La obesidad afecta considerablemente al corazón de los mexicanos. De hecho, este padecimiento incrementa hasta 2.2 veces el riesgo de padecer un evento cardiovascular, de acuerdo con el cardiólogo Julio César Sauza Sosa.
Esto se debe a que el exceso de peso contribuye a la inflamación de las arterias del cuerpo. Y éstas se obstruyen por el tránsito de grasa mala en la sangre, explica el especialista, que ha trabajado en The American British Cowdray Medical Center (Centro Médico ABC), Médica Sur y Hospitales MAC.
“Cuando hay una obstrucción total de las arterias se desencadenan enfermedades cardiovasculares. Entre las más comunes están los infartos al corazón, la presión arterial elevada, la diabetes mellitus, arritmias cardiacas, cifras de colesterol y triglicéridos elevadas e insuficiencia cardiaca”, detalla.
Tomar medidas ante las estadísticas de obesidad en México
En México, las enfermedades cardiovasculares que detonan de la obesidad están dejando huella. Para 2030, aproximadamente 35 millones de mexicanos padecerán esta afección, revelan datos del Atlas Mundial de la Obesidad.
Asimismo, se estima que 45% de ellos sufrirán de una muerte prematura. Con ello se sumarán a los 2.6 millones de personas que fallecen cada año por estos problemas de salud.
Pero, además de un impacto directo en la calidad de vida de los mexicanos, la obesidad tiene un efecto considerable en el sistema de salud, y en la baja de productividad por capital humano que condiciona dentro de la población productivamente activa. Ante este escenario se vuelve relevante modificar los hábitos de las personas.
“Durante la pandemia por Covid-19, los mexicanos se enfrentaron a un ciclo de estrés y sedentarismo excesivo. Esto impactó directamente en el aumento de casos relacionados con la obesidad”, explica Julio César Sauza Sosa.
“Mejorar la calidad de vida es un factor determinante para ir contra las estadísticas. De no hacer nada al respecto, predicen que en una década 38.6% de la población en el país estará en riesgo de sufrir un evento cardiovascular”, apunta.
¿Riesgo para todos los obesos?
Si bien padecer obesidad está estrechamente ligado con la aparición de eventos cardiovasculares, hay pacientes con esta enfermedad que no presentan anomalías cardiometabólicas claras.
Es decir, existen personas obesas que no presentan presión o glucosa elevada, ni colesterol o triglicéridos por encima de lo normal o alteraciones en el hígado. Sin embargo, este grupo de pacientes sigue teniendo un mayor riesgo de mortalidad que aquellos con peso normal.
En cualquier caso, subraya el cardiólogo Sauza Sosa, la clave está en aplicar cambios en el estilo de vida. Esto implica una mejor alimentación y realizar ejercicio físico aeróbico. Un adecuado control farmacológico de las metas de glucosa, colesterol y triglicéridos en la sangre es igualmente necesario.
“Implementar estas recomendaciones, aunadas a la reducción de los niveles de estrés, son la mejor manera de combatir la obesidad. En consecuencia, reducen los riesgos cardiovasculares que pueden llevar a la muerte”, comenta.
“Es importante enfatizar que existen datos de que estas medidas tienen mejores resultados al iniciarlas a edades más tempranas, entre los 6 a 12 años. No obstante, nunca es tarde para mejorar el estilo de vida”, concluye el cardiólogo.