
Ya, en serio, ¿quién quiere ir a la oficina en estos tiempos? (inserte ruido de grillitos).
El diseño del espacio laboral se volvió el leitmotiv para el bienestar y la productividad. Lo dice la ciencia, y es que un estudio publicado en ResearchGate comprobó que los entornos bien diseñados no solo reducen el estrés, también mejoran la concentración y el rendimiento. Otro informe del World Green Building Council (WorldGBC), destacó la evidencia de que un diseño de oficina adecuado influye significativamente en la salud, el bienestar y la productividad del personal.
Aristóteles nos lo advirtió, somos “animales políticos”. En las oficinas —aunque a veces no lo parezca— esa dimensión social pesa. Las oficinas dejaron de ser espacios estáticos; ahora se parecen más a un tablero de LEGO gigante, donde cada escritorio, sala o sillón puede moverse y transformarse según las necesidades del equipo.
Sí, tu silla importa (y mucho más de lo que crees)
Los Gen X, Boomers y Millennials saben muy bien lo que era trabajar en cubículos grises, soportar luces frías y sillas incómodas que parecían diseñadas para castigos medievales. Luego caímos en la trampa de los espacios abiertos “para mejorar la colaboración” y la concentración se fue al diablo. Actualmente entendemos que esos espacios no solo drenan energía, también pasan factura a la salud física y mental.
No es casualidad que las empresas inviertan en rediseñar sus oficinas. Y no hablamos solo de colores bonitos, cafeterías de moda o salas “instagrameables”, el enfoque está en ergonomía, acústica y dinámicas que permitan la colaboración.
Las estructuras rígidas ya son cosa del pasado, por eso los edificios de oficinas en la Ciudad de México se están quedando vacíos. Al primer semestre de 2025, la tasa de desocupación de oficinas alcanzó 18.4%, el nivel más bajo en cinco años, según CBRE México. En las zonas más activas —Polanco, Reforma y Lomas Palmas— la vacancia bajó todavía más, a 13.81% durante el primer trimestre.
La tendencia también se refleja en otras ciudades que compiten por talento e inversión. En Guadalajara, las oficinas clase A cerraron el primer trimestre de 2025 con 12% de vacancia, y en Monterrey el mismo periodo mostró 15.6%, mejorando respecto al año anterior.
Estos números revelan que, aunque muchas oficinas siguen vacías, ciertas ciudades están marcando el ritmo de recuperación. Esto obliga a las empresas a reflexionar no solo cuánto espacio usan, sino cómo lo diseñan, pensando en que los espacios de trabajo sean lugares seguros donde realmente queramos estar.
La oficina del futuro: humana, flexible y productiva
Las empresas enfrentan un nuevo reto: convencer a los trabajadores de que vale la pena regresar, pero la pregunta es si es sostenible. Los empleados quieren flexibilidad, opciones y poder decidir dónde y cómo rinden mejor. “Cada vez más compañías buscan espacios que no solo alberguen personas, sino que faciliten distintos tipos de trabajo”, contó Mario Espinosa, vicepresidente de MillerKnoll en entrevista con Fast Company México. “El espacio tiene que moverse al ritmo de la gente, ofrecer opciones y, sobre todo, invitar a quedarse”.
El director nos recordó que una organización es como un templo donde trabajamos y pertenecemos. “Por eso es fundamental generar espacios que den la bienvenida, que sean incluyentes y permitan elegir entre concentrarse, colaborar o socializar”. Además, reiteró que tiene que ser una propuesta de valor de suma positiva. “Porque si la gente tiene que hacer esfuerzos para ir a un lugar que no tiene chiste, que no tiene sentido, que está mal diseñado, que está mal soportado, no funciona”.
El confort en la oficina no es un lujo, es parte del engranaje productivo. Estar incómodo —sudar en una sala sin ventilación, cambiar de postura constantemente o trabajar con mala iluminación— interrumpe la concentración como una interrupción externa. “Es como el sueño: puedes dormir siete horas, pero si te despiertas varias veces, nunca descansas bien”, explicó Espinosa.
Ese tipo de distracciones cortan procesos de creación y ralentizan el trabajo. Un diseño ergonómico y pensado en la experiencia humana prolonga ciclos de atención y mejora la eficiencia de equipos completos. La NOM-035 y NOM-037 obligan a garantizar espacios ergonómicos y seguros, cuidando la salud física y psicosocial de los empleados. Para Espinosa, antes que una exigencia de ley, se trata de un compromiso empático y humano.
“Primero tiene que empezar con la voluntad de hacer las cosas bien por la gente”, subrayó. Y va de la mano con una cultura organizacional clara, enfocarse en competencias centrales, dar el máximo esfuerzo sin poner al cliente en riesgo y, sobre todo, tener un propósito propio.
El ejemplo de MillerKnoll en México
“Le damos forma al espacio, y luego el espacio nos da forma a nosotros”, nos recordó Espinosa, que es una frase de Winston Churchill, y hoy tiene una dimensión nueva. “La experiencia del ser humano dentro del espacio es fundamental”, subrayó. “Comienza con los sentidos: olores, iluminación, sonido, música, texturas, sensación de seguridad. Todo esto determina cómo nos sentimos y trabajamos”.
MillerKnoll acaba de inaugurar una planta en Monterrey, y su filosofía es que todo lo que venden, ellos mismos lo producen. La fábrica opera con proveeduría local y procesos meticulosos, donde cada detalle importa. Cada silla y sofá tapizado pasa por controles estrictos de calidad. Tienen un estándar llamado “Max Soft”, con costuras en zigzag que aseguran que cada mueble conserve la misma forma y confort. En un turno, producen 600 sillas y 250 sofás, pero nada sale de la planta si no cumple con el “perfect match”, significa que las telas y costuras deben alinearse de manera unánime.

El cuidado en la manufactura refleja su visión de lo que debería ser la experiencia en una oficina, funcional, ergonómica y humana. Según Marinka González, Showroom Designer de MillerKnoll y responsable de diseño de facilities en México y Latam, sus propias oficinas están pensadas para tres niveles de experiencia:
- Individual: cabinas de contención de ruido, estaciones abiertas y salas de entrada para concentrarse.
- Colaborativo: salas abiertas de juntas y distintos formatos de encuentro para el trabajo en equipo.
- Social: áreas como el comedor, diseñadas para propiciar la conexión entre empleados.

Pero no solo se trata de mobiliario. La oficina de MillerKnoll también cuida la luz natural, con ventanales de doble altura, y la acústica, con salas tratadas contra el ruido. Todo está pensado para que el espacio respalde el trabajo de la gente, pero también su bienestar.
El mensaje nos quedó claro. La oficina del futuro no es solo un lugar donde caben escritorios. Es un espacio que por lo menos debería ser más flexible, pensado para conectar a las personas y aprovechar el potencial que ya existe en México.