño y la construcción de su motor de aluminio, comenzó a trabajar con Wright Cycle Co. como maquinista contratado en 1898 antes de unirse a tiempo completo en 1901.
- Instalaciones: El taller y las herramientas del taller de bicicletas también funcionaban como laboratorio para probar y construir prototipos del primer avión. Cuando los Wright finalmente cerraron el taller de bicicletas, lo hicieron para convertirlo por completo en un taller para su negocio de aviones.
Los emprendedores científicos de hoy tienen mucho que aprender de este modelo. Por ejemplo, incluso cuando hay inversión de capital de riesgo disponible, abrir una tienda de bicicletas antes de desarrollar un avión suele ser la mejor opción. Recomendamos que encuentren productos y servicios que los clientes compren hoy y que formen el equipo, las habilidades y los activos que necesitan para comercializar sus tecnologías transformadoras. La genialidad de los hermanos Wright no residió solo en ser los primeros en volar, sino también en ver cómo el avión podía crecer a partir de su negocio de bicicletas.
Tres preguntas
En mi puesto como director general de la comunidad de Activate en Boston, mantengo relaciones de coaching a largo plazo con 20 emprendedores científicos. Ahora mismo les pido que se hagan tres preguntas:
- ¿Cómo puedo aumentar el valor a largo plazo de mi avión?
- ¿Cómo puedo aumentar el valor a corto plazo de mi tienda de bicicletas?
- ¿Cómo puedo apretar la conexión entre ambos?
En una economía incierta, apoyar a los emprendedores científicos es más importante que nunca. Cuentan con las habilidades necesarias para construir “tiendas de bicicletas” que ofrecen productos y servicios poco glamorosos, pero cruciales, para los millones de nichos de mercado altamente técnicos que sustentan nuestro mundo moderno. También tienen la creatividad y la tenacidad para aprovechar su trabajo diario e inventar industrias completamente nuevas que satisfagan las necesidades más urgentes de nuestro país. Necesitamos renovar nuestro compromiso público con estos héroes científicos, a menudo anónimos, para que podamos prepararlos, y a nuestro país, para el éxito.