[Foto: Moon Safari/Adobe Stock]
Que te pidan que te postules para un ascenso suele considerarse un triunfo rotundo, una confirmación de que tu trabajo es valorado y tu potencial reconocido. Sin embargo, para muchos profesionales de alto rendimiento, esa invitación puede generar tanto ambivalencia como entusiasmo.
Porque la pregunta no es solo “¿Puedo hacer esto?”, sino también “¿Quiero vivir de esta manera?”.
Los ascensos pueden impulsar tu carrera, pero también reconfiguran tu día a día, tus prioridades y tu equilibrio. El reto consiste en aprender a evaluar la oportunidad sin dejarse llevar por ella y discernir si realmente se ajusta a esta etapa de tu vida.
El reconocimiento sienta bien, hasta que la logística se pone en marcha
Existe una innegable satisfacción al ser reconocido. Alguien ha conectado tu competencia con tu potencial. Un ascenso puede ampliar tu alcance y potenciar tu impacto.
Pero el reconocimiento no es lo mismo que la preparación. Las mujeres a las que asesoro rara vez dudan de si pueden desempeñar el trabajo; dudan de si pueden hacerlo bien sin descuidar el estilo de vida que han construido con tanto esmero.
Antes de decir que sí, imagina un martes cualquiera dentro de seis meses. ¿Qué ocupa tu agenda? ¿Qué te llena de energía y qué te agota? Si la respuesta te da una sensación de amplitud, eso es información valiosa. Si te resulta agobiante, también lo es.
Cuidado con la mentalidad de “solo por práctica”
Muchas personas se presentan con bajas expectativas y se dicen a sí mismas que “solo hacen entrevistas para practicar”. Pero los procesos de entrevista están diseñados para atraerte: te hacen imaginarte en el puesto y te entusiasman con la posibilidad.
Eso no es motivo para desistir, pero sí para mantener la mente clara. Antes de empezar, define qué significa el éxito para que tus decisiones se basen en la intención, no en la inercia.
Haz dos preguntas para conectar con la tierra
Cuando te encuentras atrapado entre la ambición y la indecisión, dos preguntas pueden aclarar tus ideas:
- ¿Puedo aceptar el resultado si no me postulo y me disgusta quien obtenga el puesto?
Si esta idea te inquieta, puede indicar que te importa mucho el trabajo o la dirección de tu organización. Lo que parece ambivalencia podría ser, en realidad, convicción. - ¿Puedo aceptar el resultado si solicito la admisión y no la obtengo?
Si el rechazo afectaría tu autoestima, detente un momento y asegúrate de contar con el apoyo necesario para superarlo. Si puedes responder afirmativamente a ambas preguntas, actúas con claridad, no con miedo.
Disposición frente a voluntad
Cuando alguien dice: “Serías perfecto para esto”, es que reconocen tu disposición. Pero la voluntad —la energía y la capacidad para asumirlo— es una cuestión aparte.
Puede que tengas las credenciales y aun así sientas un “no” interno. Quizás tus hijos te necesiten de otra manera ahora, o tal vez por fin hayas encontrado el equilibrio tras años de intensidad. Eso no es falta de motivación, sino discernimiento. El crecimiento sostenible depende del momento oportuno.
El verdadero costo de estar “arriba”
El liderazgo suele traer consigo influencia, pero también más reuniones, intrigas y distanciamiento del trabajo que más te apasiona. Un cliente lo expresó sin rodeos: “Pensé que un ascenso significaría más libertad. Significó más reuniones sobre la libertad de los demás”.
Si las actividades diarias del nuevo puesto te resultan estimulantes, adelante. Si te resultan agotadoras, puedes tomarte un respiro. La ambición no implica decir que sí a todo.
Construye la infraestructura para el éxito
Si decides avanzar, hazlo con determinación. Un puesto de mayor responsabilidad requiere una base más sólida, tanto en el trabajo como en casa. Define claramente qué apoyo necesitarás, qué límites te permitirán mantenerte firme y qué puedes delegar. Triunfar en un puesto superior no se trata de hacer más solo, sino de diseñar sistemas que te ayuden a tener más control.
Decide y hazte cargo
Si aceptas, considera el proceso como una entrevista bidireccional. Pregunta sobre los recursos, las expectativas y qué significa realmente el éxito. Aborda el puesto con curiosidad y flexibilidad, no con perfeccionismo.
Si dices que no, hazlo con seguridad. Prueba con algo como: “Me siento honrado/a de que me hayan tenido en cuenta. Ahora mismo, estoy centrado/a en potenciar mi impacto donde estoy y quiero planificar con detenimiento mi próximo paso”. Eso no es evadir el tema, es liderazgo.
La paradoja de la promoción
Los ascensos pueden ser tanto gratificantes como desestabilizadores. Pueden aumentar tu influencia o agotarte. El objetivo no es tomar la decisión “correcta”, sino una decisión honesta.
Cuando alguien te toque el hombro y te diga: “Deberías presentar tu solicitud”, acepta el cumplido. Luego, respira hondo. Escucha las dos voces en tu interior: la que anhela crecer y la que anhela la paz. La verdadera sabiduría reside en el espacio entre ambas.
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