
En un nuevo estadio en construcción en Egipto para el Club de Futbol Al-Ahly de El Cairo, el campo de juego y más de la mitad de las gradas están ligeramente hundidos bajo tierra. El diseño responde en parte a las restricciones locales de altura, pero también permite aprovechar las temperaturas más frescas del subsuelo para mantener el estadio al aire libre más cómodo, incluso durante los abrasadores veranos.

“Nos permite beneficiarnos de la refrigeración natural”, explica Ryan Sickman, líder de la división deportiva de Gensler, la firma de arquitectura responsable del proyecto. La fachada del estadio, diseñada para pantallas LED, también está perforada para facilitar la circulación del aire.
Es solo una de las muchas maneras en que los arquitectos diseñan estadios ante el calor extremo, en un mundo cada vez más cálido donde resulta más difícil jugar —y asistir como espectador— con seguridad.
En Austin, otro estadio diseñado por Gensler está orientado para que la mayor cantidad posible de espectadores esté a la sombra durante los partidos. Para mantener la ventilación, no está cerrado. En lugar de asientos plásticos convencionales, se eligieron asientos de malla para ayudar a mantener frescos a los aficionados.

En Catar, un estadio construido para la Copa Mundial 2022 utiliza un techo blanco que refleja la luz solar. Zaha Hadid Architects, el despacho detrás del diseño, también moldeó el techo para canalizar el aire caliente hacia fuera del estadio. Este se puede extender como una vela para dar sombra al campo o cerrar por completo el espacio. En el interior, un sistema de refrigeración alimentado por energía solar bombea aire frío a cada asiento y genera una “burbuja” fresca sobre el terreno de juego.
Los materiales también marcan una diferencia. En Las Vegas, ingenieros de Arup emplearon distintos materiales en la fachada del Allegiant Stadium para mantener el interior más fresco. Un techo translúcido de ETFE (etileno tetrafluoroetileno) aísla el espacio. Recubrimientos en negro y plata con pigmentos reflectantes infrarrojos reflejan la mayor cantidad posible de sol. El vidrio polarizado también ayuda a reducir el deslumbramiento y a reflejar la luz solar.

Algunas soluciones se inspiran en ideas tradicionales. Por ejemplo, una tecnología que hace circular agua bajo el campo para mantener el césped natural saludable también puede utilizarse para enfriar el terreno y beneficiar a los jugadores.
En Yeda, Arabia Saudita, el King Abdullah Sports City Stadium —diseñado por Arup— utiliza celosías islámicas tradicionales para dar sombra y facilitar la ventilación. El revestimiento está diseñado para atraer el aire fresco hacia el interior y dejar que suba y salga por la parte superior del estadio. En el techo, paneles de malla perforada inspirados en las tiendas beduinas permiten el paso del aire.

Técnicas pasivas como estas reducen o incluso eliminan la necesidad de sistemas de aire acondicionado que consumen grandes cantidades de energía. Sickman señala que los arquitectos “pueden recuperar algunas de las estrategias que quizá olvidamos con la llegada de la tecnología y la refrigeración activa, y volver a aquellas que han resistido la prueba del tiempo”.
Aun así, los estadios al aire libre tienen un límite. En ciudades como El Cairo, los partidos de futbol ya se juegan por la noche, cuando baja la temperatura. En Catar, la Copa Mundial se trasladó del verano al invierno debido al calor. Pero a medida que las olas de calor extremo se vuelven más comunes, puede llegar un punto en el que incluso reprogramar partidos no sea suficiente.
Un informe publicado en la revista médica The Lancet reveló que en 2023 las personas en todo el mundo experimentaron, en promedio, 50 días más de temperaturas peligrosas para la salud —condiciones que pueden volver riesgosa la práctica de deportes— que las que habrían tenido sin el cambio climático.