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3 hábitos cognitivos de las personas responsables

Los mejores empleados tienen estos hábitos en común.

3 hábitos cognitivos de las personas responsables [Foto: kreus/Adobe Stock]

Marcus lidera un equipo de ocho personas, y Jennifer es su empleada estrella. Mientras los demás apenas logran cumplir con las tareas a tiempo o como se les pide, Jennifer domina lo que se le asigna. Pregunta cuando algo no le queda claro, admite sus errores y sigue adelante. Estos son hábitos de responsabilidad proactiva que la hacen destacar dentro del equipo. Cada vez que alguien del equipo falla, Marcus piensa lo mismo: ojalá pudiera clonar a Jennifer siete veces.

¿Te suena familiar?

Puede que no sea posible replicar a tus mejores empleados, pero sí puedes ayudar a tu equipo a adoptar los hábitos mentales que los hacen destacar. En el NeuroLeadership Institute pasamos un año analizando, desde una perspectiva cognitiva, qué hacen diferente las personas responsables. ¿La respuesta? Tres hábitos clave: sincronizar expectativas, trabajar con propósito y asumir el impacto de sus acciones.

En pocas palabras: las personas responsables tienen claridad sobre lo que deben hacer, actúan con intención y aprenden de los resultados, sean buenos o malos.

3 hábitos de responsabilidad

Cuando las personas adoptan estos hábitos en su trabajo, lo llamamos responsabilidad proactiva. Es decir, ven la responsabilidad como una manera de crecer, desarrollarse e innovar. Asumen sus responsabilidades y aprenden de sus errores. La responsabilidad proactiva contrasta con la responsabilidad punitiva, una práctica en la que los líderes crean entornos de miedo, culpa o castigo que obstaculizan el aprendizaje y el crecimiento, así como con la responsabilidad permisiva, en la que los líderes asumen que los problemas de rendimiento se resolverán por sí solos. 

1. Sincroniza expectativas

Un problema común en equipos con baja responsabilidad es la falta de alineación en las expectativas. El gerente cree que una tarea se hará de cierta manera, mientras que el empleado entiende algo completamente distinto. Esto genera decepción y pérdida de confianza.

En el cerebro, las expectativas incumplidas se procesan como señales de error. Los niveles del neurotransmisor dopamina disminuyen, lo que acaba con la motivación y nos provoca frustración o enojo, lo que nos obliga a ajustar nuestras expectativas. Sin embargo, cuando las expectativas se cumplen, no hay señal de error, los niveles de dopamina se mantienen estables; la confianza y la satisfacción se mantienen fuertes.

El primer hábito de la responsabilidad proactiva, la sincronización de expectativas, implica que el empleado tenga claro qué se espera de él. Este es un primer paso importante, ya que la comprensión compartida es la base de la eficacia. En el cerebro, esto se representa mediante una sincronización temporal de la actividad neuronal, conocida como sincronía neuronal

Construcción de relaciones

Durante la sincronía neuronal, las neuronas en los cerebros de ambas personas se activan con los mismos patrones porque sus mentes procesan la información de manera casi idéntica. Para que esto suceda, ambas personas deben hablar y aclarar cualquier posible malentendido antes de seguir adelante.

Sincronizar las expectativas también beneficia las relaciones al final del proyecto, ya que las expectativas cumplidas generan confianza, mientras que las incumplidas la erosionan. Cuando dos compañeros de equipo sincronizan sus expectativas desde el principio, invierten en mantener la relación a largo plazo.

Una táctica que funciona es animar a tu equipo a coordinar las expectativas comunicándose de manera concisa, específica y generosa (SSG). La comunicación SSG se centra en un enfoque específico para fomentar la memoria de trabajo (sucinto); utiliza lenguaje visual y explícito para mejorar el procesamiento (específico); y está diseñada para facilitar la comprensión (generosa). No se trata de “Envíame este informe antes de las 17:00”, sino de “Envíame este informe por correo electrónico antes de las 17:00, hora del este, y adjúntalo en PDF”.

La comunicación SSG crea claridad, lo que promueve la sincronía y alinea las expectativas.

2. Dirige con propósito

Una vez que el líder y el empleado sincronizaron las expectativas, el empleado debe asumir la responsabilidad de ejecutar la tarea al máximo nivel. Las personas altamente efectivas lo logran conectando el objetivo con un propósito superior y trabajando para lograr los resultados adecuados con ese propósito en mente.

El propósito impulsa la motivación. Cuando sabemos por qué se nos pide hacer algo y vemos cómo el trabajo genera un impacto significativo, nos sentimos más motivados para actuar. En comparación con los motivadores extrínsecos, como el dinero y el estatus, las recompensas intrínsecas, como la sensación de logro o dominio de una tarea, son mucho más poderosas. Conscientemente o no, las personas efectivas encuentran un significado más profundo en su trabajo para encontrar la energía necesaria para seguir adelante.

También actúan con honestidad, en lugar de estar apresurados, investigando las posibilidades sin asumir nada prácticamente. Además, controlan sus sesgos para evitar juicios precipitados. Dado que los sesgos cognitivos actúan como atajos mentales, suponen riesgos para que un empleado complete una tarea eficazmente. Alguien que actúa con un sesgo de conveniencia, por ejemplo, podría actuar con demasiada rapidez y pasar por alto una parte crucial del trabajo.

Ayuda a tus empleados a identificar el impacto que este trabajo tendrá en ellos. Quizás el proyecto les brinde la oportunidad de desarrollar una nueva habilidad o contribuir a un objetivo organizacional importante. Formular preguntas que generen un “por qué” claro ayudará al empleado a desarrollar un mayor sentido de propósito y responsabilidad con respecto a su trabajo. 

3. Asume tu impacto

La rendición de cuentas no solo implica hacer las cosas según lo previsto, sino también observar cómo se desarrollan esas acciones en el futuro. Incluso los planes mejor trazados pueden producir resultados inesperados. Los líderes responsables asumen el impacto de su equipo, independientemente de las intenciones positivas de los demás y luego idean nuevos planes para seguir avanzando hacia el éxito.

La responsabilidad proactiva nos exige mantener una mentalidad de crecimiento, o la creencia de que los errores son oportunidades para mejorar, no signos de incompetencia. Cuando las personas parecen lograr sus objetivos, es porque no se dejan llevar por el fracaso ni se regodean en el éxito. Pueden detenerse a experimentar sus emociones, pero en última instancia, están enfocadas en alcanzar las siguientes metas que tienen por delante. 

El momento más importante para que los líderes y los miembros del equipo asuman su responsabilidad es cuando las cosas no salen según lo planeado. Ayuda a tu equipo a aceptar sus errores con asertividad siguiendo (y modelando) un enfoque de tres pasos: asumir la responsabilidad, explicar cómo solucionarán las cosas y solicitar la opinión de los demás. Elegir aprender de nuestros errores preserva la confianza y promueve el crecimiento: dos resultados fundamentales para la rendición de cuentas proactiva.

Romper los mitos sobre la rendición de cuentas

Con estos tres hábitos, Marcus se siente más preparado para fomentar la responsabilidad en su equipo. Jennifer puede tener un talento natural para obtener resultados sobresalientes, pero su eficacia no es un misterio. Cada vez que enfrenta un nuevo proyecto, simplemente sigue una serie de pasos que —según la neurociencia— promueven la responsabilidad de manera natural.

Convertir la responsabilidad proactiva en un hábito lleva tiempo, pero con el enfoque adecuado, puedes ayudar a tu equipo —y a ti mismo— a convertirse en ese tipo de persona que cumple o incluso superar las expectativas. Lo que parece magia, en realidad es la ciencia del cerebro en acción.

Authors

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  • Chris Weller
  • David Rock

    David Rock es el CEO y cofundador del NeuroLeadership Institute, una consultora de ciencias cognitivas que ha trabajado con más del 60% de las empresas Fortune 100 y autor del libro Your Brain at Work.

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Sobre el autor

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