El trabajo no es solo una oportunidad para mostrar tus habilidades y talentos, sino también para demostrar que puedes aportar valor sin exigirte demasiado. Esto incluye ser un buen miembro de la organización, trabajar en equipo y apoyar a los demás. Los estudios académicos muestran que “ser una persona agradable con quien tratar”, depende principalmente de tu simpatía y habilidades sociales (incluyendo tu inteligencia emocional o IE). Este es uno de los factores más consistentes para predecir que puedes trabajar y tener éxito profesional en diversas culturas, industrias y organizaciones.
Por ello, no se puede subestimar la importancia de construir una reputación positiva en el trabajo. Esto suele requerir un delicado equilibrio entre parecer profesional y auténtico. Contrario a la creencia popular, la autenticidad no se logra simplemente siendo tú mismo o ignorando lo que otros piensan de ti, sino mediante el uso estratégico de tus habilidades sociales y adoptando un enfoque más calculado, como el de un actor en un papel. La clave está en que tu personaje laboral se perciba genuino y no falso, lo cual se logra siendo consistente, enfocándote en los demás y demostrando empatía.
Sin embargo, involucrarte demasiado en tu personaje laboral o ser demasiado exigente contigo mismo puede llevarte a consecuencias negativas. Por eso, agregar un toque personal y auténtico a tus interacciones puede ser muy beneficioso.
A continuación, cinco consecuencias negativas de exigirte mucho en el trabajo, según investigaciones:
1. Es poco probable que generes confianza entre tus comañeros
Las personas quieren saber quién eres. Aunque tal vez nunca lo descubran (seamos realistas, ya es complicado saber quiénes somos nosotros mismos), necesitan sentir confianza en que te conocen. Una forma sencilla de lograrlo es mostrar calidez y empatía en tus interacciones. Si actúas de manera fría o distante, podrían asumir que escondes algo, lo que disminuirá su confianza en ti.
Abrirte, mostrar vulnerabilidad y enfocarte menos en tus fortalezas o en estar en “modo presentación” te hará parecer más auténtico y agradable para trabajar.
2. Podrías perderte del compañerismo y los vínculos personales
Décadas de investigaciones sobre compromiso laboral destacan que uno de los principales motores de la satisfacción laboral y el sentido de pertenencia es la amistad o compañerismo que tengas con tus compañeros. El trabajo no solo es una oportunidad para avanzar, sino también para crear relaciones. Para muchos, lo mejor del trabajo son las relaciones personales, que a menudo trascienden los vínculos formales con las organizaciones y se convierten en amistades duraderas.
Si te enfocas demasiado en tu desempeño, tu carrera o los aspectos formales de tu rol, podrías descuidar este elemento crucial del trabajo, que aunque no sea prioritario para ti, sí lo es para los demás.
3. Tus fracasos laborales serán más difíciles de sobrellevar
Las personas tienen múltiples facetas en su identidad, pero hay diferencias significativas en la complejidad con la que cada quien define su “yo”. Investigaciones sobre la complejidad del yo demuestran que estar demasiado inmerso en tu carrera y priorizar tu identidad profesional sobre otras actividades, experiencias y relaciones puede intensificar tanto los altibajos en el trabajo como sus efectos emocionales.
Cuando el trabajo es tu vida, los contratiempos laborales pueden golpear mucho más fuerte. Estudios muestran que las personas perfeccionistas, adictas al trabajo o con mentalidad de alto rendimiento son más propensas al burnout (que afecta a tres de cada cuatro trabajadores en algún momento de sus vidas).
4. Podrían percibirte como un político corporativo
Exigirte demasiado o no revelar lo que sientes o piensas es una característica común entre personas muy políticas o jerárquicas. Aunque no estés involucrado en la política de oficina, este comportamiento puede darte una imagen burocrática y distante.
Curiosamente, lo que impresiona a tus superiores a menudo es rechazado por tus compañeros y subordinados. En cambio, mostrar interés genuino en los demás, incluso cuando no tienes nada que ganar, te hará parecer auténtico, amable y empático.
5. La política de la organización podría jugar en tu contra
Paradójicamente, centrarte demasiado en hacer bien tu trabajo y en ser altamente productivo puede llevarte a descuidar los aspectos más amigables del desempeño laboral, como lograr que los demás te conozcan y les caigas bien como persona, más allá de tus resultados.
En un mundo ideal, las promociones y reconocimientos se basarían en tus logros. Pero en la realidad, las personas con habilidades políticas y redes sociales fuertes, aunque entreguen menos resultados, suelen avanzar más rápido. La clave es ser sutil, interesarte en los demás y agregar un toque de humor a tus interacciones.
En resumen, serás tomado más en serio si no te tomas tan en serio a ti mismo. Esto incrementará tus posibilidades de construir una reputación como alguien genuino, humilde y abierto, lo cual genera confianza y anima a los demás a actuar de manera similar contigo.
Incluso si eres excelente en tu trabajo, asegúrate de aportar buena vibra y energía a los demás y de que disfruten interactuar contigo. Algunas personas inspiran energía, mientras que otras la agotan. Como dijo Oscar Wilde: “Algunos traen felicidad a donde van; otros, cuando se van”. Es importante estar en el grupo correcto: tus compañeros y tu carrera te lo agradecerán.