
Pocos temas son tan celebrados e incomprendidos a la vez como el potencial humano.
Por un lado, tenemos una ola de artículos que motivan a las personas a desbloquear o desarrollar su propio potencial, explicando que si no es así, cualquier otra cosa equivale al fracaso.
Por otro lado, si le preguntamos a un líder promedio o a un profesional de RH cómo definir o explicar el potencial, es poco probable que obtengamos una respuesta lógica, racional o científicamente válida.
Y, sin embargo, existe una ciencia bien establecida sobre el potencial humano, con décadas de investigación empírica que dan como resultado generalizaciones que se replican para predecir y explicar por qué algunas personas se desempeñan mejor que otras (en diferentes entornos laborales) y por qué algunas personas se desarrollan más que otras.
¿Qué es el talento?
Para entender estos hallazgos y sus implicaciones, debemos comenzar con una comprensión básica del talento, ya que no podemos comprender plenamente el significado del potencial a menos que definamos adecuadamente el talento para empezar.
Aunque las definiciones varían, el talento es la capacidad de mostrar niveles extraordinarios de desempeño, independientemente de la suerte o el esfuerzo.
En cualquier área de competencia, medir el rendimiento colectivo de un equipo o grupo de individuos identificará una distribución similar a Pareto, según la cual aproximadamente 20% de los individuos representa aproximadamente 80% de los resultados, la producción o la productividad. Ese 20% está compuesto por los “pocos vitales”, y si bien el esfuerzo y la suerte pueden influir en su rendimiento, en entornos donde todos están motivados e incentivados a dar lo mejor de sí, las diferencias constantes entre los “pocos vitales” y el resto se reducirán en gran medida al talento.
Entonces, si el talento es la forma en que explicamos la inclusión de alguien entre los “pocos vitales”, cuando la suerte y el trabajo duro no son explicaciones viables, de modo que el talento es básicamente desempeño menos esfuerzo (cuanto más talentoso eres en algo, menos esfuerzo necesitas hacer para lograr altos niveles de desempeño), entonces, ¿qué es el potencial?
Potencial = talento innato
El potencial es talento innato, o talento que nace. Es decir, talento en desarrollo o a la espera de ser desarrollado. Por ejemplo, a los 25 años, Mozart, Messi, Picasso, Serena Williams y Nina Simone demostraron tal talento que ni siquiera se necesitaba mucha experiencia en sus campos para admirar su desempeño y quedar impresionado por sus logros. Sin embargo, a los 5 años, ya daban señales de su extraordinario potencial; especialmente para el ojo experto (por ejemplo, profesores, mentores y críticos), parecían mostrar una enorme capacidad para desarrollar el talento futuro, lo que los convertía no tanto en una promesa, sino en una apuesta segura.
Aunque la mayoría de los humanos carecen de los talentos de Mozart, Messi, Picasso, Serena y Simone –incluso cuando consideramos la proporción de talentos que pueden exhibir en su área de competencia más destacada–, la regla general sigue vigente: su potencial no suele limitarse a lo que ya han logrado, ni siquiera a sus talentos actuales. De hecho, debido a la falta de incentivos, motivación, políticas externas e injusticias, por no mencionar las malas elecciones profesionales (y la falta de retroalimentación constructiva y precisa), es bastante común que las personas se desvivan por alcanzar su potencial y pasen gran parte de su vida profesional sin alcanzarlo.
¿Cómo puedes saber si eres uno de ellos?
Consulta con expertos brutalmente honestos
Si quieres una evaluación clara de tu progreso, deja de pedirle a amigos o colegas que edulcoren sus comentarios. En su lugar, busca alguien que…
- Conozca profundamente su industria (no solo un coach de carrera general).
- No tiene problema en decirte la verdad, incluso si duele.
- Haya logrado lo que tú quieres lograr y pueda compararte con puntos de referencia reales, no sólo hacerte sentir bien.
Incluso si acudes a la persona adecuada, te ayudará sondearla o incitarla de forma efectiva, es decir, no buscando cumplidos, sino animándola a que te dé una dosis de realidad. Haz preguntas directas e incómodas como: “Con base en mis habilidades y progreso, ¿me contratarías? Si no, ¿por qué?”; “Si sigo trabajando como hasta ahora, ¿dónde estaré dentro de cinco años?”. Escucha. No discutas ni pongas excusas. Si dicen que te falta alguna habilidad o que necesitas conectar más con la gente, considera la idea de que estas sugerencias para mejorar. Y si no encuentras a alguien dispuesto a ser completamente honesto contigo, eso ya es una señal de alerta.
Ve quién te supera
Una de las señales más claras de que no estás desarrollando tu potencial es cuando personas con habilidades similares o incluso inferiores te superan en carrera, ingresos o prestigio ocupacional . ¿Cómo hacerlo? Aquí tienes algunas ideas:
Haz una lista de 5 a 10 personas en tu campo que empezaron más o menos al mismo tiempo que tú. Compara su progreso con el tuyo:
- ¿Están ascendiendo más rápido?
- ¿Están ganando más?
- ¿Están construyendo conexiones más significativas en la industria?
Si van por delante, pregúntate por qué: - ¿Mejores habilidades?
- ¿Más riesgos?
- ¿Redes más fuertes?
- ¿Una mejor capacidad para venderse?
- ¿Una ética de trabajo más fuerte?
Si a personas con menos talento les va mejor que a ti, no siempre es por suerte (aunque la suerte siempre ayuda). Lo más probable es que estén haciendo algo que tú no. Identifica qué hacen mejor y evalúa si deberías imitarlo; si no, diseña tu propia estrategia para hacerlo mejor.
Mide el crecimiento en términos reales, no en esfuerzo
Toda cultura valora el trabajo duro; sin embargo, cuando se trata de éxito profesional (especialmente el que depende de la evaluación de tu desempeño por parte de otros), rara vez se obtienen puntos por esforzarse, solo por obtener resultados. Muchas personas sienten que trabajan a pleno rendimiento, pero cuando se mide el rendimiento real, resulta que simplemente están perdiendo el tiempo. Quizás por eso, como señaló Satya Nadella , CEO de Microsoft , existe una gran discrepancia entre cómo los empleados evalúan su propia ética laboral y cómo lo hacen sus jefes: 85% de los gerentes cree que los empleados están descuidando el trabajo, mientras que 85% de ellos se siente sobrecargado.
Cómo evaluar mejor tanto tus aportaciones (ética laboral) como tus resultados:
En vez de preguntarte: “¿Estoy trabajando duro?”, cuestiona: “¿Qué avances concretos he logrado en los últimos seis meses?” o “¿Qué habilidades o logros tengo ahora que no tenía hace un año?”.
Monitorea el progreso concreto en áreas clave. Por ejemplo: Si eres escritor, ¿has mejorado la calidad y el impacto de tus artículos? ¿Has aumentado tu productividad? Si eres vendedor, ¿han mejorado tus cifras? Si eres líder, ¿está creciendo tu influencia en el equipo? ¿Estás logrando que tu equipo sea mejor, más productivo, etc.?
Lleva un registro mensual del progreso tangible en tus tareas y entregas. Si no avanzas, haz ajustes de inmediato: cambia tu estrategia, tus habilidades o tus hábitos de trabajo.
Encuentra el cuello de botella que te está frenando
Toda persona que no está desarrollando su potencial tiene al menos un defecto crítico que la limita: un “cuello de botella” que impide el éxito, sin importar cuánto trabaje.
Qué puedes hacer: Identifica aquello que, si se mejora, te permitiría progresar más. Sé honesto: ¿cuál es tu mayor debilidad profesional? ¿ Debilidades técnicas o falta de experiencia? ¿Te estás quedando atrás en tu sector? ¿Falta de confianza? ¿Se te da mal promocionarte? ¿Tienes pocas relaciones de trabajo? ¿Las personas con menos habilidades consiguen mejores oportunidades porque conocen a las personas adecuadas o son mejores que tú en las políticas de oficina? ¿Incapacidad para ejecutar? ¿Empiezas cosas pero nunca las terminas? Primero soluciona el cuello de botella. Por ejemplo, si el problema es la creación de redes, no pierdas tiempo mejorando tus habilidades técnicas; asiste a eventos del sector y conoce primero a las personas adecuadas.
En resumen, si bien no hay una respuesta clara a la eterna pregunta de si estás alcanzando tu potencial o no, puedes intentar reunir evidencia y puntos de datos creíbles para al menos tener una mejor idea de la respuesta probable y detectar áreas de mejora.
Una última consideración: Si este ejercicio te incomoda, es buena señal. Así como el dolor físico es una señal útil de que algo no funciona bien y necesita atención, el dolor psicológico que experimentamos al darnos cuenta de que no somos tan buenos como nos gustaría nos abre las puertas y los caminos hacia el desarrollo y la mejora.