
Este artículo contiene spoilers de Amores Materialistas.
La película se presenta como una comedia romántica con una perspectiva cínica y pragmática sobre las relaciones de pareja. Su protagonista, Lucy (Dakota Johnson), casamentera profesional, insiste en que una relación exitosa se basa en encontrar las cualidades adecuadas: salario, patrimonio, altura, peso y edad. El hombre debe ser alto, la mujer joven y delgada; ambos deben ser ricos.
Este es un mundo de normas de género tradicionales, por lo que la película no se centra en las relaciones queer. Esto va más allá de un chiste cuando Lucy entrevista a una mujer que busca a una lesbiana republicana.
A medida que avanza la película, la filosofía casamentera de Lucy se pone a prueba al conocer a Harry (Pedro Pascal): alto, delgado, guapo, rico y soltero (lo que en el mundo de las agencias matrimoniales de la película llaman “un unicornio”). Al mismo tiempo, se encuentra con su exnovio John (Chris Evans), quien, a pesar de ser también alto, delgado y guapo, es pobre y vive en un apartamento miserable con compañeros disfuncionales (todas las razones por las que rompieron la primera vez).
La película gira en torno a la pregunta: ¿qué elegirá Lucy, el amor o el dinero?
Como experto en comedias románticas, puedo decirles que desde hace mucho tiempo nos preocupamos por el tema de la unión del romance y el dinero, incluso si la economía queda relegada con buen gusto a un segundo plano.
El punto de partida de la trama romántica fue Orgullo y prejuicio de Jane Austen, que sentó las bases. Elizabeth Bennet se enamoró del señor Darcy, y fue una maravillosa coincidencia que, precisamente, él fuera rico.
Las tramas que nos hicieron ver el romance desde otro punto de vista
Desde entonces, esta trama se repitió en Mujer Bonita (1990), Sexo en Nueva York (1998-2004), El diario de Bridget Jones (2001), Tienes un e-mail (1998) y Locamente millonarios (2018), por nombrar solo algunas. En estos romances, una parte clave de la fantasía no es solo que la mujer (pues siempre es una mujer) se salva de la soltería abyecta, sino que accede a la alta sociedad gracias a la riqueza de su pareja.
Amores Materialistas intenta desbaratar esta fantasía al destacar el papel del dinero en las relaciones. Una escena deliciosa ocurre al principio, cuando Lucy es llamada a una suite nupcial donde su clienta duda del hombre con el que se va a casar. La suite parece cara y la novia es hermosa.
Lucy le pregunta a la novia por qué, en sus momentos más oscuros, quiere casarse con su prometido. La novia responde tímidamente que eso pone celosa a su hermana. Su prometido es más guapo, más alto y más rico que el esposo de su hermana. Un destello en los ojos de Lucy le sugiere que puede aceptarlo. Se trata de ser valorada, Lucy le asegura a la novia que quiere ser vista y recibir lo que merece.
Lo que está en juego en este mundo es claro: un buen partido es una cuestión de percepción y prestigio, y las implicaciones emocionales que conlleva pueden manipularse para justificar estos estándares.
La ilusión del “buen partido”
Sin embargo, el creciente triángulo amoroso entre Lucy, Harry y John confunde estas perspectivas. El hermoso, tierno y sobrio debut de la directora y guionista Celine Song en Past Lives (2023), también exploró un triángulo amoroso. Si bien los enredos románticos de esta película eran sutiles, los riesgos emocionales siempre eran evidentes. Esto no es tan cierto en Amores Materialistas.
Lucy insiste en que casarse con alguien rico no es negociable para ella, pero luego rompe con Harry sin razón aparente. Justo antes de la escena de la ruptura, la película revela un giro extraño en la historia. Harry se sometió a una dolorosa e invasiva cirugía de alargamiento de piernas, lo que le permitió alcanzar la altura crítica de 1.83 metros. Lucy insiste en que esa no es la razón por la que rompe con Harry, y la película parece creerla, por lo que el papel de esta trama no está claro. ¿Será que, en este mundo, las mujeres (excepto Lucy, quizás) son tan superficiales como los hombres?

El amor y el dinero siguen marcados por raza, clase y tradición
Lucy vuelve con John a pesar de no tener ninguna indicación clara de lo que él le ofrece, ni emocional ni económicamente, sobre todo porque su situación no ha cambiado. Y esto sin mencionar una historia de agresión sexual incómodamente forzada, ni el papel de la raza y la etnia en el emparejamiento.
Al igual que la sexualidad queer, la raza se presenta como una broma por parte de un personaje blanco que solo quiere salir con otras personas blancas. Además, el papel de la herencia de Harry (Pascal es latino) no se mencionó como un problema potencial para los protestantes anglosajones blancos, que conforman la mayoría de la élite neoyorquina.
En definitiva, la película sugiere que cada uno debería mantenerse en su propio camino. Lucy y Harry provienen de mundos diferentes, mientras que los de Lucy y John son muy similares. Como se confiesan mutuamente, además de provenir de familias modestas, ambos fuman, provienen de “familias de mierda” y apoyan la política de izquierdas.
La trama de Orgullo y prejuicio puede ser una burda fantasía de movilidad social, pero Amores Materialistas parece aún más conservadora. Si no está claro si Lucy y John se casan por amor o por dinero, ¿para qué se casan?
Sarah Louise Smyth, profesora en el Departamento de Literatura, Cine y Estudios Teatrales, Universidad de Essex.
Este artículo se republicó de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lee el original aquí.