
¿Cuántas empresarias, banqueras e industriales del pasado conoces? Sería comprensible pensar que, hasta hace relativamente poco, no había ninguna. Se suele asumir que las mujeres han pasado la mayor parte de la historia como amas de casa.
Pero aquí presentamos solo cinco de las muchas maneras en que las mujeres han impulsado la economía global desde la Edad de Piedra hasta la actualidad.
1. Creadoras del dinero global
Antes de los pagos electrónicos, los billetes y las monedas de plata, la tela, tejida por mujeres, era la forma de moneda más popular. Era ligera, no perecedera y más fácil de juzgar en términos de calidad que un trozo de metal precioso. Por lo tanto, la tela fue la base del primer auge comercial de la historia, conectando economías y personas de todo el mundo durante la Edad de Bronce.
Hace cuatro mil años, se empaquetaba en las alforjas de los burros que viajaban por las cumbres y llanuras de Eurasia en busca de estaño. Al mezclarse con cobre, este estaño creó un metal mucho más duro y maleable, el bronce, que impulsó una de las primeras revoluciones económicas de la historia de la humanidad —similar a la máquina de vapor, la electricidad e incluso la inteligencia artificial actual—. Al proporcionar la tela que financiaba el estaño, las mujeres estuvieron en el corazón de la revolución económica.
2. Constructoras de ciudades antiguas
Si bien la antigua Atenas pudo haber sido la cuna de la democracia —y el hogar de muchos grandes dramaturgos, filósofos y poetas—, fue la antigua Roma la que tuvo una economía mucho más próspera. Esto se debió en gran parte a que los romanos tenían una actitud mucho más favorable tanto hacia los negocios como hacia las mujeres. Las mujeres romanas no solo poseían barcos y tiendas —y comerciaban con su vino y aceite de oliva por todo el Mediterráneo—, sino que también ayudaron a construir la propia ciudad antigua. Un tercio de los yacimientos de arcilla que abastecían los ladrillos de la capital eran propiedad de mujeres y, en términos porcentuales, la proporción de fontaneras romanas era cuatro veces mayor que la de Estados Unidos en la actualidad.
3. Participantes del Comercio Internacional
Mientras Europa se desintegraba tras la caída del Imperio Romano, Oriente Medio se movía en la dirección opuesta, en gran parte gracias a una empresaria llamada Jadiya. En el siglo VI, Jadiya era una de las comerciantes más ricas que operaban en la ciudad oasis de La Meca. Su caravana comercial —una flota de animales de carga— transportaba telas, cuero y pieles de animales por los desiertos de Arabia y, para ayudar a cuidarla, contrató a un joven llamado Mahoma, conocido por su honestidad y dedicación. Tras forjar una relación comercial, Jadiya le propuso matrimonio al futuro profeta.
El apoyo financiero de Jadiya no solo fue crucial para la posterior expansión del islam, sino que la experiencia de la pareja en los negocios hizo que el comercio y la actividad mercantil fueran venerados en el Imperio Islámico temprano, impulsando una “Edad de Oro” que convirtió a Oriente Medio en la región más rica del mundo entre los siglos VIII y XI.
4. Innovadoras de tecnología
Desde Henry Ford hasta Bill Gates, los hombres suelen ser vistos como los genios heroicos que impulsaron las innovaciones tecnológicas que permitieron la prosperidad de nuestras economías. Sin embargo, en la China preindustrial, las mujeres lideraron la innovación, y ninguna más que Huang Dao Po.
Con tan solo 10 años, Dao Po huyó de su hogar para escapar de un matrimonio concertado y se embarcó en un barco rumbo a la isla de Hainan, donde conoció a las hilanderas y tejedoras del pueblo Li, quienes la acogieron bajo su protección y le enseñaron los secretos de su oficio. Posteriormente, al regresar a su ciudad natal, Songjiang —cerca de Shanghái—, montó un negocio de confección de telas de algodón y transmitió sus conocimientos de las técnicas más avanzadas de hilado y tejido a las mujeres locales. Las tecnologías que introdujo incluyeron una rueca de pedal que permitía hilar varios hilos a la vez, lo que cuadriplicó la productividad y convirtió a China en el centro de la producción textil mundial.
5. Inventoras de la banca de consumo
Para el siglo XVIII, Europa se estaba poniendo al día con China y Londres se encontraba en plena revolución financiera. Pero mientras los hombres atendían las necesidades financieras de la élite adinerada, las mujeres tenían la vista puesta en un mercado mucho más amplio. En 1798, Priscilla Wakefield fundó el primer banco de Inglaterra para mujeres y niños. En lugar de operar su banco desde lujosas oficinas, simplemente instaló una oficina en una escuela local, donde abría su libro de cuentas a depósitos de tan solo un penique. Impulsada por la creencia de que los peniques hacen libras y que ahorrar era la mejor manera de autoayuda, Wakefield veía la banca no solo como una forma de negocio, sino también como un medio para ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas.
Al igual que Wakefield en Inglaterra, Maggie L. Walker extendió los servicios bancarios a los grupos desfavorecidos de Estados Unidos. Hija de un exesclavo, a Walker le preocupaba la manera en que los bancos ignoraban las necesidades de los afroamericanos, por lo que se arremangó para llenar el vacío existente. En 1903, fundó el St. Luke’s Penny Savings Bank, convirtiéndose en la primera mujer estadounidense en fundar un banco. Entre Wakefield y Walker, hicieron que la banca fuera accesible a millones de personas comunes, creando así el mundo moderno de la banca de consumo.