
En mis cursos de escritura y retórica, los estudiantes tienen muchas opiniones sobre si la inteligencia artificial es inteligente: qué tan bien puede evaluar, analizar, valorar y comunicar información.
Sin embargo, cuando pregunto si la inteligencia artificial puede “pensar”, a menudo contemplo un mar de rostros en blanco. ¿Qué es “pensar” y en qué se parece o se diferencia de la “inteligencia”?
Podríamos tratar ambos conceptos como sinónimos, pero los filósofos han marcado matices entre ellos desde hace milenios. Los filósofos griegos no conocían la tecnología del siglo XXI, pero sus ideas sobre el intelecto y el pensamiento pueden ayudarnos a comprender lo que está en juego hoy con la inteligencia artificial.
La línea dividida
Aunque las palabras en inglés “intellect” (intelecto) y “thinking” (pensar) no tienen equivalentes directos en el griego antiguo, analizar los textos antiguos ofrece comparaciones útiles.
En La República, por ejemplo, Platón utiliza la analogía de una “línea dividida” que separa formas superiores e inferiores de comprensión.
Platón, quien enseñó en el siglo IV a. C., sostenía que cada persona tiene una capacidad intuitiva para reconocer la verdad. A esto lo llamó la forma más alta de entendimiento: noesis. Noesis permite la aprehensión más allá de la razón, la creencia o la percepción sensorial. Es una forma de “saber” algo, pero, en la visión de Platón, también es una propiedad del alma.
Un nivel más abajo —pero aún por encima de su “línea divisoria”— está la dianoia, o razón, que se basa en la argumentación. Debajo de la línea están sus formas inferiores de comprensión: pistis, o creencia, y eikasia, o imaginación.
Pistis es la creencia influida por la experiencia y la percepción sensorial: información que una persona puede examinar críticamente y razonar. Eikasia, en cambio, según Platón, es una opinión sin fundamento basada en una percepción falsa.
En la jerarquía de capacidades mentales de Platón, la comprensión directa e intuitiva está en la cima, y el input físico momentáneo en la base. La parte superior de la jerarquía conduce al conocimiento verdadero y absoluto, mientras que la inferior se presta a impresiones y creencias erróneas. Pero la intuición, según Platón, es parte del alma y se encarna en forma humana. Percibir la realidad trasciende el cuerpo, pero aún así lo necesita.
Así que, aunque Platón no distingue entre “inteligencia” y “pensamiento”, yo argumentaría que sus distinciones pueden ayudarnos a reflexionar sobre la inteligencia artificial. Sin un cuerpo, la IA quizá no “piense” ni “comprenda” como lo hacen los humanos. Eikasia —la forma más baja de comprensión, basada en percepciones falsas— podría asemejarse a las frecuentes “alucinaciones” de la IA, cuando inventa información que parece plausible pero que en realidad es incorrecta.
Pensamiento encarnado
Aristóteles, alumno de Platón, aporta más claridad sobre la inteligencia y el pensamiento.
En Sobre el alma, Aristóteles distingue entre el intelecto “activo” y el “pasivo”. El intelecto activo, que él llama nous, es inmaterial. Da significado a partir de la experiencia, pero trasciende la percepción corporal. El intelecto pasivo es corporal: recibe impresiones sensoriales sin razonamiento.
Podríamos decir que estos procesos activos y pasivos, juntos, constituyen el “pensar”. Hoy en día, la palabra “inteligencia” tiene una cualidad lógica que los cálculos de la IA podrían replicar. Sin embargo, Aristóteles, al igual que Platón, sugiere que “pensar” requiere una forma encarnada y va más allá de la mera razón.
Las ideas de Aristóteles sobre la retórica también muestran que la deliberación y el juicio requieren cuerpo, sentimiento y experiencia. Podríamos pensar que la retórica es persuasión, pero en realidad se trata más bien de observación: observar y evaluar cómo la evidencia, la emoción y el carácter moldean el pensamiento y las decisiones de las personas. Los hechos importan, pero las emociones y las personas nos mueven, y parece cuestionable que la IA utilice la retórica de esta manera.
Finalmente, el concepto aristotélico de phronesis aporta más luz sobre la capacidad de la inteligencia artificial para pensar. En Ética a Nicómaco, define phronesis como “sabiduría práctica” o “prudencia”. Phronesis implica experiencia vivida que determina no solo el pensamiento correcto, sino también cómo aplicar esos pensamientos a “buenos fines” o acciones virtuosas. La IA puede analizar grandes conjuntos de datos para llegar a conclusiones, pero la phronesis va más allá de la información: consulta la sabiduría y la percepción moral.
¿Robots que piensan?
Hoy en día, la IA adopta muchas formas físicas, desde vehículos autónomos y robots humanoides hasta robots de atención médica y drones. Si la inteligencia requiere encarnación, como creían Platón y Aristóteles, podría parecer que la IA está más cerca que nunca de pensar como un ser humano.
La IA adopta muchas formas, sí, pero no son cuerpos en sentido estricto; funcionan con código, algoritmos y conjuntos de datos. La comprensión intuitiva, la emoción, la integridad y la sabiduría práctica parecen requerir una forma encarnada y perecedera, que se mueve por la experiencia.
Quizá deberíamos preguntarle a la propia IA —y eso hice. Cuando le planteé a ChatGPT la simple pregunta: “¿Puedes pensar?”, respondió:
“Puedo procesar información, analizar patrones y generar respuestas basadas en datos. Así que, en algunos aspectos, podría ‘parecer’ que estoy pensando. Pero no es pensar como lo hace un humano. No tengo consciencia, emociones, intenciones ni conciencia. Todo lo que ‘hago’ se basa en patrones aprendidos de grandes cantidades de texto y un conjunto de reglas y probabilidades. Puedo ‘simular’ ciertos aspectos del pensamiento, pero no pienso ni comprendo verdaderamente en el sentido humano.”
Esa respuesta coincide con las ideas de Platón y Aristóteles. Por ahora.
Ryan Leack es profesor adjunto de escritura en la Facultad de Letras, Artes y Ciencias Dornsife de la USC.
Este artículo se republica de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lee el artículo original.