
Cuando vivía en Florida, tenía una vecina llamada Carmen. Ella tenía más de 70 años, era muy independiente y vivía sola con sus dos perros y un gato, que eran sus compañeros más cercanos.
Cada temporada de huracanes, me preguntaba ansiosa si podía ir a verla cuando el viento arreciara. Una vez me dijo: “Me da más miedo que me olviden que la tormenta misma”. Su miedo no era solo el clima, era afrontarlo sola.
Cuando azotan los huracanes, solemos medir los daños en cables eléctricos caídos, carreteras inundadas y viviendas destrozadas por el viento. Pero algunas de las consecuencias más graves son más difíciles de prever, especialmente para los adultos mayores que pueden tener dificultades de movilidad, problemas de salud crónicos y deterioro cognitivo.
La población de 60 años o más en México experimentó un crecimiento considerable en los últimos años. Por ejemplo, en 1990, la población de 60 años o más era de 5 millones, mientras que en 2020 fue de 15.1 millones. En 2020, esta población representaba 12% de la población total de México.
De acuerdo al Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, hasta 2024, se estima que más de 1.7 millones de adultos mayores vivían solos en México. Este número representa aproximadamente 11.6% de la población de personas de 60 años o más en el país.
Por otro lado, los planes de preparación para emergencias a menudo pasan por alto las necesidades específicas de las personas mayores de la población estadounidense, muchas de las cuales viven solas, al igual que en México. Para personas como Carmen, la resiliencia debe comenzar mucho antes de la tormenta.
Estudio cómo nos preparamos y respondemos ante desastres. Y si algo he aprendido, es que cuando se trata de huracanes –o cualquier emergencia–, la clave es planear con anticipación. Por eso, animo a las familias a que desde ya se sienten con sus adultos mayores para armar juntos un plan de emergencia. Porque eso puede marcar la diferencia: saber cómo pedir ayuda, tener los medicamentos y documentos a la mano, y lo más importante, darles tranquilidad al saber qué hacer cuando las cosas se pongan difíciles.
Los últimos huracanes revelan los vacíos del sistema
En 2024, los huracanes Helene y Milton pusieron de relieve los riesgos que corren los adultos mayores.
Las tormentas obligaron a miles de personas a evacuar, casi siempre a refugios con poco más que alimentos y colchones en el suelo, y mal equipados para necesidades médicas.
Las inundaciones aislaron muchas viviendas rurales, dejando varados a adultos mayores. En algunas zonas, el suministro eléctrico se cortó durante semanas. Los sistemas de emergencia se vieron desbordados.
Un tornado azotó una comunidad de ancianos en Port St. Lucie, Florida, durante Milton, causando la muerte de seis personas. Algunos centros de atención a largo plazo se quedaron sin electricidad ni agua cuando golpeó el huracán Helene.
Al mismo tiempo, varios adultos mayores optaron por quedarse en casas en peligro por temor a ser separados de sus mascotas o a que sus casas fueran saqueadas.
Estos eventos no solo son trágicos, sino también predecibles. Muchos adultos mayores no pueden evacuar sin ayuda, y muchos centros de evacuación no están preparados para atender sus necesidades.
5 pasos importantes para prepararse
Ayudar a los adultos mayores a prepararse para emergencias debe involucrar a toda la familia para que todos sepan qué esperar. Los mejores planes son personales, prácticos y proactivos, pero contienen algunos elementos comunes.
Aquí hay cinco pasos importantes:
1. Prepara una carpeta de emergencia con documentos importantes
Los desastres pueden dejar a los adultos mayores sin información esencial ni suministros que necesitan, como listas de recetas, registros financieros, dispositivos médicos y, lo que es más importante, información de contacto para comunicarse con familiares, amigos y vecinos que podrían ayudarlos.
Muchos adultos mayores dependen de números de teléfono programados. Si pierden su teléfono o se les agota la batería, podrían no saber cómo comunicarse con sus amigos o seres queridos, por lo que es útil tener una copia impresa de los números de teléfono.
Considera fomentar el uso de pulseras o tarjetas de identificación médica para aquellas personas con pérdida de memoria.

Documentos clave como escrituras, testamentos, poderes notariales o pólizas de seguro suelen estar en físico y pueden olvidarse o perderse fácilmente durante una evacuación de emergencia.
Utiliza un almacenamiento impermeable y fácil de transportar y comparte copias con cuidadores y familiares de confianza en caso de pérdida de dichos documentos.
2. Tener medicamentos y equipos de respaldo
Piensa en los dispositivos de asistencia y las necesidades de salud de esa persona. Es importante tener baterías de repuesto a mano, así como recordar llevar cargadores y dispositivos de ayuda para la movilidad, como andaderas, bastones, scooters o sillas de ruedas. No olvides que los animales de servicio facilitan la movilidad, por lo que contar con provisiones de comida será importante durante un huracán o una evacuación.
Pídeles a los médicos que te proporcionen un kit de medicamentos de emergencia en caso de que los suministros se agoten durante un desastre.
Si la persona se queda en casa, prepárate para al menos 72 horas de autosuficiencia en caso de un corte de luz. Esto significa tener suficiente agua embotellada, alimento extra para mascotas y comida para humanos que no necesite refrigeración ni cocción.
3. Mapea las rutas de evacuación y las opciones de refugio
Identifica refugios temporales en cada Estado de la República, que probablemente puedan atender a adultos mayores con discapacidades cognitivas y de movilidad. Si la persona tiene mascotas, también haga un plan para ellas; muchas zonas tendrán al menos un refugio que admita mascotas, pero no todos los refugios las aceptan.
Determina cómo llegará la persona a un refugio y crea un plan B en caso de que su transporte habitual no sea una opción. Decida también adónde irá y cómo llegará si no puede regresar a casa después de una tormenta.
Si su ser querido vive en un centro de atención, solicite ver el plan contra huracanes de ese centro.
4. Crea un sistema de check-in para varias personas
No dependas solo de un cuidador o familiar para supervisar a los adultos mayores. Involucra a vecinos, comunidades religiosas o servicios locales como comidas a domicilio, asistencia con el transporte, grupos de apoyo y centros para personas mayores. La redundancia es crucial cuando fallan los sistemas.
5. Practica el plan
Revise los pasos de evacuación con anticipación para que todos sepan qué hacer. Ejecutar el plan debería ser algo natural, no una tarea apresurada durante un desastre o crisis.
Planificación para y con los adultos mayores
La planificación de emergencias no es algo que se hace para los adultos mayores, es algo que se hace con ellos.
Los ancianos aportan no solo vulnerabilidad, sino también sabiduría. Sus preferencias y autonomía deberán guiar las decisiones para que el plan tenga éxito en una crisis.
Eso significa escuchar sus necesidades, respetar su independencia y asegurarse de que los cuidadores tengan planes realistas. Es un cambio importante: pasar de simplemente reaccionar ante una tormenta a prepararse con un propósito.
Lee Ann Rawlins Williams es profesora clínica adjunta de estudios de educación, salud y comportamiento en la Universidad de Dakota del Norte.