
La sonda Parker captó las imágenes más cercanas del Sol que revelan por primera vez en alta resolución impresionantes erupciones de plasma apiladas unas sobre otras. Estas eyecciones, conocidas como eyecciones de masa coronal (CME), ofrecen detalles inéditos sobre el viento solar, una auténtica joya para los científicos que estudian el clima espacial.
La NASA presentó estas imágenes capturadas por la sonda Parker el 24 de diciembre de 2024. Estas fotos prometen mejorar nuestro entendimiento del clima espacial y ayudarán a proteger a la Tierra de las amenazas que vienen del Sol.
“Esperábamos este momento desde finales de los años 50”, declaró Nour Rawafi, responsable científica de la misión Parker.
Aunque otras sondas espaciales habían estudiado el Sol antes, siempre fue a una distancia mucho mayor. La misión, lanzada en 2018, lleva el nombre del astrofísico estadounidense Eugene Parker, quien describió por primera vez en 1958 el fenómeno de los vientos solares: esos flujos constantes de partículas que emite el Sol.
Recientemente, la sonda entró en su órbita final y se acercó a aproximadamente 6.1 millones de kilómetros de la superficie solar. Un récord de proximidad alcanzado por primera vez en Navidad de 2024 y que se repitió dos veces más, en marzo y junio, al seguir un ciclo de 88 días.
Para que te des una idea: si la distancia entre la Tierra y el Sol fuera un kilómetro, Parker habría estado a apenas cuarenta metros de la estrella.
Auroras boreales, viento solar y estructuras ocultas
La única cámara a bordo, llamada WISPR, capturó imágenes mientras la sonda exploraba la capa más externa de la atmósfera solar, conocida como la corona.
Unidas en un video de pocos segundos, estas imágenes muestran por primera vez en alta resolución las eyecciones de masa coronal (CME), enormes chorros de partículas ionizadas que juegan un papel clave en los fenómenos del clima espacial.
Estas erupciones son, entre otras cosas, responsables de las impresionantes auroras boreales que se vieron en muchas partes del mundo el pasado mayo.
“Tenemos varias CME apiladas unas sobre otras, y eso es lo que las hace tan especiales”, explica Nour Rawafi. “Es realmente increíble ver esta dinámica en acción”, agrega.
Otro dato sorprendente: el viento solar, que se desplaza desde la izquierda en las imágenes, dibuja una estructura llamada capa de corriente heliosférica, un límite invisible donde el campo magnético del Sol oscila entre el norte y el sur.
Esta capa es fundamental porque influye en la propagación de las erupciones solares y en el impacto que pueden tener en la Tierra.
El clima espacial puede causar daños graves, como sobrecargar redes eléctricas, interrumpir comunicaciones y afectar satélites. Además, prevenir colisiones entre los miles de satélites que entrarán en órbita en los próximos años se vuelve cada vez más complicado, sobre todo cuando ocurren perturbaciones solares que pueden desviar sus trayectorias.
Las tormentas más intensas del Sol están por llegar
El Sol se acerca ahora al mínimo de su ciclo de actividad, que se espera en unos cinco o seis años. Curiosamente, algunas de las tormentas solares más fuertes se registraron durante esta fase descendente, como las “tormentas de Halloween” de 2003, que obligaron a los astronautas en la Estación Espacial Internacional a tomar precauciones extras contra la radiación.
“Captar una de estas gigantescas erupciones (…) sería un sueño”, dice Rawafi.
La sonda Parker aún tiene más combustible del que se esperaba y podría operar durante décadas, hasta que sus paneles solares pierdan la capacidad para mantener la orientación del aparato. Cuando la misión termine, la nave se desintegrará poco a poco, hasta convertirse, en palabras de Rawafi, “en parte del viento solar mismo”.