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Remy Gieling /Unsplash; Thor Alvis /Unsplash]
Al principio de mi carrera, tuve la suerte de encontrarme con un mentor que cambió mi manera de ver el diseño y a mí mismo. Dirigía un pequeño estudio cuya influencia trascendió con creces su tamaño. Lideraba con una seguridad serena y un ingenio rápido, demostrando cómo la inteligencia y la humildad podían coexistir en el proceso creativo. Me apasionaba el oficio, pero aún quedaba mucho por aprender sobre las herramientas y los negocios. Él me enseñó a integrar la narrativa en el diseño, a sortear las limitaciones, a dar sentido a cada proyecto, no solo a los que despertaban entusiasmo instantáneo. Además, me recordó que la creatividad prospera gracias al juego y la curiosidad, y que si se pierde la alegría en el proceso, el trabajo se resiente.
Esas experiencias me enseñaron que la mentoría no se trata solo de transmitir habilidades, sino también una manera de ver y abordar el trabajo.
La mentoría basada en gurús —la relación cercana, sostenida e individual entre un guía experimentado y un aprendiz entusiasta— ha dado paso a algo más imaginativo y comunitario. En mi opinión, gran parte de esa evolución se ha hecho visible a través de redes creativas como AIGA, que promueven la conexión y el crecimiento profesional. Además, plataformas como ADP List ayudan a los creativos a resolver problemas y a perfeccionar sus portafolios mediante intercambios de retroalimentación de 20 minutos. Iniciativas grupales inclusivas como Break the Wall combinan talleres, reuniones individuales y formación específica para fomentar la confianza y abrir puertas a creativos con poca representación.
Esta nueva ola de mentoría redefine cómo aprendemos unos de otros en un mundo pospandémico, donde la proximidad ya no es un hecho. Desafía la creencia de que el crecimiento creativo profundo depende del espacio físico compartido, sustituyéndolo por algo más fluido y democrático.
¿Cómo enriquecen estos nuevos enfoques la mentoría creativa y qué corremos el riesgo de perder en el camino?
La desaparición de la mentoría de gurús
En la era del mentor directo, no solo aprendías lo que hacía alguien. Absorbías su forma de pensar, a menudo a través de experiencias compartidas. Cuando me uní a Fifty Thousand Feet en 2004, las lecciones que me enseñó mi mentor se convirtieron en la base de mi enfoque del liderazgo creativo y contribuyeron al crecimiento de la empresa. Aprendí que la mentoría no se limita a una sola relación; se convierte en parte de cómo lideras y ayudas a otros a liderar. Cuando los diseñadores más experimentados recuerdan a sus compañeros de equipo que la confianza es tan esencial para un gran diseño como la estética, la mentoría se vuelve colectiva. Se convierte en nuestra manera de crecer juntos.
Cuando llegó la pandemia, los estudios creativos cerraron sus puertas. De la noche a la mañana, nuestra manera de trabajar, definida por la proximidad y la espontaneidad, fue reemplazada por pantallas y horarios. Perdimos el aprendizaje informal que se da de pasada: el boceto en el escritorio de alguien, la crítica que se escucha al pasar, la chispa de colaboración imprevista.
Muchos líderes intentaron recrear esa cercanía mediante herramientas digitales. Celebramos reuniones virtuales de seguimiento y reuniones generales. Pero algo faltaba. La energía del espacio compartido, las conversaciones fluidas y la sensación de impulso eran difíciles de replicar. La colaboración se volvió más intencional, pero menos orgánica. Ante esa ausencia, la industria creativa comenzó a buscar nuevos modelos que pudieran sustentar la conexión y el crecimiento en un mundo híbrido.
El auge de nuevos modelos de mentoría
Lo que siguió fue una explosión de experimentación. En todo el sector, nuevas formas de mentoría han cobrado impulso desde la pandemia, combinando estructura con flexibilidad y acceso.
La micromentoría se ha convertido en un punto de partida predilecto. Estas sesiones breves y específicas conectan con los creativos en sus momentos más difíciles, ayudándolos a perfeccionar sus portafolios, dar forma a sus presentaciones o superar bloqueos creativos. Este enfoque cambia la jerarquía por la inmediatez. Para los diseñadores más jóvenes, les abre la puerta a varios mentores en lugar de uno solo. Para los mentores, les ofrece la oportunidad de compartir su experiencia en los momentos más importantes.
Al mismo tiempo, las comunidades de aprendizaje entre pares están transformando la manera en que las personas creativas se conectan. Estas redes eliminan los títulos y fomentan la reciprocidad. Una semana eres el mentor, la siguiente eres el aprendiz. Los profesionales más jóvenes aportan una nueva fluidez en herramientas y cultura, mientras que los veteranos comparten perspectivas adquiridas con esfuerzo. Ese intercambio impulsa la evolución de las culturas creativas.
Incluso los modelos tradicionales de aprendizaje están cambiando. El Programa de Aprendizaje Creativo de Adobe, por ejemplo, conecta a diseñadores aspirantes con más de 200 líderes creativos y 35 agencias asociadas. Adopta el rigor del sistema de estudios, pero lo expande globalmente.
Mientras tanto, las comunidades digitales de práctica se han convertido en el tejido conectivo de la industria. Organizadas en torno a disciplinas o desafíos compartidos, crean espacios para el diálogo continuo, talleres e intercambio de portafolios.
En conjunto, estos modelos demuestran que la mentoría no desapareció durante la pandemia. Se adaptó. Se volvió más rápida, más abierta y más humana en su alcance.
Los beneficios del aprendizaje entre pares y la comunidad
Nuevas formas de mentoría rompen barreras geográficas, jerárquicas y de privilegio. Un diseñador en Nairobi ahora puede recibir retroalimentación de un director creativo en Nueva York. Un freelancer puede encontrar un sentido de pertenencia en un foro global en línea.
También diversifican las voces que moldean las carreras creativas. La mentoría tradicional solía reflejar proximidad: quién se sentaba cerca de quién, quién pertenecía a qué agencia, quién destacaba. La mentoría comunitaria abre las puertas a personas con diferentes experiencias, disciplinas y perspectivas. Esa diversidad impulsa la innovación al exponer a los creativos a nuevas formas de pensar y trabajar.
La mentoría entre pares y la micromentoría también permiten recibir retroalimentación en tiempo real, en lugar de esperar evaluaciones anuales o momentos de contacto puntuales. Convierten la mentoría en una parte vital de la jornada laboral; y quizás lo más importante, distribuyen la carga emocional. En lugar de depender de una sola relación, los creativos pueden construir una constelación de guías, similar a una red que evoluciona con su carrera.
Lo que corremos el riesgo de perder
Sin embargo, la eficiencia tiene sus costos. La silenciosa acumulación de confianza y la historia compartida que conforma el largo arco de la mentoría es más difícil de replicar en línea. El conocimiento tácito, el que surge al observar cómo alguien gestiona los conflictos o interpreta el mensaje, puede ser difícil de transferir en un entorno virtual.
También hay algo que decir sobre el valor de la serendipia. El trabajo presencial genera aprendizaje no planificado: la percepción que se escucha al pasar, el comentario improvisado que da pie a una idea. Las plataformas virtuales tienden a optimizarse para la estructura, no para el descubrimiento. Sin atención, la mentoría corre el riesgo de convertirse en algo transaccional, algo que se programa en lugar de algo que se vive.
Mezclar lo antiguo y lo nuevo
Pero no tenemos por qué perder las ventajas de la mentoría individual. El futuro de la mentoría creativa podría no consistir en elegir un modelo sobre otro. Se trata de la síntesis. Las relaciones individuales que moldearon generaciones de creativos pueden coexistir con los sistemas distribuidos y comunitarios actuales. La clave está en preservar la conexión humana, que es la base de la mentoría, y al mismo tiempo ampliar la participación.
Para los líderes creativos, esto significa crear deliberadamente las condiciones para que la mentoría prospere. Incorpórela a su cultura, no a un programa de RR. HH. Agrupe a talentos sénior y júnior en proyectos y anímelos a intercambiar retroalimentación en ambas direcciones. Cree pequeños círculos o grupos donde los compañeros puedan aprender unos de otros. Reconozca la mentoría en las evaluaciones de desempeño, no solo en los resultados. Utilice plataformas digitales para acceder, pero mantenga la curiosidad, la confianza y la generosidad como principios rectores.
La mentoría es la forma en que la cultura creativa se renueva. Ya sea desde un escritorio o a través de una pantalla, sigue siendo la forma más humana de aprender a crear, liderar y crecer.
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