
Han pasado 20 años desde que Mazda arrancó motores en México con apenas siete colaboradores y una visión clara: revolucionar el camino de la industria automotriz.
Hoy, esa ruta se traduce en más de 10 mil empleos, una planta de manufactura en Salamanca, Guanajuato, casi 2 millones de autos fabricados en suelo mexicano, dieciocho grupos automotrices y 77 puntos de venta.
“Cuando iniciamos la operación de Mazda en México sabíamos que impactaría de manera positiva la industria y a los consumidores, que sería una bocanada de aire fresco para las personas que disfrutan el manejo. Sin embargo, lo que vino después fue mucho mejor de lo que imaginamos”, asegura Miguel Barbeyto, presidente de Mazda en México desde 2017.
En 2025, con el festejo de sus 20 años, la marca japonesa lanza su nueva área de Responsabilidad Social, Mazda Kokoro, reafirmando su compromiso con la comunidad. Porque aunque el odómetro ya marca dos décadas, nuevos caminos aún se extienden frente a ellos.

Una ruta mexicana de innovación y confianza
El motor encendió en 2005, cuando Mazda abrió sus primeros concesionarios en Guadalajara, Monterrey, Estado de México y Ciudad de México. Un año después llegó el MX-5, y en 2007 y 2008 se sumaron las SUV CX-7 y CX-9, respectivamente. De esta forma, la marca comenzó a trazar su identidad deportiva y familiar.
Pronto llegaron los reconocimientos. En 2009, JD Power México nombró al Mazda3 el mejor auto compacto. Para 2011, tanto el Mazda6 como la CX-9 fueron premiados como líderes en sus segmentos.
El viaje tomó un giro decisivo en 2014, con la apertura de la planta en Guanajuato, la más grande fuera de Japón. Desde allí salió el primer Mazda3, y en 2019 comenzó a fabricarse la CX-30. Este modelo se convirtió en referente de ventas en el segmento.
Ese mismo camino trajo hitos memorables: la unidad un millón producida en 2020, así como la exportación a más de 30 países.
Mazda también se ha distinguido por su servicio. En 2020, obtuvo el primer lugar del premio CSI JD Power en satisfacción en visitas a servicio. Un año después, fue reconocida como Great Place to Work, reforzando el valor de su gente como el verdadero motor de la marca.
En 2024, esta compañía rompió marcas: 99,797 unidades vendidas, una participación del 6.7% y la confirmación de México como su tercer mercado más importante en el mundo, solo detrás de Estados Unidos y Japón. Ese año, la planta de Salamanca también impuso récord con 209 mil 303 vehículos producidos.

La resiliencia de Hiroshima en la emoción de conducir
Mazda nació en 1920 como una productora de corchos. Nadie imaginaba que aquella pequeña compañía se transformaría en una de las marcas automotrices más reconocidas del mundo.
Con un nombre que proviene de Ahura Mazda, deidad persa de la sabiduría, y del apellido de su fundador, Jujiro Matsuda, enfrentó su mayor reto en 1945. Cuando la bomba atómica devastó Hiroshima, perdió a 199 empleados y más de 300 resultaron heridos.
Sin embargo, sus instalaciones sobrevivieron protegidas por el monte y se convirtieron en un centro clave para la reconstrucción de la ciudad.

Cada vehículo Mazda nace con un toque artesanal. Maestros Takumi moldean primero en arcilla los diseños que luego se transforman en autos. Con el sello del diseño Kodo o “alma en movimiento”, cada línea refleja dinamismo.
Asimismo, la filosofía Jinba-ittai —la unión perfecta entre jinete y caballo— es la base para desarrollar una experiencia de manejo donde conductor y auto se sienten como uno solo.
Desde el Mazda-Go de los años 30, hasta el R360 Coupé y el Cosmo Sport de los 60, el RX-7 de finales de los 70, el ochentero MX-5 o el 787B ganador de las 24 Horas de Le Mans en 1991, ya son más de 90 años de vehículos icónicos con los que la marca muestra que manejar no es solo desplazarse, sino disfrutar cada kilómetro del camino.