
¿Alguna vez sientes que suceden tantas cosas en el mundo que no sabes ni por dónde empezar a entenderlo todo? Desde los avances en inteligencia artificial (IA) hasta las crecientes tensiones en Medio Oriente y Eurasia, pareciera que casi todo lo que solíamos usar para interpretar el mundo hace apenas unos años… ya no aplica. Entonces, ¿cómo damos sentido a esto? ¿Podemos siquiera?
La clave no es predecir el desenlace de un hecho aislado (aunque eso ayuda, y aquí aprenderás a abordarlo), sino entender cómo opera el sistema global: cómo las potencias reacomodan sus piezas y cómo ese movimiento impacta nuestros negocios, cadenas de suministro y decisiones futuras. En esencia, ¿cómo construimos un modelo mental para navegar la incertidumbre? ¿Cómo generamos ideas excepcionales que nos pongan un paso adelante? ¿Y cómo protegemos nuestros intereses cuando todo cambia tan rápido? Solo al dominar estos enfoques amplios podremos mejorar de manera realista nuestra respuesta ante un evento concreto o una estrategia.
No todos partimos del mismo lugar
Quiero advertirte desde ahora que para sacarle provecho a esto vas a tener que pensar, reflexionar y aplicar tu propio criterio, porque tu situación probablemente sea (espero) única frente a la de los demás. Es decir: tienes oportunidades, restricciones, recursos y perspectivas que —en mayor o menor medida— solo tú tienes. Sobre todo, las perspectivas.
Para empezar, cuando enfrentamos eventos nuevos que podrían transformar la manera en que hacemos negocios, invertimos o diseñamos estrategias, conviene clasificar ese evento en una de dos categorías: corto plazo/transitorio o largo plazo/expansivo. Si el fenómeno es temporal y probablemente se disipe con el tiempo, no hace falta un cambio estratégico profundo. Tal vez baste con ajustes puntuales para mitigar riesgos u optimizar la rentabilidad —como sucede cuando una tensión local sacude el mercado o aparece un jugador inesperado en tu industria. Por el contrario, si el fenómeno apunta a ser duradero, acumular tracción y consolidarse —como ocurre con la IA generativa, la IA general, el cómputo cuántico o la consolidación de un nuevo orden multipolar— entonces sí conviene replantear estrategia, posicionamiento y otros factores.
La estrategia vive en las perspectivas
Una vez que identifiques la categoría del evento, desglósalo aún más.
Primero, analiza con rigor qué implica para ti en términos positivos y negativos; en otras palabras, examina las dos caras de la moneda —águila o sol—antes de buscar la tercera. ¿Una tercera cara? Sí. Primero el águila. Luego el sol.
Hasta aquí todo bien. Pero el borde es donde está lo interesante. El punto en el que ambas caras se conectan… pero nunca se tocan. En ese borde es donde se descubren los mayores retornos y las mejores ideas. Piensa en cuántos relieves hay alrededor de una moneda: cada uno representa una perspectiva distinta que podrías aplicar.
Y por último, quizá lo más importante: hay que ver el mundo como es, no como quisiéramos que fuera. Esa postura brinda flexibilidad para entender lo que ocurre fuera de tus preferencias y zonas de confort. A medida que los eventos evolucionan, también deben cambiar las ideas y planes que formulamos en el pasado. Tal vez ahora estés dispuesto a considerar que una moneda tiene tres lados, aunque siempre hayas escuchado que solo tiene dos.
La incertidumbre disminuye de manera significativa cuando incorporamos perspectivas nuevas, replanteamos lo que dábamos por hecho y las aplicamos con intención a los acontecimientos actuales. Así que pregúntate: ¿lo que tienes enfrente es algo de corto plazo o una fuerza de largo plazo que crece? En la respuesta, acabas de dar el primer paso hacia una estrategia más clara.