ADVERTISEMENT

| News

3 falsas creencias del pronatalismo sobre la baja natalidad

El crecimiento poblacional se mantiene y las soluciones pasan por políticas económicas y educativas, no solo por incentivos para tener más hijos.

3 falsas creencias del pronatalismo sobre la baja natalidad [Foto: Dakota Corbin /Unsplash]

El pronatalismo —la creencia de que las bajas tasas de natalidad son un problema que debe revertirse— tiene un momento en Estados Unidos.

Las tasas de natalidad disminuyen en Estados Unidos y en todo el mundo. En México la situación también muestra cambios demográficos importantes. Según el Consejo Nacional de Población, para 2025 se proyecta el nacimiento de 2,019,907 personas y 836,585 defunciones. Esto resultará en un crecimiento poblacional lento pero constante, de los 133.4 millones actuales, se espera que la población alcance cerca de 138 millones para 2030.

Voces desde Silicon Valley hasta la Casa Blanca expresan preocupación por lo que, según afirman, podrían ser los efectos catastróficos de la pronunciada disminución de la población en la economía. La administración Trump declaró que busca ideas para incentivar a los estadounidenses a tener más hijos, ya que Estados Unidos experimenta su tasa de fertilidad total más baja de la historia, con una reducción de aproximadamente 25% desde 2007.

En México, a tasa de fecundidad también disminuyó de forma significativa. Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023, la tasa global de fecundidad (TGF) fue de 1.60 hijos por mujer, una caída respecto a los 2.07 hijos por mujer registrados en 2018. Además, la tasa de nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil (15 a 49 años) fue de 52.2 en 2023, reflejando una disminución de 2.3 respecto al año anterior.

Desmontando mitos sobre el descenso poblacional

Como demógrafos que estudiamos la fertilidadel comportamiento familiar y las intenciones de tener hijos, podemos decir con certeza que el descenso de la población no es inminente, inevitable ni necesariamente catastrófico.

La narrativa del colapso poblacional se basa en tres malentendidos importantes. En primer lugar, tergiversa lo que las medidas estándar de fertilidad nos dicen sobre la maternidad y parte de suposiciones poco realistas de que las tasas de fertilidad seguirán patrones predecibles en el futuro lejano. En segundo lugar, exagera el impacto de las bajas tasas de natalidad en el crecimiento y el tamaño de la población futura. En tercer lugar, ignora el papel de las políticas económicas y los cambios en el mercado laboral en la evaluación del impacto de las bajas tasas de natalidad.

Fluctuaciones de la fertilidad

Los demógrafos suelen medir la natalidad en una población con una medida llamada tasa global de fecundidad. La tasa global de fecundidad para un año determinado es una estimación del número promedio de hijos que las mujeres tendrían a lo largo de su vida si mantuvieran las tasas de natalidad actuales durante toda su vida fértil.

Las tasas de fecundidad no son fijas; de hecho, cambiaron considerablemente durante el último siglo. En Estados Unidos, la tasa global de fecundidad aumentó de aproximadamente 2 nacimientos por mujer en la década de 1930 a un máximo de 3.7 nacimientos por mujer alrededor de 1960.

Posteriormente, la tasa descendió por debajo de 2 nacimientos por mujer a finales de las décadas de 1970 y 1980, antes de volver a 2 nacimientos en la década de 1990 y principios de la década de 2000.

Desde la Gran Recesión, que duró desde finales de 2007 hasta mediados de 2009, la tasa global de fecundidad en Estados Unidos disminuyó prácticamente todos los años, con la excepción de pequeños aumentos posteriores a la pandemia de COVID-19 en 2021 y 2022.

En 2024, alcanzó un mínimo histórico, cayendo a 1.6. Esta caída se debe principalmente a la disminución de los nacimientos en adolescentes y jóvenes de veintitantos años, que no fueron planeados.

México frente a la caída de la natalidad

Aunque la tendencia también es baja en México, el contexto y las causas presentan diferencias. La tasa global de fecundidad pasó de 2.07 hijos por mujer en 2018 a 1.60 en 2023, mostrando una caída similar pero con una mayor incidencia de planificación familiar y cambios en las decisiones reproductivas.

A diferencia de Estados Unidos, donde la baja natalidad se explica en buena medida por nacimientos no planeados que disminuyeron, en México la reducción responde también a factores como el acceso a anticonceptivos, cambios sociales y retos económicos que influyen en la decisión de tener menos hijos o retrasar la maternidad.

Pero si bien la tasa de fecundidad total ofrece una instantánea del panorama de la fertilidad, no es un indicador perfecto de cuántos hijos tendrá eventualmente una mujer si los patrones de fertilidad están en constante cambio (por ejemplo, si las personas están retrasando tener hijos).

Imaginemos a una mujer de 20 años en 2025. La tasa global de fertilidad asume que, al llegar a los 40, tendrá la misma tasa de natalidad que las mujeres de 40 años actuales. Sin embargo, esto es poco probable, ya que dentro de 20 años es casi seguro que las tasas de natalidad a esa edad serán más altas. Esto se debe a que cada vez más personas tendrán hijos en edades avanzadas y podrán superar la infertilidad gracias a los avances en la reproducción asistida.

Una imagen más matizada de la maternidad

Estos problemas con la tasa global de fecundidad explican por qué los demógrafos también miden el número total de nacimientos que tienen las mujeres al final de su edad reproductiva. A diferencia de la tasa global de fecundidad, el promedio de hijos nacidos vivos de mujeres de entre 40 y 44 años se mantiene bastante estable a lo largo del tiempo, rondando los dos.

Los estadounidenses siguen mostrando una opinión favorable sobre la maternidad. El tamaño ideal de la familia se mantiene en dos o más hijos y 9 de cada 10 adultos tienen o desean tener hijos. Sin embargo, muchos estadounidenses no logran alcanzar sus metas de maternidad. Esto parece estar relacionado con el alto costo de criar hijos y la creciente incertidumbre sobre el futuro.

En México, aunque también existe un fuerte deseo de formar familia, las circunstancias son similares pero con particularidades propias. Estudios recientes indican que un porcentaje significativo de mexicanos desea tener dos o más hijos, pero enfrenta barreras económicas y sociales, como la precariedad laboral, costos elevados en educación y salud, y falta de apoyos públicos que dificultan la maternidad y paternidad planificada. Además, la percepción del futuro y la inseguridad también afectan las decisiones reproductivas.

En otras palabras, no parece ser que las tasas de natalidad sean bajas porque la gente no esté interesada en tener hijos, sino porque no sienten que les sea posible convertirse en padres o tener tantos hijos como quisieran.

Predecir el tamaño de la población es un desafío

Las proyecciones demográficas estándar no respaldan la idea de que el tamaño de la población se reducirá drásticamente.

1,000 millones de personas habitaban la Tierra hace 250 años. Hoy hay más de 8,000 millones y para 2100, las Naciones Unidas pronostican que habrá más de 10 mil millones. Esto significa 2,000 millones más, no menos, de personas en el futuro previsible. Es cierto que esa proyección es de más o menos 4,000 millones. Pero este rango resalta otro punto clave: las proyecciones de población se vuelven más inciertas cuanto más se extienden hacia el futuro.

Predecir el nivel de población dentro de cinco años es mucho más fiable que dentro de 50 años; y más allá de 100 años, mejor olvídalo. La mayoría de los científicos demográficos evitan hacer proyecciones a tan largo plazo, por la sencilla razón de que suelen ser erróneas. Esto se debe a que las tasas de fertilidad y mortalidad cambian con el tiempo de forma impredecible.

El tamaño de la población estadounidense tampoco está disminuyendo. Actualmente, a pesar de que la fecundidad está por debajo del nivel de reemplazo de 2.1 hijos por mujer, todavía hay más nacimientos que muertes. Se prevé que la población estadounidense crezca en 22.6 millones para 2050 y en 27.5 millones para 2100, con un papel importante de la inmigración.

¿La baja fertilidad provocará una crisis económica?

Una razón común para la preocupación por la baja fertilidad es que genera numerosos problemas económicos y laborales. En concreto, los pronatalistas argumentan que habrá muy pocos trabajadores para sostener la economía y demasiadas personas mayores para que estos trabajadores puedan mantenerlas. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto, e incluso si lo fuera, aumentar la natalidad no solucionaría el problema.

A medida que disminuyen las tasas de fertilidad, la estructura por edad de la población cambia. Sin embargo, una mayor proporción de adultos mayores no implica necesariamente una disminución de la proporción de trabajadores respecto de los no trabajadores.

Por un lado, la proporción de menores de 18 años en la población también disminuye, por lo que el número de adultos en edad laboral —generalmente definidos como aquellos de 18 a 64 años— suele variar relativamente poco. A medida que los adultos mayores se mantienen más sanos y activos, un número mayor de ellos contribuye a la economía.

La participación en la fuerza laboral entre los estadounidenses de 65 a 74 años aumentó del 21.4% en 2003 al 26.9% en 2023, y se espera que aumente al 30.4% para 2033. Cambios moderados en la edad promedio de jubilación o en la financiación del Seguro Social reducirían aún más la presión sobre los programas de apoyo para adultos mayores.

El falso dilema del pronatalismo

La participación laboral de personas mayores de 65 años en México muestra un comportamiento distinto al de Estados Unidos. Según datos del INEGI, en 2023 alrededor del 15% de los mexicanos de 65 a 74 años permanecen activos en el mercado laboral, cifra que se mantiene relativamente estable en la última década debido a factores como la falta de pensiones suficientes y la necesidad económica.

El argumento central de los pronatalistas, que afirma que una mayor tasa de natalidad aumentaría el tamaño de la fuerza laboral, pasa por alto algunas consecuencias a corto plazo. Un mayor número de bebés implica más personas dependientes, al menos hasta que estos niños tengan la edad suficiente para incorporarse a la fuerza laboral. Los niños no solo requieren servicios costosos como la educación, sino que también reducen la participación en la fuerza laboral, especialmente de las mujeres.

Aumentar la natalidad no es la solución a los retos económicos

A medida que las tasas de fertilidad disminuyen, las tasas de participación femenina en la fuerza laboral aumentan drásticamente, del 34% en 1950 al 58% en 2024. Las políticas pronatalistas que desalientan el empleo femenino contradicen la preocupación por la disminución del número de trabajadores.

Las investigaciones demuestran que las políticas económicas y las condiciones del mercado laboral, no las estructuras demográficas por edad, son las que más influyen en el crecimiento económico de las economías avanzadas. Y con la rápida evolución de tecnologías como la automatización y la inteligencia artificial, no está claro cuál será la demanda de trabajadores en el futuro. Además, la inmigración es una herramienta poderosa —e inmediata— para abordar las necesidades del mercado laboral y las preocupaciones sobre la proporción de trabajadores.

En general, no hay pruebas que respalden la afirmación de Elon Musk de que “la humanidad se está muriendo”. Si bien los cambios en la estructura poblacional que acompañan a las bajas tasas de natalidad son reales, en nuestra opinión, su impacto se exageró demasiado. 

Una inversión sólida en educación y políticas económicas sensatas pueden ayudar a los países a adaptarse con éxito a una nueva realidad demográfica.


Leslie Root es profesora asistente de investigación en el Instituto de Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Colorado Boulder.

Karen Benjamin Guzzo es profesora de sociología y directora del Centro de Población de Carolina en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Shelley Clark es profesora de sociología en la Universidad McGill.

Este artículo se republicó de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lee el artículo original aquí.

Author

  • The Conversation

    Es una organización de noticias sin fines de lucro e independiente, dedicada a poner el conocimiento de los expertos al servicio del bien público.

    View all posts

Author

  • The Conversation

    Es una organización de noticias sin fines de lucro e independiente, dedicada a poner el conocimiento de los expertos al servicio del bien público.

    View all posts

Sobre el autor

Es una organización de noticias sin fines de lucro e independiente, dedicada a poner el conocimiento de los expertos al servicio del bien público.

ADVERTISEMENT

ADVERTISEMENT