
Volver al trabajo después de un periodo de descanso puede provocar síntomas físicos y emocionales, a este fenómeno se le conoce como síndrome posvacacional. En México, 3 de cada 10 personas trabajadoras lo experimentan, de acuerdo con el Instituto del Propósito del Bienestar Integral (IPBI).
Aunque no está clasificado como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome posvacacional tiene consecuencias claras. Quienes lo padecen pueden sentir fatiga, insomnio, tristeza, ansiedad o dificultad para concentrarse. También se presentan dolores de cabeza, debilidad muscular o palpitaciones. Esto puede interferir con el cumplimiento de tareas y afectar la productividad.
La duración de los síntomas puede ir de algunos días hasta tres semanas. El periodo promedio para recuperar el rendimiento habitual se estima entre 15 y 20 días.
El malestar se intensifica en entornos donde hay sobrecarga de trabajo, jefaturas con poca formación en liderazgo o falta de propósito en las tareas. De no atenderse, el síndrome puede derivar en agotamiento crónico o burnout, un fenómeno reconocido por la OMS como efecto del estrés laboral prolongado.
“El insomnio y otros síntomas debilitantes impactan directamente en la calidad del descanso, que es la base del funcionamiento cognitivo y la concentración”, apunta el IPBI.
Riesgo económico para las empresas
Además del ausentismo, hay una pérdida en el rendimiento y un aumento en los errores. Estos efectos tienen un impacto directo en los resultados. El IPBI estima que los días no productivos y los fallos derivados del síndrome pueden afectar hasta un tercio de la productividad.
Adoptar políticas preventivas no solo protege a las personas. También representa un ahorro al reducir los días perdidos y la posibilidad de errores operativos.
El IPBI señala que la falta de atención a la salud mental puede causar hasta un 30% de pérdida de productividad. En casos severos, el ausentismo vinculado al síndrome posvacacional puede representar hasta el 7.3% de la nómina.
“El síndrome posvacacional no es una debilidad individual, sino un termómetro de la salud organizacional”, explica Rosalinda Ballesteros, directora general del IPBI. “La aprensión al regresar al trabajo a menudo refleja un ambiente con altos niveles de estrés, falta de reconocimiento y baja satisfacción”.
Qué pueden hacer las empresas ante el síndrome posvacacional
El IPBI sugiere adoptar una estrategia de prevención alineada con la NOM-035. Las acciones recomendadas incluyen:
- Capacitar a líderes para gestionar con empatía.
- Establecer políticas que permitan equilibrio entre la vida personal y laboral.
- Fomentar la seguridad psicológica.
- Ofrecer programas de apoyo para facilitar el regreso al trabajo.
Según Ballesteros, atender el síndrome posvacacional no solo ayuda a cumplir con la norma, también permite construir espacios laborales más productivos. “La transición del descanso al trabajo debe verse como un proceso que protege la salud del talento humano y potencia su rendimiento”, señala.
El descanso adecuado es clave para retomar actividades. Mantener horarios regulares de sueño, evitar cafeína y pantallas antes de dormir, y tener rutinas que favorezcan el descanso son medidas que ayudan a reducir los síntomas.
El IPBI destaca que la falta de sueño profundo afecta la memoria y la atención. Por eso, promover el descanso no solo beneficia a la persona, también disminuye errores operativos y mejora los resultados.