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El “Plan B” de los migrantes: con la puerta cerrada en Estados Unidos, piden refugio en México

Estados Unidos cierra sus puertas y los migrantes esperan en condiciones precarias que México pueda darles refugio.

El “Plan B” de los migrantes: con la puerta cerrada en Estados Unidos, piden refugio en México [Foto: Depositphotos]

Cuando el presidente Donald Trump endureció las restricciones para los solicitantes de refugio en Estados Unidos, Arianne Domínguez, una migrante cubana, sintió que se le cerraban las puertas del futuro. Sin opción de regresar ni avanzar, ella—como miles de personas migrantes—encontró en México un refugio inesperado y una nueva oportunidad para reconstruir su vida.

Hasta el 28 de enero, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos reportó 969 arrestos, 869 órdenes de detención y un total de 4,521 extranjeros detenidos desde el 23 de enero.

Por eso es que desde Tapachula hasta Tijuana, pasando por Ciudad de México, cientos de migrantes buscan reconstruir su vida tras las restricciones impuestas por Donald Trump.

Arianne Domínguez, de 24 años, vio desvanecerse su esperanza y la de su familia en Cuba cuando el presidente republicano eliminó CBP One, la aplicación que les permitía programar citas de asilo de manera remota. La medida, tomada apenas asumió el cargo el 20 de enero, dejó a miles de personas en el limbo, obligándolas a replantear su futuro en México.

“Me quedé en shock, pensé después en mi familia que estaba en Cuba y que estaba deseando que yo pudiera llegar a Estados Unidos”, dijo la joven frente a una oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en Naucalpan, Estado de México.

“Después tocó pensar en el plan B porque había mucho estrés y desesperación”, añadió sobre sus intenciones de obtener estatus de refugiada en México y validar sus estudios de turismo.

Volver no le parece una opción, pues Cuba vive su peor crisis económica en 30 años, marcada por escasez de bienes básicos, una inflación rampante y apagones.

Salir del limbo requiere de mucha resiliencia

Las oficinas de la Comar en Naucalpan rebosan de migrantes, especialmente venezolanos y cubanos, que intentaban pedir asilo en Estados Unidos para escapar de la pobreza, la violencia y persecuciones políticas. El trámite de refugio en México implica varios días de espera.

Juan Carmona, mecánico venezolano de 50 años, también optó por quedarse con su esposa, que es abogada.

“Estábamos en la nada. Finalmente nos decidimos por México, nos había gustado bastante y por ahora queremos hacer esto de la mejor manera, totalmente legal, no quedar indocumentados”, señaló este hombre que migró por razones políticas.

La crisis en Venezuela, que desde 2014 ha obligado a más de siete millones de personas a abandonar su país, alcanzó un nuevo punto crítico tras la polémica reelección de Nicolás Maduro. Mientras la comunidad internacional debate su legitimidad, miles de venezolanos buscan alternativas fuera del “sueño americano” y México se ha convertido en un destino clave.

En 2024, el país otorgó refugio a 26,855 extranjeros, según cifras oficiales. Esta semana, la presidenta Claudia Sheinbaum dejó abierta la posibilidad de activar un programa especial de refugio si la situación lo requiere. Mientras tanto, se comprometió a brindar protección humanitaria a los migrantes deportados por Estados Unidos y a facilitar su repatriación en coordinación con sus gobiernos.

El proceso de refugio no es sencillo. Algunos migrantes pasan días a la intemperie o en tiendas de campaña, mientras que otros se inscriben en listas de espera organizadas por sus propios compatriotas. En los alrededores de los centros de trámite, los contrastes son evidentes: anuncios de empleo buscan choferes, vecinos ofrecen comida y baños y un venezolano vende tequeños frente a la larga fila de quienes esperan su turno para regularizarse.

No más riesgos

En la sede de la Comar en Tapachula, Chiapas, también hay largas colas de migrantes que buscan refugio ante la mirada de militares que resguardan el lugar. Muchos tenían citas confirmadas en CBP One, como el cubano José Ricardo Moreno, quien debía presentarse en un puerto fronterizo estadounidense el 2 de febrero.

“Estamos aquí todavía a ver si podemos trabajar (…) o hacer vida, la cosa no está buena”, comenta Moreno, de 60 años, quien viaja con su esposa y una hija de 22.

“México nos ha acogido, nos ha abierto la puerta y tenemos la posibilidad de trabajo”, dice su compatriota Janqui Martín, médico de 43 años, quien dejó en la isla a su esposa y una hija de 12 años. Dice que está cansado de emigrar.

Para aquellos que se quedaron varados en la frontera con Estados Unidos, intentar cruzar sin papeles no es una opción por la ofensiva antiinmigrantes de Trump, quien ordenó reforzar la zona con 1,500 militares.

Durante su primera semana de gobierno, el mandatario estadounidense deportó a miles de migrantes a Guatemala, México, Colombia y Brasil, aunque en el caso mexicano las cifras están dentro del promedio normal. “No correría ese riesgo. He tomado muchos riesgos, he pasado muchas cosas, creería que pasar ilegalmente no es recomendable”, dice Shakira Chaparro, venezolana de 29 años.

“La mejor opción es quedarse acá, buscar el modo de que tengamos un permiso de estar un tiempo o nos devolvemos a nuestro país”, añadió la joven a las afueras de un albergue en Tijuana, muy cerca del país hacia donde apuntaban sus sueños.

—AFP

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