
Todavía recuerdo la primera vez que probé las Google Glass. Tenía 12 años y un amigo de mis padres acababa de recibir unas; estaba completamente fascinado. Era como un vistazo al futuro de los wearables con IA.
Más de una década después, ese futuro nunca llegó. En cambio, estamos rodeados por un cementerio de wearables inteligentes que nunca llegaron a consolidarse. Entonces, ¿qué es lo que realmente falta?
Hoy en día, está surgiendo una nueva generación de wearables habilitados con IA, con dispositivos que prometen incorporar inteligencia directamente a los objetos que llevamos y usamos todos los días.
Y, sin embargo, la mayor parte de lo que vemos todavía se siente como un déjà vu de la era inicial de los relojes inteligentes: un micrófono, un pizarrón y una vaga promesa de productividad. La atención se centra en lo que hace el dispositivo, no en cómo vive en el mundo.
El minimalismo no es suficiente
La estética limpia y cepillada de aluminio de Apple domina la tecnología por una razón. Y sí, incluso funciona en wearables. El Apple Watch demostró que el minimalismo puede trascender cuando se combina con la expresión personal. No era solo un mini iPhone en la muñeca; venía con correas de metal, cuero y tela, colaboraciones con Hermès e innumerables maneras de expresar la identidad. En otras palabras, funcionó porque se convirtió en parte del estilo personal de la gente, no era un accesorio separado.
En el momento en que le pides a alguien que use algo, las reglas cambian. Deja de ser una herramienta para convertirse en un reflejo. No solo estás lanzando un producto, sino que le estás pidiendo a alguien que deje que el mundo lo vea de otra manera.
La ecuación perfecta: adopción
El dispositivo portátil de IA ganador resuelve dos problemas simultáneamente:
- Utilidad funcional: hacer la vida significativamente más fácil.
- Aceptación social: integrarse perfectamente al mundo para que deje de ser un dispositivo y comience a ser parte de ti.
La mayoría de los dispositivos actuales parecen pensados para quiens hacen reseñas tech o hackatones, no para la vida cotidiana de la gente real. Son toscos, demasiado llamativos y hacen que los usuarios sientan que deben justificar su uso. La adopción se desvanece en cuanto alguien tiene que explicar el dispositivo a quienes lo rodean.
El Oura Ring, en cambio, va más allá de medir el sueño: es lo suficientemente discreto como para caber en un joyero y elegante para formar parte del día a día. Supera la prueba definitiva. ¿Lo seguirías usando si se quedara sin batería? La mayoría de los dispositivos fallan, pero los objetos culturales auténticos como este, no.
Por qué este momento importa
Apple llegó con novedades: el iPhone 17, el Watch Series 11 y el Watch Ultra 3. Los primeros informes sugieren nuevas funciones de salud basadas en IA. Pero, por muy potentes que sean, su diseño sigue siendo robusto, utilitario y sin lugar a dudas, “tecnológico”. Esto abre el camino a nuevos participantes que redefinan la categoría, no como gadgets, sino como objetos personales con significado.
Al mismo tiempo, la Generación Z lidera una ola de estilo hiperpersonal, cuidando cada detalle de su estética para definir su identidad. La tecnología de la moda en 2025 se está volviendo más humana y automatizada, fusionando la expresión física con las capas digitales. Para que los wearables sean relevantes, deben vivir en esta intersección de cultura e inteligencia.
La oportunidad perdida
Marshall McLuhan escribió una vez que los medios y las herramientas son extensiones de nosotros mismos. Las gafas amplían nuestra visión. La ropa extiende nuestra piel. Los coches extienden nuestras piernas. En ese sentido, un dispositivo portátil de IA verdaderamente personal amplía la memoria, la atención y la presencia. La IA invisible no se trata de sigilo, sino de integrarse a la vida a la perfección. No es una idea de último momento; ese es el objetivo.
Los wearables con IA podrían ser la tecnología de consumo más personal de la historia. Dispositivos que conocen tu contexto, comprenden tus preferencias y anticipan tus necesidades en tiempo real.
La mayoría de los dispositivos actuales desaprovechan esa oportunidad. Priorizan la función y dejan la cultura al final. Deben existir donde la gente ya se expresa: en la ropa, las joyas, las gafas y los relojes. Objetos que tienen significado antes de tener circuitos.
Este es el desafío
Para quienes desarrollamos tecnología en este sector, el objetivo no son solo mejores funciones ni chips más rápidos. Se nos pide que diseñemos algo que las personas estén dispuesta a usar, lo que significa que debe reflejar quiénes son, no solo lo que la tecnología puede hacer.
Esa es la verdadera prueba para un dispositivo portátil con IA: ¿alguien lo usaría incluso si se quedara sin batería?