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La IA nos hizo más rápidos y productivos en el trabajo, pero hay que recordar que no es humana. Redacta nuestros correos electrónicos, resume nuestras reuniones e incluso nos recuerda que tomemos descansos. Pero este es el problema: en nuestra prisa por adoptar la IA, erosiona en silencio nuestras relaciones y la manera en que construimos vínculos humanos, tanto en el trabajo como en nuestra vida cotidiana.
Cada vez más personas utilizan herramientas como ChatGPT para facilitar la escritura, la orientación y la comunicación. Y muchos también recurren a ella para terapia y consejos sobre relaciones.
El problema es que la IA no comprende realmente a las personas como individuos únicos. Puede imitar la empatía, pero no puede entenderla. Puede predecir el tono, pero no puede percibir la intención.
La manera en que nos comunicamos con una persona no debería ser la misma que con otra, pero eso es precisamente lo que ocurre cuando delegamos los matices de la comunicación humana a una máquina.
Esto se refleja en el trabajo: 82% de los empleados reporta agotamiento laboral y 85% experimenta conflictos en el trabajo. La mayoría lo atribuye a la falta de comunicación, los malentendidos o la sensación de no ser tenidos en cuenta.
La IA nos enseña a escribir mejor, pero no necesariamente a comprender mejor. La comunicación escrita nunca estuvo tan refinada como ahora. Sin embargo, cuanto más optimizamos nuestras palabras, más desconectados nos sentimos unos de otros.
La importancia de respetar los matches humanos
La IA nos ayuda a comunicarnos, pero no debe convertirse en una muleta. Su verdadero potencial está en usarla como un espejo que nos permita comprendernos mejor a nosotros mismos y a las personas con las que trabajamos.
En lugar de sustituir la inteligencia emocional (IE), muchos equipos recurren a la ciencia de la personalidad, como el Modelo de los Cinco Factores. Este modelo ayuda a los líderes a reconocer las preferencias de los distintos miembros del equipo respecto a la retroalimentación, cómo gestionan el estrés o por qué dos compañeros interpretan el mismo mensaje de maneras completamente diferentes.
Para los equipos, los asesores y los entrenadores, el objetivo es similar: no que la IA se comunique por nosotros, sino que nos ayude a comunicarnos mejor con cada persona con la que interactuamos. Porque no hay dos personas que oigan, sientan, se comuniquen o respondan a la información de la misma manera.
Si bien los mejores comunicadores entienden esto por instinto, en la era actual de los chatbots y las personas sintéticas, lo olvidamos fácil. Necesitamos volver a dedicar a cada mensaje, cada reunión y cada momento la misma atención. ¿Quién está al otro lado? ¿Qué valora? ¿Cómo procesa la información o las emociones?
Los líderes que se toman el tiempo de personalizar su comunicación generan confianza más rápido y resuelven los conflictos con mayor prontitud. Cuando adaptamos nuestro estilo para conectar con las personas donde se encuentran, obtenemos mejores resultados y nos aseguramos de que se sientan escuchadas.
Necesitamos aprovechar la inteligencia emocional para optimizar la comunicación y resultados
La inteligencia emocional no desaparece por falta de empatía, sino porque permitimos que las máquinas se encarguen de la comunicación de manera unilateral. Un nuevo estudio de la Escuela Wharton y GBK Collective reveló que 43% de los líderes advierten sobre la “atrofia de habilidades” a medida que la automatización se apodera del trabajo rutinario, esto incluye nuestra manera de comunicarnos.
El liderazgo se manifiesta en los espacios que los algoritmos no perciben: una pausa en una reunión, la tensión tras incumplir un plazo o el silencio que indica que alguien no se siente seguro al hablar. Cuando perdemos la sensibilidad a estas señales, la colaboración se quiebra.
Los equipos se comunican, pero dejan de conectar, y es entonces cuando los malentendidos se multiplican en silencio hasta convertirse en conflictos y agotamiento.
Aquí te explicamos cómo mantener el equilibrio entre eficiencia y conexión en el trabajo:
- Antes de enviar, piénsalo dos veces. Antes de aprobar un mensaje generado por IA, pregúntate: ¿Suena como yo? ¿Refleja lo que la otra persona necesita oír? A veces, una llamada o un mensaje breve tienen más impacto que un párrafo bien redactado.
- Utiliza la IA para la preparación, no para la ejecución. Deja que la tecnología te ayude a estructurar el “qué”, pero tú aportas el “cómo”; ten en cuenta la historia, el estilo y el contexto emocional de la persona.
- Escucha y da seguimiento. Después de enviar comentarios o instrucciones, prioriza el seguimiento y las reuniones de seguimiento para asegurarte de fortalecer la relación, mientras escuchas y aplicas los comentarios.
- Prioriza un enfoque que se centre en la relación. Recuerda que cada persona interpreta los mensajes de manera diferente. Encontrar el tono y el enfoque adecuado, según la relación, demuestra respeto y fortalece el vínculo.
Los líderes que triunfen no serán los que usen IA para hablar más, sino los que la utilicen para escuchar con mayor atención, comprender a las personas y comunicarse con cada individuo de manera personalizada. Porque, al fin y al cabo, nuestro progreso, felicidad y éxito dependen de la calidad de las relaciones que mantenemos con los demás.
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