[Imagen: FC México]
No todos los emprendimientos nacen de una idea de negocio. A veces, surgen del duelo o de la necesidad. En el Premio Emprendedores 2025, organizados por Gentera —grupo que integra a Compartamos Banco, Yastás y ConCrédito— se reconocieron 10 historias que reflejan que el emprendimiento nace justo en los momentos en que parece no haber más opciones.
Este año, más de 3,000 personas compartieron sus testimonios. Solo 10 fueron seleccionadas como ganadoras. Ellos representan a los más de seis millones de clientes que forman parte del ecosistema de Gentera.
“Lo que se lee detrás de cada una de esas historias son sueños”, dijo Enrique Majós, director general de Gentera, durante la ceremonia. “Primero que nada, sueños para sus propias familias, pero también sueños para su comunidad.”
Las personas premiadas forman parte del ecosistema de Gentera de distintas maneras; como clientas de banco, como comisionistas de Yastás o como empresarias que iniciaron con apoyo de ConCrédito. Más allá de su origen, todas comparten el espíritu de resiliencia.

Empezar de nuevo
El premio a Empresaria Con Sentido fue para Natalie Martínez, originaria de Magdalena de Kino, Sonora. Con cuatro años dentro de ConCrédito, ha logrado colocar productos financieros entre su comunidad. Pero su historia no empezó con cifras.
“Vendíamos piñas preparadas, tostitos, aguas frescas… tenía miedo de probar algo nuevo”, recuerda. Fue la pandemia la que la empujó a dar ese salto. Hoy, desde su casa, Natalie gestiona créditos, ofrece productos de línea blanca, vende ropa y mantiene su negocio mientras cuida a sus hijos. “Gracias por darnos una herramienta a las que somos mujeres, madres y que nos dedicamos al hogar. Desde nuestra casa podemos generar”, dijo al recibir su reconocimiento.
Yuriko Hernández, premiada en la categoría de Servicio, transformó el dolor en impulso. Después de una separación difícil y la pérdida de su padre, se formó como estilista y abrió un salón de belleza. Luego, vino un diagnóstico devastador y le amputaron una pierna. “Pensé que todo se había acabado”, dijo. Pero no fue así. Con apoyo de Compartamos Banco abrió un segundo local y hoy sueña con fundar una escuela para capacitar a otras mujeres. “Coloco uñas y pestañas, sí, pero sobre todo doy seguridad. Mis clientas se van sintiéndose mejores personas.”
Y es que su estética se convirtió en mucho más que un espacio de belleza. Es un lugar seguro para mujeres que buscan autoestima, compañía y un momento para ellas. “Mis clientas abren su corazón. Les doy seguridad. Se sienten bonitas sin importar el físico”, contó.
En Ciudad Juárez, Elizabeth Corrales fundó la escuela Libertador, en Ciudad Juárez, sin colegiatura y en una zona marcada por la violencia. Hoy tiene más de 500 egresados, varios de ellos profesionales. “Donde otros ven abandono y pobreza, yo veo una misión”, dijo. Con los créditos de Compartamos ha podido comprar calentones, gas y apoyar con el sueldo de sus maestros. “Sé que cuando necesito ayuda, ahí está Compartamos”, explicó.
Explicó que su motor siempre ha sido “ver sonreír a los niños, verlos desayunar, ver sus avances”. Ha sostenido la escuela con esfuerzo personal y apoyo de Compartamos Banco.
Emprender desde lo cotidiano
No todas las historias premiadas comenzaron con una gran idea. Algunas nacieron al observar una necesidad concreta o una oportunidad en lo más cotidiano y decidir tomarla.
Dolores Miguel, originaria de Oaxaca, aprendió a tejer palma observando a sus abuelas. Durante años, tejió con ellas sin imaginar que un día fundaría su marca Mixteca de mi Corazón. Con el tiempo, sus bolsas artesanales llegaron a ferias nacionales, plataformas digitales e incluso a galerías en San Francisco y próximamente, Dubai. “Soy dueña de una marca registrada… estoy cumpliendo una meta y con esto reivindico el alma de mis abuelas”, dijo Dolores. Con apoyo de Compartamos Banco, transformó una tradición ancestral en un negocio con impacto social, cultural y económico.
José Luis Reyes nunca planeó tener una panadería. Le pagaron una deuda con un horno viejo y comenzó desde cero, aprendiendo con prueba y error. Al poco tiempo perdió a su padre, pero siguió adelante. Hoy produce más de 4,000 piezas de pan al día, tiene cuatro panaderías y una combi móvil que distribuye por su comunidad. “He aprendido que el pan se hace de madrugada… y los sueños también”, dijo. Compartamos Banco le dio el crédito inicial para lanzar su combi, inspirada por un TikTok. “Nunca me habían premiado por nada, pero esta victoria me recuerda que los sueños se cumplen trabajando sin descanso”.
Y luego está Heriberto López, quien después de jubilarse como gerente de una sucursal de Compartamos en Acapulco, decidió empezar de nuevo. Con su esposa abrió un negocio de uniformes médicos, y poco después, un punto de servicio Yastás. Cuando el huracán Otis golpeó la ciudad, su local fue uno de los primeros en reabrir. “La gente necesitaba un lugar donde pagar sus créditos. No había otro sitio cerca. Nosotros decidimos volver al trabajo para apoyarlos”, contó. Hoy, Heriberto es comisionista diamante y referente en su comunidad.
La comunidad como motor
En cada una de estas historias se ve que emprender no solo cambió la vida de quien tomó el riesgo, también impactó positivamente a quienes lo rodean.
Los negocios que impulsan las empresas de Gentera son redes que sostienen comunidades, familias y sueños. Desde talleres comunitarios de tejido hasta panaderías que emplean a vecinos, todos estos casos muestran que el emprendimiento es también una manera de cuidar a otros.
Con estos premios, Gentera reconoce a través de sus empresas el valor humano que hay detrás de cada historia y a las personas que, en momentos difíciles, decidieron no rendirse y convirtieron la adversidad en impulso.
“Lo que hacemos todos los días es ayudar al desarrollo de las personas a través de servicios financieros”, dijo Enrique Majós, director general de Gentera. “Pero más allá de eso, lo que buscamos es apoyar a nuestros clientes a cumplir sus sueños”.
Con más de seis millones de clientes, Gentera busca generar tres tipos de valor: económico, humano y social. Y en cada una de las historias premiadas, esos tres valores se hacen visibles. Un negocio rentable que sostiene a una familia. Una familia que cuida a su comunidad. Una comunidad que crece a través del esfuerzo compartido.
Este reconocimiento no cierra una etapa, abre nuevas posibilidades para los ganadores, para los más de 3,000 clientes que compartieron sus historias este año, y para millones de personas que hoy buscan una manera de salir adelante, con respaldo y con dignidad.
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