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¿Y si el transporte falla? El reto logístico para que el pozole no falte en las fiestas patrias

Con el pozole, cada ingrediente es una lección de logística: el maíz viaja desde los campos; la carne requiere refrigeración, y las verduras deben coordinarse en rutas precisas para no perder calidad.

¿Y si el transporte falla? El reto logístico para que el pozole no falte en las fiestas patrias [Imagen impulsada por IA]

En México, septiembre sabe a pozole. Ese platillo que reúne maíz, carne, chile, rábanos, lechuga y orégano es más que comida: es tradición, identidad y celebración. Pero detrás de cada plato humeante hay una red invisible que lo hace posible: la logística. Sin una adecuada gestión del transporte, los ingredientes que dan vida a este platillo simplemente no llegarían a tiempo a los mercados, supermercados y restaurantes.

El transporte es la columna vertebral de la cadena de suministro. De él depende que los productos lleguen cuando y donde se necesitan para cumplir con las expectativas de millones de consumidores. Hoy, sin embargo, gestionar el transporte es más complejo que nunca: exige entregas más rápidas, eficiencia en costos y capacidad, cumplimiento de regulaciones ambientales más estrictas y visibilidad total de las operaciones en tiempo real.

Del maíz al plato: el viaje de la logística

Si pensamos en el pozole, cada ingrediente es una lección de logística. El maíz viaja desde los campos hasta los centros de distribución; la carne requiere transporte refrigerado para garantizar su frescura; y las verduras deben coordinarse en rutas precisas para no perder calidad. El reto es lograr que esos insumos coincidan en tiempo y forma para que la magia suceda en la mesa.

En este contexto, el maíz se convierte en el gran protagonista. Según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), la producción en Sinaloa alcanzará 2.2 millones de toneladas (mdt), tras un avance de 85% en la cosecha de las más de 200 mil hectáreas sembradas, con un rendimiento promedio de 10.28 toneladas por hectárea. Si se suman los 18.5 mdt producidas durante la primavera y el verano de 2024 en el resto del país, se estima que la disponibilidad nacional superará los 20 mdt de maíz blanco. Esto asegura el abasto interno para 2025, incluso con un aumento de 253% en las importaciones desde Estados Unidos durante el primer semestre del año. 

A nivel internacional, la SADER señala que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos proyecta que la producción mundial de maíz para el ciclo comercial 2025–2026 superará los 1,200 mdt, un incremento de 3.9% respecto al ciclo anterior.

El desafío logístico del pozole

Mover este volumen histórico representa un desafío logístico mayúsculo. La tarea exige una red de transporte capaz de absorber la presión, sortear posibles cuellos de botella y mantener un flujo constante. La conclusión es clara: se necesita un sistema ágil, eficiente y resiliente para garantizar que el grano básico de la dieta mexicana llegue, sin interrupciones, a cada rincón del país.

Esa misma lógica aplica para las empresas. Lo que ocurre con el maíz es una metáfora de lo que el mundo corporativo enfrenta todos los días: la urgencia de mover recursos con velocidad, precisión y menor costo. No es casualidad que, según el estudio global Rumbo al Futuro: Desbloqueando el Potencial de la Gestión del Transporte, 96% de las empresas mexicanas encuestadas reconoce que una gestión eficaz del transporte será esencial para su éxito en los próximos cinco años. Sin embargo, 88% teme que sus sistemas actuales no estén preparados para responder a la creciente presión por velocidad, capacidad y reducción de costos.

El reto de ver lo que no se ve

Hoy, solo 53% de las compañías en México cuenta con una integración total y en tiempo real de su sistema de gestión del transporte (TMS) con otras soluciones logísticas. Esa falta de visibilidad provoca que 55% de las empresas no pueda ajustar rutas de manera eficiente, 47% tenga problemas para prevenir retrasos y otro 47% carezca de herramientas para comunicar proactivamente los tiempos de entrega a sus clientes.

En la práctica, esto se traduce en estantes vacíos, retrasos en entregas y consumidores insatisfechos. Imaginemos una noche del 15 de septiembre sin pozole en los hogares: un escenario que refleja lo que está en juego cuando la logística no responde.

La apuesta hacia 2030

La buena noticia es que la innovación ya está en camino. 57% de las empresas mexicanas espera contar con sistemas de transporte gestionados por inteligencia artificial, autónomos o con mínima supervisión humana para 2030. No obstante, hoy solo 12% ha integrado IA de manera avanzada en sus operaciones, y más de la mitad señala la falta de conocimientos internos como el mayor obstáculo para adoptarla.

Aun así, 85% de las compañías confía en que las nuevas tecnologías de planificación y pronóstico reducirán sus costos de transporte en al menos 5% hacia 2030. Para lograrlo, será indispensable superar tres retos clave: la integración tecnológica, la calidad de los datos y la capacitación de talento especializado.

Que nunca falte el pozole

Así como preparar un buen pozole requiere coordinación y equilibrio entre cada ingrediente, garantizar la disponibilidad de productos en México depende de una logística moderna y resiliente. El transporte no es solo un eslabón de la cadena: es el puente que conecta la producción con la mesa de millones de familias.

De cara al futuro, el desafío es claro: adoptar soluciones tecnológicas que den visibilidad total, permitan planear con inteligencia y aseguren que, sin importar las distancias o los retos, los mexicanos siempre tengan lo necesario para mantener vivas sus tradiciones.

Porque en logística, como en la cocina, el secreto está en que cada ingrediente llegue en el momento justo.

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Sobre el autor

es gerente de Desarrollo de Mercado para América Latina de Manhattan Associates

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