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4 mentalidades que cambiarán tu manera de ver el futuro

Seguro te sentirás identificado con una (o varias) de estas cuatro mentalidades.

4 mentalidades que cambiarán tu manera de ver el futuro [Foto: Freepik]

Necesitamos tener una conversación seria y aprender a pensar en el futuro, pero no como todos lo hacen. Los seres humanos hablamos una y otra vez sobre lo que el futuro nos depara. Lo que rara vez discutimos, y que debemos empezar a abordar, es cómo pensamos sobre este tema.

Al comprender cómo las personas procesan sus pensamientos sobre el futuro, todos podemos convertirnos en críticos más capacitados para enfrentar los desafíos que vienen. Si queremos construir un mejor porvenir, necesitamos personas que piensen de manera más crítica y consciente sobre lo que viene. Yo diría “mejores futuristas”.

1. Pensar en el futuro es importante

Hay una sensación de curiosidad, incertidumbre y ansiedad sobre el futuro. Las búsquedas en Google de “¿Cómo será el futuro?” se triplicaron desde 2020. Creo que se debe a que experimentamos más cambios en los últimos cien años que en cualquier otro momento de la historia.

Hace cien años, aún no se había inventado la penicilina, y menos de la mitad de los hogares estadounidenses tenían electricidad. Mi padre, que vivía en el Reino Unido, vivió el mundo antes de la creación de los álbumes de vinilo y el mundo después de la creación de ChatGPT, ¿te imaginas?

Por otro lado, cuando nací había la mitad de personas en la Tierra que hoy. Gran parte de este cambio acelerado trajo consecuencias, y muchas de las cosas que intentamos solucionar hoy son resultado de la insuficiente reflexión sobre el futuro de las generaciones anteriores. Esto debe cambiar. Para empezar, necesitamos conversar sobre nuestra capacidad de pensar en el futuro.

Veo el mundo a través de una lente de diseño, pero durante mi carrera me la pasé rodeado de emprendedores, científicos; ingenieros; estrategas; inversores; líderes empresariales y legisladores, y parece que nadie es hábil para tener pensamientos saludables sobre el futuro.

Esta habilidad se subestima, no es bien financiada y se enseña poco. Nuestra manera de pensar sobre el futuro tiende a caer en una de cuatro variantes principales: futurismo del podría, debería, quizá o… futurismo del no.

2. El futurismo del “podría suceder”

El “futurismo” es un término que explica una corriente de pensamiento sobre el futuro con optimismo y creatividad. Probablemente sea el tipo de futurismo más conocido y aceptado públicamente. Si buscas “futurista” en Google Imágenes, verás visiones de coches voladores, robots humanoides y arquitectura de cristal.

Este es el tipo de cosas que ves de los futuristas en los escenarios de conferencias o cuando los invitan a la televisión, y estos conceptos los vemos también en ferias comerciales o exposiciones. Este futurismo se basa en la idea modernista de crecimiento y cambio a través del progreso, la mecanización y el industrialismo. Esta manera de pensar en el futuro creció en gran medida en paralelo con el auge de la ciencia ficción, que alimentó las mentes de líderes poderosos. Es emocionante, nos da una sensación de libertad y tiene la intención de impactar.

Pero el futurismo del “podría suceder” tiene debilidades que se pasan por alto. Al igual que la narrativa de ciencia ficción, este tipo de futurismo es heroico. Trata el futuro como un mundo lleno de personajes extremos que viven experiencias extremas y se acerca más a la publicidad que a la realidad.

Nos invita a imaginar un futuro de cambios extremos, pero rara vez aborda las transiciones o transformaciones profundas. Aunque presume de su creatividad, el futurismo del “podría suceder” es repetitivo, como lo muestran los resultados de búsqueda en Google. Se convierte en un sustituto del pensamiento crítico, y ofrece símbolos simplificados que usamos en presentaciones y conversaciones, pero carece de un análisis genuino y riguroso.

3. El “futurismo del deber”

Luego está otra corriente estratégica del futurismo que usan las empresas. Se centra en encontrar algún tipo de certeza y seguridad en el futuro. Antiguamente, esto se basaba principalmente en la adivinación y las predicciones de personajes como Nostradamus, o en abrir el vientre de una cabra e interpretar la forma de las entrañas que caían. Este futurismo nos permite acotar el futuro y enfocarnos en un escenario concreto que se proyecta más adelante.

En la sociedad contemporánea, el mundo del futurismo del “deber” está dominado principalmente por la estrategia corporativa. Se basa en la idea de que, de alguna manera, podemos tomar datos del pasado y convertir esa línea continua en una línea punteada que nos lleve a una posición en el futuro.

Si bien es útil, la desventaja de este pensamiento es que creamos piezas de ficción numérica bien diseñadas y bien ejecutadas. Esas líneas punteadas en los gráficos no son hechos reales. Una vez que la línea continua se convierte en una línea punteada, deja de ser un dato para convertirse en una historia.

A menudo encontrarás gente en el mundo del futurismo que hace predicciones o declaraciones audaces sobre cosas que “definitivamente” van a suceder. Les encanta esa cita de Wayne Gretzky: “Skate to where the puck is going, not where it has been“, es decir, en lugar de enfocarte en los problemas pasados o en las oportunidades que ya se presentaron, debes mirar hacia adelante y actuar en función de hacia dónde se dirige la situación.

Pero saber dónde estará el disco o saber a dónde se dirige la situación, es otra historia. Este tipo de pensamiento tiende a ver el mundo como un sistema que puede decodificarse, convertirse en un algoritmo y luego utilizarse para crear simulaciones.

Sin embargo, cualquiera que haya invertido en la Bolsa sabe que esa “línea punteada” que señala al futuro no es más que un cuento. Nuestro mundo es impredecible, lleno de variables y, al final, imposible de mapear con exactitud. Intentar proyectar el futuro con patrones históricos resulta poco confiable. En términos militares, vivimos en un mundo “VICA”: volátil, incierto, complejo y ambiguo.

4. El futurismo de “lo posible”

El “futurismo de la esperanza” surge de la idea de trazar múltiples escenarios para el futuro, como si jugara al ajedrez. Este pensamiento está arraigado, hasta cierto punto, en todos nosotros cuando planificamos un evento o consideramos eventualidades. Pero el Futurismo de la Esperanza se formalizó durante la Guerra Fría con organizaciones como la Corporación Rand y figuras como el físico Herman Kahn. También lo desarrollaron personas como Pierre Wack, quien trabajó para Royal Dutch Shell, intentando diseñar escenarios para el futuro de su negocio.

Hoy en día, esto se conoce principalmente como “previsión estratégica”, y probablemente sea una de las maneras modernas de futurismo más populares. Abarca una gran cantidad de metodologías, matrices, diagramas y técnicas para pensar el futuro como una serie de árboles de decisión.

El problema de esta clase de futurismo es que a veces se enreda en vocabulario difícil y diagramas que muestran infinitas posibilidades, pero rara vez ofrecen una respuesta concreta. Además, no es muy bueno imaginando escenarios.

A menudo pensamos que ciertas cosas son ridículas o improbables, pero basta con observar a empresas como Blockbuster, Nokia y Kodak, que no anticiparon lo que les esperaba en el futuro. O, si lo hicieron, lo situaron en el ámbito de lo “casi imposible”. Así funciona nuestro cerebro. Por eso, cuando observamos cosas como la magia y las ilusiones, nos llenan de asombro. Imaginar lo que podría suceder en el futuro y construir un número amplio de escenarios es extremadamente difícil.

5. Futurismo del “no”

El futurismo del “no” se centra en lo que podría salir mal o en las cosas que no queremos hacer. Podemos decir que su enfoque está en los escenarios distópicos.

El miedo es una herramienta narrativa poderosa; por eso, los cuentos de hadas y las fábulas suelen centrarse en lo que puede salir mal si tomamos decisiones equivocadas. Lo mismo ocurre en la política democrática, donde un partido en la oposición señala los posibles errores que podrían surgir si se siguen las reglas del poder dominante.

Este enfoque también está presente en movimientos como las protestas sociales. Hoy en día, surge una versión más matizada del futurismo del “no”, que se enfoca en las consecuencias y efectos secundarios de las decisiones que tomamos, así como en el impacto de los nuevos servicios y tecnologías que incorporamos a la sociedad.

El futurismo del “no” enfrenta varios problemas. Genera facciones divididas y discusiones polémicas, y muchas veces exige acciones inmediatas que resultan casi imposibles. Además, no se conecta fácilmente con las personas ni con las industrias que buscan generar cambios. Este tipo de futurismo es complejo por su sistema de valores. Lograr un equilibrio entre lo que no se debería hacer y lo que es posible cambiar puede ser todo un reto.


Este artículo apareció originalmente en la revista Next Big Idea Club y se volvió a publicar con permiso.

Nick Foster compartió cinco ideas clave de su nuevo libro, Could Should Might Don’t: How We Think About the Future.

Nick pasó los últimos 25 años trabajando en empresas a la vanguardia de la tecnología emergente, desde Apple y Sony hasta Nokia y Dyson. Recientemente, fue jefe de diseño en Google X. Se consolidó como una figura destacada en el campo del Diseño de Futuros. En 2021, recibió el título de Diseñador Real de la Industria, el máximo galardón para un diseñador británico.

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