ADVERTISEMENT

| Work Life

La razón biológica por la que te quedas paralizado en las reuniones (y qué puedes hacer al respecto)

El congelarte es una de las reacciones más incomprendidas de nuestro cuerpo ante el estrés. Esto es lo que puedes hacer cuando te suceda.

La razón biológica por la que te quedas paralizado en las reuniones (y qué puedes hacer al respecto) [Foto: Getty Images]

¿Conoces ese momento en el que alguien te hace una pregunta en una reunión y te quedas en blanco? ¿O cuando estás en una presentación crucial y sientes que no puedes moverte, hablar ni pensar? Aunque sientas que tu mente y tu cuerpo te traicionan por completo, lo que ocurre en realidad es que tu sistema nervioso hace exactamente lo que está diseñado para hacer cuando percibe una amenaza.

Imagínate esto: Es lunes por la mañana, estás en la reunión de revisión trimestral, y tu jefe se gira hacia ti y te dice: «Cuéntanos qué salió mal con el proyecto Johnson». El corazón te late fuerte, la respiración se vuelve superficial y, de repente, sientes como si tu cerebro estuviera envuelto en algodón. Sabes la respuesta: durante semanas has pensado solo en este proyecto, pero en ese momento no se te ocurre nada. Te quedas ahí paralizado, mientras todos te miran fijamente.

¿Te suena familiar?

¿Qué sucede realmente durante la respuesta del congelamiento?

Lo que acabas de experimentar es lo que los investigadores llaman la respuesta del congelamiento, y es una de las reacciones más incomprendidas de nuestro cuerpo ante el estrés. La mayoría de la gente ha oído hablar de la lucha o la huida, pero ¿congelamiento? Es de la que no hablamos, aunque podría ser la respuesta más común en situaciones laborales.

Esto es lo que sucede en tu cuerpo: cuando tu cerebro detecta lo que percibe como una amenaza —y sí, una pregunta inesperada de tu jefe sin duda cuenta como una amenaza para tu sistema nervioso—, activa tu sistema de alarma. Tu amígdala, esa pequeña estructura con forma de almendra que constantemente detecta el peligro, envía una señal de socorro.

En esa fracción de segundo, tu cuerpo tiene que decidir: ¿lucho contra esta amenaza, huyo de ella o me quedo paralizado y espero que desaparezca? Y esto es lo que pasa en el trabajo: no puedes golpear a tu jefe ni huir de la sala de conferencias. Así que quédate quieto.

Paralizarse es diferente a luchar o huir. Cuando te paralizas, tu sistema nervioso simpático inunda tu cuerpo con hormonas del estrés, pero en lugar de movilizarte para luchar o huir, estas sustancias químicas básicamente presionan el botón de pausa (anulación parasimpática). Tus músculos se tensan, tu respiración se vuelve superficial y, lo más crítico, el flujo sanguíneo a tu corteza prefrontal (tu cerebro pensante) se reduce. Por eso, de repente, no puedes acceder a información que conoces perfectamente. No es que la información no esté ahí, sino que las vías para acceder a ella se han cerrado temporalmente.

La ciencia detrás de la respuesta del congelamiento

Lo que sabemos gracias a investigaciones sólidas es que la respuesta del congelamiento se caracteriza por una reducción del movimiento corporal, tensión muscular y lo que los investigadores llaman “inmovilidad tónica”, básicamente, la versión corporal de hacerse el muerto. Esta respuesta evolucionó porque, a veces, cuando no se puede luchar ni huir, la mejor estrategia de supervivencia es quedarse inmóvil y esperar que el depredador pierda el interés.

El problema es que tu sistema nervioso no distingue entre un tigre dientes de sable y una pregunta difícil de tu jefe. Para tu cerebro antiguo, ambos representan amenazas potenciales para tu supervivencia y tu estatus dentro del grupo.

Cómo se manifiesta la respuesta del congelamiento en el trabajo

La reacción de bloqueo puede manifestarse de diversas maneras. Quizás procrastines proyectos importantes porque la idea de comenzarlos te resulta abrumadora. Quizás te quedes en silencio en las sesiones de lluvia de ideas a pesar de tener grandes ideas. Quizás evites los eventos de networking o no te atrevas a hablar en las reuniones de equipo.

A un cliente, James, lo ignoraban constantemente para ascensos a pesar de su excelencia técnica. Al investigarlo, descubrimos que se bloqueaba cada vez que le pedían que compartiera su opinión o defendiera su trabajo. Se cerraba, daba respuestas mínimas y, prácticamente, se volvía invisible. Su gerente interpretó esto como falta de compromiso, cuando en realidad, James estaba tan abrumado por la supuesta amenaza de juicio que su sistema nervioso lo protegía al hacerlo “desaparecer”.

Qué puedes hacer cuando te congelas

Primero, comprenda que no se puede simplemente pensar para salir de una reacción de bloqueo. No se trata de un problema cognitivo, sino de una respuesta fisiológica que requiere intervenciones fisiológicas.

Cuando notes que empiezas a congelarte, lo primero que debes hacer es reconectar con tu cuerpo. Prueba esto: presiona los pies firmemente contra el suelo. Siente el peso de tu cuerpo en la silla. Respira lenta y profundamente tres veces, y haz que la exhalación sea más larga que la inhalación. Esto activa tu sistema nervioso parasimpático y te ayuda a conectar con tu cuerpo.

Otra técnica que funciona increíblemente bien es lo que llamo el catálogo de conexión a tierra. Cuando sientas que te congelas, anota mentalmente cinco cosas que puedas ver, cuatro que puedas oír, tres que puedas tocar, dos que puedas oler y una que puedas saborear. Esto te obliga a volver al momento presente.

Si estás en una reunión y alguien te hace una pregunta que te bloquea, date tiempo. Di algo como: “Esa es una gran pregunta; déjame pensarla un momento” o “Quiero asegurarme de darte una respuesta completa. ¿Puedo retomarla en un minuto?”.

Construye resiliencia a largo plazo

El verdadero trabajo ocurre fuera de los momentos de crisis. Si quieres reducir tu tendencia a quedarte paralizado en las reuniones, necesitas trabajar en aumentar lo que los investigadores llaman tu “ventana de tolerancia”, o tu capacidad para manejar el estrés sin sentirte abrumado.

Esto significa cuidar tu sistema nervioso a diario. El ejercicio regular, dormir lo suficiente, una buena alimentación y las prácticas de manejo del estrés no son solo ventajas: son esenciales para desarrollar resiliencia ante la reacción de congelamiento.

También significa exponerte gradualmente a situaciones que te desencadenen, de manera controlada. Si hablar en reuniones grandes te bloquea, practica primero hablar en grupos más pequeños. Si las preguntas inesperadas te desatacan, practica hablar de manera improvisada con colegas de confianza.

Preparación que realmente funciona

Cuando sepas que te enfrentas a una situación potencialmente detonante, prepara tu sistema nervioso, no solo tu contenido. Antes de una reunión difícil, dedica unos minutos a hacer ejercicios de respiración o estiramientos suaves. Visualízate tranquilo y con los pies en la tierra. Recuerda que perteneces a esa sala y que tu perspectiva es valiosa.

Rompe el ciclo de la vergüenza

Cuando te quedes paralizado en una reunión, resiste la tentación de pasar el resto del día castigándote por ello. Esta reacción de vergüenza, de hecho, te hace más propenso a quedarte paralizado en el futuro, porque ahora estás lidiando tanto con el detonante original como con el miedo a volver a quedarte paralizado.

Practica la autocompasión. Háblate como le hablarías a un buen amigo que pasa por un momento difícil. Recuerda que quedarse paralizado es normal, humano y, de hecho, bastante común.

Tus próximos pasos

Tu inmovilidad en las reuniones no demuestra que no te sientas identificado con el liderazgo. Es evidencia de que tienes un sistema nervioso que intenta protegerte, a veces de maneras que no son útiles en las situaciones laborales modernas.

El objetivo no es no volver a congelarse nunca más; eso no es realista. El objetivo es comprender qué sucede, desarrollar herramientas para trabajar con la respuesta del congelamiento y ampliar gradualmente la capacidad para manejar situaciones difíciles.

Empieza poco a poco. Elige una situación de bajo riesgo esta semana donde puedas practicar la permanencia en el presente cuando sientas que empieza la respuesta del congelamiento. Practica tus técnicas de conexión a tierra. Date permiso para ocupar espacio. Recuerda que cada vez que interrumpes la respuesta del congelamiento, literalmente reconfiguras tu sistema nervioso.

Author

  • Beatriz Victoria Albina

    Enfermera practicante, máster en salud pública, especialista en psicología social (SEP), es enfermera de familia capacitada en la UCSF, especialista en experiencias somáticas, coach de vida somática certificada y autora de "Acabar con la externalización emocional: Cómo superar tus hábitos de codependencia, perfeccionismo y complacencia". También conduce el podcast Feminist Wellness.

    View all posts

Author

  • Beatriz Victoria Albina

    Enfermera practicante, máster en salud pública, especialista en psicología social (SEP), es enfermera de familia capacitada en la UCSF, especialista en experiencias somáticas, coach de vida somática certificada y autora de "Acabar con la externalización emocional: Cómo superar tus hábitos de codependencia, perfeccionismo y complacencia". También conduce el podcast Feminist Wellness.

    View all posts

Sobre el autor

Enfermera practicante, máster en salud pública, especialista en psicología social (SEP), es enfermera de familia capacitada en la UCSF, especialista en experiencias somáticas, coach de vida somática certificada y autora de "Acabar con la externalización emocional: Cómo superar tus hábitos de codependencia, perfeccionismo y complacencia". También conduce el podcast Feminist Wellness.

ADVERTISEMENT

ADVERTISEMENT