[Fotos: Alex Kent/Bloomberg/Getty Images, Mehmet Eser/Middle East Images/AFP/Getty Images, Harold Mendoza/Unsplash]
Donald Trump siempre ha sido un experto en marketing. Es especialmente hábil en dar nombre a productos y edificios, lo que ha demostrado ser un negocio lucrativo. Ahora como presidente aplica esa misma mentalidad de concesión de licencias al propio acto de gobernar.
La semana pasada, el Departamento de Estado anunció que renombró el Instituto de la Paz de Estados Unidos (USIP) en honor a Trump y que puso su nombre a su edificio en Washington, D.C. Esto ocurre después de que Trump despidiera a los miembros de la junta directiva y a casi todos los empleados estadounidenses del USIP.
La sede abierta y luminosa del USIP fue diseñada por Safdie Architects para simbolizar la resolución de conflictos. Pero irónicamente, se ha convertido en el punto álgido de lo que exmiembros de la junta directiva han descrito como una adquisición hostil de la organización independiente sin fines de lucro financiada con fondos federales durante el segundo mandato de Trump. El personal de DOGE y la policía entraron al edificio en marzo, pero el USIP tomó el control dos meses después, después de que un juez dictaminara que los despidos eran ilegales. Posteriormente, un tribunal federal de apelaciones suspendió el fallo en junio.
El edificio ha cambiado de manos varias veces, y ahora que está nuevamente con la administración Trump, buscan hacerlo formal con señalización.

La política del crédito no merecido
El nuevo letrero “Donald J. Trump” del edificio es solo el último ejemplo de una tendencia más amplia: Trump ha asignado su nombre a políticas e iniciativas a las que antes se oponía. Por ejemplo, Trump hizo campaña contra el proyecto de ley de infraestructura promulgado por el entonces presidente Joe Biden en 2021, y sin embargo, su nombre apareció a principios de este año en la nueva señalización en Seattle para un proyecto de lluvia de Amtrak financiado por la ley bipartidista de Biden.
“Presidente Donald J. Trump, Reconstruyendo la Infraestructura de Estados Unidos”, dice el brillante letrero rojo “Make America Great Again”. Las palabras “Financiado por la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo” están escritas en letra más pequeña debajo.
Luego está el Servicio Nacional de Parques (NPS), al que Trump recortó drásticamente 16.5% del personal y el presupuesto en más de un tercio. Aun así, la imagen de Trump aparecerá en dos diseños para los pases anuales del NPS del próximo año. El Departamento del Interior también convirte el cumpleaños de Trump, que coincide con el Día de la Bandera, en uno de varios “días patrióticos gratuitos solo para residentes” en parques el próximo año, mientras que lo eliminará para el Día de Martin Luther King y Juneteenth.
Cuando Trump incluyó su nombre en los cheques de estímulo financiados a través de la Ley CARES, aprobada en respuesta a la pandemia de COVID-19 en 2020, fue un hecho sin precedentes: la primera vez que el nombre de un presidente aparecía en un desembolso del IRS. Ahora, parece que es solo política, como siempre.
El hombre que una vez nos dio los Filetes Trump ahora busca brindarnos un Instituto para la Paz marca Trump, y algunos podrían decir que es una buena política. Biden calificó de “estúpido” no haber incluido su nombre en los cheques de estímulo financiados a través del Plan de Rescate Estadounidense de 2021. Pero con la aprobación de Trump en su nivel más bajo en un segundo mandato, de 36%, según Gallup, estos esfuerzos de imagen no parecen funcionar.
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