
Estás en una reunión, las diapositivas avanzan, la gente asiente, otros juegan con sus teléfonos, y entonces sucede. Tienes una pregunta. Quieres que te vean involucrado, así que abres la boca, y las palabras empiezan a salir a borbotones… y la sala se queda en silencio. Silencio.
A todos nos han dicho que no existen las preguntas tontas. Pero si alguna vez has visto a una sala con la mirada perdida mientras alguien intenta hilvanar un flujo de conciencia para darle coherencia, sabes que las “preguntas tontas” siguen vigentes.
En esencia, las preguntas se basan en la curiosidad. Y aunque la curiosidad haya matado al gato, en tu carrera profesional las preguntas pueden ser pura gasolina. Si se hace bien, la curiosidad te hace parecer perspicaz, colaborador y estratégico. Sin embargo, una curiosidad aleatoria puede llevarte a encontrarte metafóricamente debajo de una mesa de conferencias deseando un momento de 13 Going On 30, donde mágicamente reaparezcas con 30, coqueto y próspero, en cualquier lugar menos en esa reunión.
Entonces, ¿cómo aprovechar la curiosidad como capital profesional en lugar de sabotearla? Es una pregunta inteligente. Y en este manual de cinco partes, profundizaremos en maneras prácticas —y un poco atrevidas— de hacerlo.
1. El tiempo lo es todo: pregunta con anticipación, pero no demasidado pronto
Cuando eres nuevo en un proyecto, tu cerebro se llena de preguntas como un enorme letrero de neón. Resiste la tentación de lanzarlas todas a la vez. La mitad se responderá sola a medida que asimiles el contexto. La otra mitad se agudizará cuanto más tiempo se desarrollen.
Prueba esto: Crea un documento secreto, escribe todas tus preguntas y revísalo después de 48 horas. Tacha las que se resolvieron solas y replantea las que vale la pena preguntar. Ahora no estás improvisando. Estás seleccionando como un creador de arte.
2. Céntrate en el trabajo, no en ti
La curiosidad debería motivar al equipo, no parecer una confesión personal. Hay una gran diferencia entre “No entiendo la diapositiva 7” y “¿Podemos hablar de cómo se conecta la diapositiva 7 con el objetivo del proyecto?”. La primera resalta tu brecha. La segunda eleva la claridad colectiva.
Prueba esto: Cambia “No entiendo” por “¿Podemos hablar de…?”. Misma curiosidad, con diferente energía. De repente, ya no estás perdido. En cambio, estás liderando la alineación.
3. Utiliza la ventana posterior a la acción
Justo después de una reunión o decisión importante, el equipo respira hondo. Ese es el momento ideal. La gente reflexiona, no se pone a la defensiva. Una pregunta en este momento es constructiva.
Prueba esto: Envía una nota rápida: “Excelente conversación hoy. Sigo dándole vueltas a algo: ¿cómo se reflejará esta decisión dentro de seis meses?”. Eso no es ser quisquilloso, sino mirar hacia el futuro. Y a los líderes les encantan las personas con visión de futuro.
4. Curiosidad del modelo
Si diriges una reunión, la mejor manera de despertar la curiosidad inteligente es mostrar la tuya. Los líderes que formulan preguntas estratégicamente demuestran cómo hacer preguntas que impulsan el trabajo y no agotan la sala.
Prueba esto: En lugar de terminar una reunión con el típico “¿Alguna pregunta?”, que suele resultar en miradas vacías porque todos ya están almorzando, demuestra el tipo de curiosidad que esperas del equipo. Por ejemplo: “Fue una gran discusión. ¿Qué perspectivas aún nos faltan?”. Eso demuestra que la curiosidad es una herramienta para generar impacto, no para buscar soluciones.
5. Apunta al impacto
La curiosidad se trata de impacto, no de volumen. No todas las preguntas merecen atención. Hay una delgada línea entre ser considerado y perder el tiempo. La forma más rápida de arruinar tu reputación es preguntar algo que Google podría haber respondido rápidamente, o una pregunta que solo te beneficie. Hablar no siempre equivale a contribuir. A veces, aportar valor significa ser un buen oyente activo.
Prueba esto: Antes de hablar, pregúntate si la respuesta es fácil de buscar por tu cuenta y si beneficiará a más personas. Si la respuesta es afirmativa a cualquiera de las dos, déjala. Después de la reunión, realiza la búsqueda o busca una manera de abordarla en privado —ya sea en una reunión individual o por Slack— para proteger el dinamismo del grupo y conservar tu credibilidad. Nadie quiere ser la personificación de “esta reunión podría haber sido un correo electrónico”. A nadie le cae bien esa persona. Lo siento, pero no lo siento.
Las preguntas no solo revelan lo que no sabes, sino también cómo piensas. Sé cuidadoso con ellas y no solo harás preguntas. Estarás moldeando la conversación.