
El dilema del alto ejecutivo nunca ha sido más claro: existe una brecha de análisis entre reconocer que la creatividad es una habilidad esencial y diseñar espacio y tiempo para que las personas y los equipos desarrollen una capacidad creativa.
Si bien un estudio de Visier de 2023 demostró que 83% de los trabajadores admite practicar el “teatro de la productividad” —realizar tareas rutinarias que crean la apariencia de rendimiento sin resultados significativos—, ese mismo año, el Foro Económico Mundial declaró que la creatividad sería la segunda habilidad más crucial para nuestra fuerza laboral para 2027. La colisión de estas realidades señala un cambio fundamental que las organizaciones inteligentes ya no pueden ignorar. Estamos entrando en lo que yo llamo la “Era de la Imaginación”, y las empresas que prosperen serán aquellas lo suficientemente audaces como para rediseñar el trabajo en torno al desarrollo humano en lugar de las métricas de la era industrial.
Los costos ocultos de nuestra obsesión por la productividad
Las cifras revelan una cruda realidad. Con 71% de los trabajadores del conocimiento sufriendo agotamiento y estrés laboral —según el Índice de Anatomía del Trabajo—, lo que supone un costo para las industrias estadounidenses de más de 300,000 millones de dólares anuales en absentismo y rotación (Instituto Americano del Estrés), nuestros modelos actuales de productividad no solo están fallando, sino que están destruyendo valor activamente. Mientras los ejecutivos se preocupan por los objetivos trimestrales, están desperdiciando su activo más valioso: la capacidad creativa de su equipo. La ironía es profunda. Justo cuando la Inteligencia Artificial (IA) puede gestionar tareas rutinarias, liberando a los humanos para hacer lo que mejor sabemos hacer: imaginar, conectar e innovar, la mayoría de las organizaciones están redoblando sus esfuerzos en enfoques mecánicos que tratan a las personas como máquinas sofisticadas. Esto no solo es tonto, sino económicamente destructivo.
De la extracción al cultivo: un nuevo sistema operativo
Propongo un replanteamiento radical: en lugar de preguntarnos “¿Cómo podemos ser más productivos?”, ¿qué tal si los equipos se preguntan “¿Qué podríamos cultivar este año?”. Este cambio de una mentalidad mecánica y extractiva a una que acepta la complejidad y la ambigüedad no es un lujo filosófico, sino una necesidad estratégica.
La diferencia es profunda. El pensamiento productivo opera con ecuaciones lineales: 1+1=2. El pensamiento de cultivo abarca la complejidad de “ambos y”, dejando espacio para la metamorfosis que genera innovación revolucionaria. Según un estudio de 2024 de Thrive My Way, cuando grupos capacitados participan en sesiones creativas de resolución de problemas, generan 350% más ideas, 415% más originales que los enfoques tradicionales.
Podemos desarrollar nuevos indicadores clave de rendimiento (KPI) organizados en torno a “experiencias mínimas viables” en lugar de las métricas de resultados tradicionales. Estas no son medidas indirectas, sino inversiones estratégicas en las capacidades que impulsarán la competitividad futura:
El nuevo cuadro de mando: nuevos KPI para la era de la imaginación
Las métricas centradas en el ser humano: incluyen la medición de la conexión de los empleados con el trabajo significativo, los minutos semanales dedicados a la reflexión profunda y la creación de valor mediante la generación de ideas en lugar de la producción de widgets. Los equipos pueden monitorizar la experimentación mediante prototipos a pequeña escala y medir el impacto de las ideas audaces tanto en la organización como en la comunidad.
Las métricas de bienestar y descanso: reconocen que la innovación requiere renovación. Las empresas con visión de futuro podrían medir los periodos sabáticos y su impacto en la creatividad del equipo, el tiempo semanal dedicado a la naturaleza y el aumento de la productividad tras los descansos para hacer ejercicio. Monitorear la reducción del estrés mediante evaluaciones de bienestar, crear tiempo dedicado al juego y medir las nuevas conexiones generadas mediante el recreo estructurado son conceptos prácticos y novedosos.
Las métricas de innovación y aprendizaje: se centran en oportunidades de aprendizaje interdisciplinario, sprints de innovación y proyectos impulsados por la curiosidad, no vinculados a las necesidades inmediatas del negocio. ¿Qué pasaría si registraras el número de reuniones caminando, reconociendo que el movimiento físico a menudo facilita avances mentales?
Las organizaciones preparadas para esta transición pueden empezar con mi enfoque triple: Primero, realizar una “auditoría de cultivo” para identificar las métricas de productividad que podrían estar limitando la innovación, al tiempo que se desarrollan medidas para el desarrollo humano a largo plazo. Segundo, implementar una “planificación estacional” que alinee los ritmos organizacionales con los ciclos naturales de actividad, reflexión y renovación. Tercero, lanzar una “revolución del diseño de espacios” que cree entornos que fomenten tanto el cultivo individual como la creatividad colectiva.
La ventaja competitiva de la creatividad sobre la productividad
El argumento comercial es simple: en una era donde la IA gestiona tareas rutinarias, las capacidades humanas únicas, cultivadas mediante el movimiento, el pensamiento y el descanso intencionales, se convierten en los principales impulsores de la creatividad y el valor organizacional. Las empresas que adopten este enfoque impulsarán la innovación revolucionaria mediante la activación de redes de trabajo por defecto, reducirán el costoso agotamiento y la rotación de personal, desarrollarán habilidades creativas esenciales, crearán patrones de crecimiento sostenibles y construirán comunidades colaborativas más sólidas.
El objetivo no es abandonar las medidas de productividad, sino ampliar nuestra comprensión del trabajo significativo y su impacto. Las organizaciones que logren este cambio definirán la “Era de la Imaginación”. La pregunta no es si esta transformación ocurrirá, sino si su organización la liderará o se quedará atrás ante quienes tengan la valentía de cultivar el potencial humano al servicio de resultados extraordinarios.