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En diferentes culturas, las personas a menudo se debaten entre si tener mucho dinero es una bendición, una carga o un problema moral. Según nuestra nueva investigación, la percepción de los multimillonarios no se limita a la economía. El juicio también depende de ciertos instintos culturales y morales, lo que explica por qué las opiniones sobre la riqueza están tan polarizadas.
El estudio, que mi colega Mohammad Atari y yo publicamos en la revista de investigación PNAS Nexus en junio de 2025, examinó datos de encuestas de más de 4,300 personas en 20 países. Descubrimos que, si bien la mayoría de la gente en todo el mundo no condena con firmeza tener “demasiado dinero”, existen notables diferencias culturales.
En países ricos y con mayor igualdad económica, como Suiza y Bélgica, la gente era más propensa a afirmar que tener demasiado dinero es inmoral. En países más pobres y desiguales, como Perú o Nigeria, la gente tendía a considerar la acumulación de riqueza como más aceptable.
La moralidad influye en cómo vemos el dinero
Más allá de la economía, descubrimos que los juicios sobre la riqueza excesiva también se ven influenciados por intuiciones morales más profundas. Nuestro estudio se basó en la teoría de los fundamentos morales, que propone que el sentido del bien y del mal se basa en seis valores fundamentales: cuidado, igualdad, proporcionalidad, lealtad, autoridad y pureza. Descubrimos que las personas que valoran mucho la igualdad y la pureza eran más propensas a considerar la riqueza excesiva como algo malo.
El resultado de la igualdad era previsible, pero el papel de la pureza fue más sorprendente. La pureza suele asociarse con ideas de limpieza, santidad o evitar la contaminación; por lo tanto, descubrir que se asocia con opiniones negativas sobre la riqueza resignifica la frase “asquerosamente rico”.
Como psicólogo social que estudia la moral, la cultura y la tecnología, me interesa cómo este tipo de juicios difiere entre grupos y sociedades. Los sistemas sociales e institucionales interactúan con las creencias morales individuales, moldeando la forma en que las personas perciben cuestiones de la guerra cultural, como la riqueza y la desigualdad, y, a su vez, cómo interactúan con las políticas y los conflictos que surgen a su alrededor.
Por qué es importante
Los multimillonarios ejercen una influencia creciente en la política, la tecnología y el desarrollo global. El 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 95% de la población en conjunto, según Oxfam, organización dedicada a combatir la pobreza.
Sin embargo, los esfuerzos para abordar la desigualdad gravando o regulando a los ricos pueden basarse en una suposición errónea: que el público en general condena la riqueza extrema. Si, en cambio, la mayoría de la gente considera que acumular riqueza es moralmente justificable, dichas reformas podrían encontrar un apoyo limitado.
Nuestros hallazgos sugieren que, en países donde la desigualdad es muy visible y persistente, las personas pueden adaptarse justificando moralmente su sistema económico estructural, argumentando que es justo y legítimo. En sociedades más ricas e igualitarias, las personas parecen ser más sensibles a los posibles perjuicios del exceso.
Si bien nuestro estudio muestra que la mayoría de la gente en el mundo no considera que la riqueza excesiva sea moralmente incorrecta, quienes viven en países más ricos e igualitarios tienen muchas más probabilidades de condenarla.
Ese contraste plantea una pregunta más aguda: cuando las personas en sociedades privilegiadas denuncian e intentan limitar a los multimillonarios, ¿están poniendo de manifiesto la injusticia global o proyectando su propio sentimiento de culpa? ¿Están proyectando un principio moral moldeado por su propia prosperidad en los países más pobres, donde la riqueza puede representar supervivencia, progreso o incluso esperanza?
Lo que aún no se sabe
Una pregunta abierta: ¿Cómo cambian estas perspectivas con el tiempo? ¿Cambian las actitudes cuando las sociedades se vuelven más ricas o más igualitarias? ¿Son los jóvenes más propensos que las generaciones mayores a condenar a los multimillonarios? Nuestro estudio ofrece una visión general, pero la investigación a largo plazo podría revelar si los juicios morales reflejan cambios económicos o culturales más amplios.
Otra incertidumbre es el papel inesperado de la pureza. ¿Por qué un valor ligado a la limpieza y la santidad influiría en la forma en que la gente juzga a los multimillonarios? Nuestro estudio de seguimiento reveló que la preocupación por la pureza se extendía más allá del dinero a otras formas de “exceso”, como la desaprobación de tener “exceso” de ambición, sexo o diversión. Esto sugiere que las personas podrían percibir el exceso en sí mismo —no solo la desigualdad— como corruptor.
¿Qué sigue?
Seguimos estudiando cómo los valores culturales, los sistemas sociales y las intuiciones morales moldean los juicios de las personas sobre la justicia y el exceso, desde las visiones de la riqueza y la ambición hasta el conocimiento y el poder computacional de la IA.
Comprender estas reacciones morales instintivas dentro de sistemas sociales más amplios es importante para los debates sobre la desigualdad. Pero también puede ayudar a explicar cómo las personas evalúan las tecnologías, los líderes y las instituciones que acumulan un poder o una influencia desproporcionados y excesivos.
Jackson Trager es candidato a doctorado en psicología en el USC Dornsife College of Letters, Arts and Sciences.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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