[Ilustración: envato]
En México, el acceso y la gestión del dinero no dependen únicamente de lo económico; también están ligados a factores culturales y sociales. Acciones cotidianas como administrar ingresos, ahorrar, pagar servicios o afrontar imprevistos forman parte de la vida diaria, pero hacerlo dentro del sistema financiero formal no siempre ha estado al alcance de todos.
La realidad es contundente: según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, aproximadamente 23.5% de la población adulta —es decir, entre 27 y 30 millones de personas— sigue sin acceso a ningún producto financiero formal, incluyendo cuentas bancarias, créditos o instrumentos básicos de ahorro. Además, persisten brechas importantes: mientras el 80.9% de los hombres cuenta con al menos un producto financiero, en el caso de las mujeres la cifra desciende a 72.8%.
Las razones son múltiples. Para algunos, la falta de documentación o historial crediticio; para otros, la distancia a las sucursales o la complejidad de los trámites. Pero quizás el obstáculo más grande es la desconfianza: para buena parte de la población, las instituciones bancarias son lejanas y burocráticas, y esto resulta en personas excluidas, sin las herramientas necesarias para administrar su dinero con autonomía.
La disrupción digital: del efectivo al celular
Este panorama está cambiando rápidamente gracias a la tecnología y al teléfono celular, que se ha convertido en la nueva puerta de entrada al sistema financiero. Hoy, para muchos mexicanos, la primera experiencia con un crédito, una tarjeta o una cuenta de ahorro ocurre en una aplicación.
La transformación no es menor. Es un cambio estructural en cómo los mexicanos entienden y gestionan su dinero.
Los datos que revelan un cambio cultural
Las cifras muestran el tamaño de la tendencia. Según datos de DiDi Préstamos, entre julio y octubre de 2024, 74% de las personas que solicitaron un crédito digital no había recurrido a ninguna otra institución en los 90 días previos. Esto significa que, para muchos usuarios, la primera interacción con el crédito formal ocurre directamente en el ecosistema digital.
El impacto también se refleja en la equidad de género. Casi la mitad de esos créditos (DiDi Préstamos), fueron otorgados a mujeres, lo que representa un avance significativo en un país donde nosotras enfrentamos mayores obstáculos para acceder al financiamiento. El acceso a crédito no solo implica recursos económicos: implica autonomía, confianza y la posibilidad de tomar decisiones financieras propias.
La tarjeta de crédito digital es otro ejemplo del cambio cultural. 60% de quienes solicitaron DiDi Card en octubre 2024, nunca antes había tenido una tarjeta. Es decir, los mexicanos están confiando en las plataformas como su puerta de entrada al sistema financiero. Lo que antes era una barrera inaccesible, ahora cabe en un clic.
Más allá del crédito: un ecosistema financiero móvil
Lo interesante es que este fenómeno no se limita al crédito. Las aplicaciones están creando un ecosistema completo: pagar servicios básicos, recargar el celular, transferir dinero o incluso abrir cuentas de ahorro con tasas competitivas. Todo sin filas, sin papeleo y sin necesidad de trasladarse. En un país donde el tiempo y la movilidad son también barreras, la simplificación que ofrecen estas plataformas es, en sí misma, una forma de inclusión.
De la inclusión individual al impacto social
Los beneficios de esta transformación trascienden al individuo. Cuando más personas tienen acceso a servicios financieros, las economías locales se fortalecen, los pequeños negocios se vuelven más resilientes y las familias cuentan con un mayor margen de maniobra frente a emergencias. En otras palabras, la inclusión financiera digital tiene un efecto multiplicador que impacta en la estabilidad social.
El futuro de las finanzas personales en México no se construirá únicamente sobre la innovación tecnológica. La clave estará en tres pilares inseparables: confianza, tecnología e inclusión.
No basta con diseñar productos más rápidos o accesibles; se trata de crecer con responsabilidad. Escuchar a los usuarios, comprender sus necesidades reales para ofrecer soluciones verdaderas, ser transparentes y tener una comunicación honesta para generar una conexión genuina, y simplificar y personalizar experiencias. Solo así la tecnología puede convertirse en un habilitador de confianza y crecimiento sostenible.
Una revolución en curso
Para millones de mexicanos, administrar nuestro dinero, ahorrar o pedir un préstamo ya no es una experiencia lejana ni burocrática. Es una posibilidad real que cabe en la palma de la mano.
La transformación financiera ya no se limita a lo que sucede en sucursales físicas; está ocurriendo principalmente a través de apps móviles que la gente lleva siempre consigo. De hecho, según datos de la Condusef basados en la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, alrededor del 70% de los jóvenes mexicanos ya utilizan aplicaciones móviles para realizar operaciones financieras básicas.
En DiDi entendemos este cambio: escuchamos las necesidades reales de nuestros usuarios, estudiamos sus hábitos, ofrecemos soluciones prácticas y accesibles que les den control, flexibilidad y tranquilidad financiera. Lo que estamos construyendo es un paso firme hacia un modelo más inclusivo, seguro e inteligente para todos.
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