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Moralización de la obesidad: cuando creemos (erróneamente) que el peso refleja el carácter de una persona

El arte, la ciencia y Ozempic muestran cómo la obesidad dejó de ser solo un tema de salud para convertirse en un juicio social.

Moralización de la obesidad: cuando creemos (erróneamente) que el peso refleja el carácter de una persona [Foto: Representación de la gula en la ‘Mesa de los pecados capitales’ (1500), de El Bosco. Museo del Pardo/Wikimedia Commons, CC BY

El Museo del Prado es una de las pinacotecas más visitadas del mundo. Una de las salas más apreciadas por los amantes del arte es la que contiene la colección de obras de El Bosco. El espectador no debería irse de Madrid sin antes admirar la maravillosa Mesa de los Pecados Capitales.

En esta pieza, el artista italiano y flamenco representa con gran maestría los siete pecados que son principio y fuente de otros, de acuerdo con la tradición cristiana. En uno de los “radios” de la “rueda” (la obra tiene forma circular) aparece plasmada la gula, representado por un hombre con obesidad que come desaforado, sentado en una silla; mientras que un niño pequeño, también con sobrepeso, le reclama al adulto que comparta el festín.

La obesidad en el arte a lo largo del tiempo

Este cuadro es un buen ejemplo de una representación negativa de la obesidad en el arte. Es importante mencionar que, antiguamente, el exceso de peso era un símbolo de fertilidad, como atestigua la famosa Venus de Willendorf, que podemos ver en el Museo de Historia Natural de Viena. Sin embargo, con el trascurrir de los siglos, esa percepción se fue transformando paulatinamente.

Así, lo que en los albores de la humanidad era una característica física positiva, asociada a la fecundidad, con el paso del tiempo se acabó convirtiendo en un rasgo denostado. Es fundamental recalcar que ese juicio va más allá de su dimensión corporal, para acabar valorando también el carácter de la persona con exceso de peso.

Un ejemplo: el doble estándar de la semaglutida

El proceso por el cual la obesidad deja de ser vista como un mero problema de salud para que se perciba como como un estado moralmente reprobable (asociado a defectos como la pereza, la falta de autocontrol o la irresponsabilidad) es lo que conocemos en psicología como “moralización de la obesidad“. Es decir, estamos “moralizando” a un individuo cuando creemos que una característica física externa (el peso) es un indicador fiable del carácter.

Un buen ejemplo actual de este fenómeno lo encontramos con la semaglutida. Este fármaco, comercializado con nombres como Ozempic o Wegovy, ayuda a reducir los niveles de azúcar en la sangre y a disminuir el hambre al promover la sensación de saciedad. Al inicio lo tomaban principalmente pacientes con diabetes tipo 2, pero pronto se vio que este compuesto también funcionaba muy bien para la pérdida de peso.

El éxito abrumador de la semaglutida provocó que a finales de 2022 el producto escaseara en todo el mundo. ¿Quiénes eran los culpables de que este milagroso fármaco estuviese agotado? Según algunos usuarios, los obesos estaban “robando” los medicamentos a la pobre gente afectada por diabetes tipo 2. Es decir, mientras que los diabéticos necesitaban su remedio, las personas con obesidad simplemente podían perder peso sin medicarse, ya que al fin y al cabo el peso es supuestamente una pura cuestión de voluntad.

La teoría de los fundamentos morales

Una reciente investigación examinó precisamente cómo afecta esa moralización al prejuicio que se siente hacia las personas con sobrepeso. El estudio, realizado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) por los autores del presente artículo, trata de analizar cómo influyen algunos de los valores que forman parte de la conocida teoría de los fundamentales morales de Jonathan Haidt en la gordofobia.

Este profesor de la New York University Stern School of Business, autor del libro divulgativo de La mente de los justos, postula que la moralidad humana se basa en una serie de fundamentos universales. Entre ellos estarían el cuidado (es decir, la preocupación por proteger a otros de sufrir daño y la capacidad de sentir empatía) y la pureza (enfocada en evitar la contaminación, la degradación o la suciedad).

Nuestra investigación encontró que resaltar los beneficios sociales de la pureza aumentaba la moralización de la obesidad e intensificaba el estigma relacionado con el peso. Es decir, los participantes que creían que las sociedades más “puras” disfrutaban de un mayor bienestar y felicidad, moralizaban más la obesidad y, por tanto, rechazaban más a las personas con sobrepeso.

Campañas contra la gordofobia

Uno de los carteles de la campaña lanzada por el Collectif National des Associations d'Obèses francés.
Uno de los carteles de la campaña lanzada por el Collectif National des Associations d’Obèses francés. CNAO

Estudios de 2025 ponen de manifiesto la dificultad que existe al comunicar a las personas que el peso no depende exclusivamente de la voluntad personal. Por esa razón, las campañas para luchar contra la gordofobia que apelan meramente a argumentos racionales tienen problemas para cambiar las creencias de la gente.

Nuestros hallazgos sugieren que para reducir el estigma relacionado con el peso es necesario enfatizar valores morales como la empatía o la compasión (el fundamento moral de cuidado) en los mensajes de salud pública, con el fin de fomentar actitudes más inclusivas hacia los cuerpos no normativos.

En el ámbito internacional, recientes campañas a favor de las personas con obesidad inciden precisamente en esta idea. Por ejemplo, el Collectif National des Associations d’Obèses francés lanzó una serie de carteles enfatizando precisamente que “el peso de las palabras” en muchas ocasiones tiene un efecto más negativo sobre la persona con obesidad que la enfermedad en sí misma.

Por lo tanto, tratar de lograr que las personas con normopeso se pongan en el lugar de los obesos puede evitar que acabemos moralizándolos.


Alejandro Magallares, profesor titular del Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia y Cristian Catena-Fernández, docente investigador en Psicología Social y Política, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee aquí el original.

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