[Foto: Patrick van Katwijk/Getty Images]
Bill Gates ha invertido miles de millones en las últimas dos décadas para ayudar a combatir el cambio climático. Sin embargo, en una nueva entrada de blog, argumenta que el mundo está demasiado centrado en reducir las emisiones a corto plazo.
“La visión apocalíptica provoca que gran parte de la comunidad climática se centre demasiado en los objetivos de emisiones a corto plazo”, escribe, y aboga por un “giro estratégico” para enfocarse en “mejorar vidas” mediante una mayor inversión en desarrollo, destinando fondos a la agricultura y a la erradicación de enfermedades y pobreza.
Esta lógica es errónea y se basa en una serie de falsas disyuntivas que ignoran la interconexión entre el clima y los objetivos de desarrollo. Gates critica la visión apocalíptica de que el cambio climático “diezmará la civilización” en unas pocas décadas y escribe que “no conducirá a la desaparición de la humanidad”. Debido al progreso ya logrado en materia climática —y dado que la humanidad sobrevivirá—, argumenta que ahora deberíamos centrarnos más en aliviar el sufrimiento humano en lugar de seguir enfocándonos tan intensamente en el aumento de las temperaturas.
Pero los climatólogos no sostienen que la civilización misma vaya a desaparecer. En cambio, afirman que los huracanes, las olas de calor y otros desastres climáticos ya causan muertes, destruyen hogares e infraestructura, dificultan la producción de alimentos y encarecen y complican la vida en otros aspectos. Cuanto más tardemos en reducir las emisiones, peores serán estos problemas y más difícil será adaptarnos. El sufrimiento humano está directamente relacionado con la decisión de reducir o no las emisiones ahora.
El ensayo de Gates utiliza un enfoque totalmente erróneo que contrapone la mejora de la vida de las personas a los objetivos de temperatura y emisiones basados en la ciencia, que están intrínsecamente conectados, afirma Rachel Cleetus, directora sénior de políticas del programa de clima y energía de la Union of Concerned Scientists. “Si observamos la situación mundial actual, el cambio climático está socavando directamente los objetivos de desarrollo humano, la erradicación de la pobreza y los objetivos de salud. Basta con ver la devastación causada por el huracán Melissa, un fenómeno impulsado por el cambio climático, para comprobarlo”.
Un informe publicado la semana pasada en la revista médica The Lancet explica que los impactos del cambio climático crean una amenaza sin precedentes para la salud y la supervivencia de las personas en todo el mundo, con millones de muertes innecesarias cada año. Esta amenaza sigue creciendo. Con temperaturas más altas y mayor cantidad de lluvia, los mosquitos pueden proliferar en nuevas áreas, aumentando el riesgo de malaria, por ejemplo. “Todo esto está directamente relacionado”, afirma Cleetus. “No se pueden resolver estos complejos desafíos de desarrollo y salud si se ignora el cambio climático”.
Gates argumenta que los objetivos de temperatura obstaculizan la atención a la reducción de la pobreza mundial. Sin embargo, el objetivo de temperatura más ambicioso del Acuerdo de París sobre el clima —limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius— surgió de las naciones insulares pobres, que previeron que el aumento del nivel del mar las afectaría primero.
“Bill Gates, siendo multimillonario, tiene la osadía de decir: ‘Bueno, a los que se preocupan por el clima no les importan los pobres ni el mundo en desarrollo’, cuando, en realidad, el marco para la estabilización de la temperatura surgió, en muchos sentidos, de los pobres y el mundo en desarrollo”, afirma Leah Stokes, profesora de ciencias políticas en la Universidad de California, Santa Bárbara. “¿Por qué tenemos el objetivo de 1.5 grados? Porque estos países menos adelantados, pequeñas naciones insulares, se unieron para decir: ‘Esto es lo que queremos’. No fueron los grandes países ricos quienes impulsaron esto”.
Tener el objetivo de temperatura fue fundamental, al igual que un informe posterior del IPCC que hablaba sobre cuánto deberían reducirse las emisiones para 2030 para limitar el calentamiento a 1.5 grados. “Ese es un plazo que los responsables políticos pueden comprender”, dice Stokes. Esto condujo a la ambiciosa política climática de Biden en Estados Unidos, y aunque Trump la revirtió, también impulsó a estados, otros países y empresas a establecer objetivos a corto plazo.
Gates sugiere que no deberíamos recortar la financiación para la salud y el desarrollo para combatir el cambio climático. Pero ese es un argumento falaz. Cuando la administración Trump recortó el gasto en salud internacional, no destinó ese dinero a programas climáticos. A nivel mundial, la financiación proviene de diferentes fuentes.
“No es el mismo dinero”, afirma Jigar Shah, codirector general de Multiplier, una consultora de tecnologías limpias, quien anteriormente dirigió la oficina de programas de préstamos del Departamento de Energía. “USAID no invierte en energías limpias. El dinero para las energías limpias proviene del sector privado, y la mayor parte de estas tecnologías son ahora tan rentables y económicas que ni siquiera provienen de financiación mixta. Provienen directamente de fondos privados”.
Gates argumenta que las comunidades pueden adaptarse a los impactos climáticos a corto plazo y que el crecimiento económico ayudará a evitar más muertes por el cambio climático; por ejemplo, si más personas pueden permitirse aires acondicionados, se salvarán vidas. Sin embargo, esto pasa por alto los límites del crecimiento económico y la resiliencia ante desastres recurrentes. “Es imposible que las economías crezcan cuando se ven azotadas una y otra vez por desastres impulsados por el cambio climático”, afirma Cleetus.
El ensayo también sugiere que el crecimiento económico en los países en desarrollo está reñido con las políticas climáticas. “Nadie en el mundo defiende esa postura”, dice Shah. “A ningún país pobre se le ha exigido jamás que reduzca sus emisiones”.
Al mismo tiempo, dado que las energías renovables se han convertido en la fuente de electricidad más barata, los países en desarrollo pueden ampliar el acceso a la energía de manera asequible sin aumentar drásticamente las emisiones. Pakistán, por ejemplo, fue el tercer país que más paneles solares importó en el mundo en 2024. “Toda la revolución solar de los últimos tres años en Pakistán se logró con capital del sector privado y videos de bricolaje en WhatsApp”, afirma Shah.
Gates parece sugerir que no hay problema en esperar para reducir aún más las emisiones, porque se avecina una mejor tecnología (gran parte de la cual cuenta con el apoyo de sus inversiones). Sin embargo, dado que el cambio climático es un problema acumulativo, esperar otra década para reducir las emisiones significa que podríamos superar fácilmente puntos de inflexión críticos. Esa es la mayor contradicción en su argumento: si quiere proteger vidas y medios de subsistencia, la reducción de emisiones debe ocurrir ahora.
“Lo que demuestra la ciencia es que, en la próxima década, si no reducimos drásticamente las emisiones que retienen el calor, existe un riesgo real de superar con creces los diversos objetivos climáticos de los acuerdos”, afirma Cleetus. “Eso puede desencadenar ciclos de retroalimentación en el sistema terrestre que no podremos revertir, incluso si reducimos las emisiones en el futuro”.
Gates insta a los líderes mundiales en la COP 30, la conferencia climática global de este año, a “priorizar aquello que tenga el mayor impacto en el bienestar humano”, en lugar de centrarse en la reducción de emisiones. Es probable que estas ideas no tengan mucha repercusión en lo que suceda en la conferencia. Sin embargo, el mensaje es perjudicial para la acción climática a nivel mundial. “Creo que el impacto radica más en reforzar la idea de que el cambio climático no es algo que realmente deba preocuparnos”, afirma Stokes.
Por supuesto, tiene sentido continuar el desarrollo de tecnologías climáticas mejores y más asequibles. Las empresas respaldadas por Breakthrough Energy Ventures, la firma de Gates, pueden desempeñar un papel importante. Pero Gates podría hacer más para impulsar la expansión de las tecnologías limpias que ya están disponibles.
Si bien las startups también pueden contribuir más adelante, “creo que es importante reconocer que, si se quiere reducir las emisiones de carbono a gran escala y abaratar las facturas de electricidad en este momento, es necesario implementar tecnologías que ya están a gran escala”, señala Shah.
“Tenemos muchísimas tecnologías estancadas en apenas 5% de penetración”, dice Shah. “En Estados Unidos, 5% de los tejados, quizá ahora 6%, tienen paneles solares. Australia está en 30%. ¿Cómo pasamos de 5% a 30%? Estamos trabajando en ello. Me encantaría contar con la ayuda de Gates para eso”.
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