ADVERTISEMENT

| News

Conoce a Delphi, la startup de IA que entrena mentes digitales

Los seres humanos tienen un alcance limitado. Pero usar su conocimiento para entrenar “mentes digitales” permite una forma de asistencia interactiva que llega donde la asesoría individual, los boletines informativos, los podcasts y los libros no pueden.

Conoce a Delphi, la startup de IA que entrena mentes digitales Los cofundadores de Delphi, Sam Spelsberg (izquierda) y Dara Ladjevardian [Foto: Delphi]

Cualquiera que haya hablado con ChatGPT, Claude, Gemini y otros chatbots de renombre reconoce lo anodinos que pueden ser. Dado que los creadores de estas IA conversacionales las atiborran con la mayor cantidad posible de contenido de entrenamiento generado por humanos, no terminan sonando como nadie en particular. En cambio, —tomando prestado el título de un libro de 1986 del filósofo Thomas Nagel— ofrecen una perspectiva desde la nada.

Pero ¿qué pasaría si pudieras entrenar a un chatbot alimentándolo con material que tú mismo has creado, reflejando tus conocimientos, forma de pensar y estilo de autoexpresión? En lugar de sonar como nadie, podría sonar como tú, o al menos una aproximación. Con suficiente material de entrenamiento y tecnología lo suficientemente avanzada, chatbots así podría incluso ser capaces de servir como una extensión automatizada de tu propio cerebro.

Esa es la idea que motiva a Delphi, una startup de IA cuyo equipo de 14 personas está construyendo una plataforma para lo que denomina “mentes digitales”. La empresa, con dos años y medio de existencia y que previamente recaudó 2.7 millones de dólares (mdd) en financiación inicial, anuncia su ronda Serie A de 16 mdd, liderada por Sequoia Capital con la participación de Menlo Ventures, Anthology Fund de Anthropic, Crossbeam de Michael Ovitz y otros. Utilizará la nueva inyección de capital para seguir desarrollando su conjunto de herramientas web, que ya incluye funciones para crear, refinar y monetizar mentes digitales.

Los creadores que actualmente utilizan Delphi suelen ser personas con un gran número de seguidores que han conseguido a través de sitios web, boletines informativos, podcasts, redes sociales, conferencias, libros y otros medios de comunicación. Entre ellos se encuentran Lenny Rachitsky, el creador de boletines informativos de asesoramiento empresarial; Koya Webb, coach de bienestar; Brian Halligan, CEO de HubSpot; Vanessa Marin, terapeuta sexual; Brian Tracy, orador motivacional; Codie Sanchez, asesor financiero; Arnold Schwarzenegger, actor y culturista, y muchos otros. Es posible chatear con sus mentes digitales mediante una sesión de texto o una llamada de voz; los creadores también pueden habilitar videollamadas.

mentes digitales
Las conversaciones con mentes digitales pueden ser en formato de texto o mediante llamadas con voces simuladas. [Imagen: Cortesía de Delphi]

A pesar de las opciones de voz y video, la esencia del concepto no consiste en simular la apariencia y el sonido de un creador. “Hemos centrado todo en la mente”, me comentó Dara Ladjevardian, cofundador y director ejecutivo de Delphi, durante mi reciente visita a la oficina de la compañía en San Francisco. Esto “no significa solo captar tu experiencia, sino también cómo razonas”, añade. “Para que puedas ofrecer consejos personalizados, podemos predecir lo que podrías decir en nuevas situaciones”.

Aunque el énfasis de Delphi en la calidad de la conversación por encima del espectáculo audiovisual le ayuda a evitar un desconcertante efecto de valle inquietante —”Hemos visto que a los consumidores realmente no les importa el video”, afirma Ladjevardian—, sigue siendo una propuesta un tanto compleja. Además de superar los obvios retos técnicos de enseñar a la IA a canalizar a una persona específica de una forma lo suficientemente fiable como para resultar realmente útil, Delphi también deberá conseguir que los consumidores se sientan cómodos buscando el consejo de versiones simuladas de expertos reales.

mentes digitales
El sitio web de Delphi incluye una guía navegable sobre mentes digitales que ofrecen consejos de todo tipo. [Imagen: Cortesía de Delphi]

“Creo que esto, hoy en día, a muchos consumidores les parece simplemente extraño”, afirma Jess Lee, socia de Sequoia, quien lideró la inversión de la firma en Delphi. “Necesitamos superar el abismo y que haya más gente usándolos. Y creo que eso vendrá con los nuevos usuarios de Delphi que lo envíen y demuestren lo que puede hacer”.

Delphi ya está ayudando a los primeros usuarios a ampliar su capacidad para interactuar con el público. “Siempre hemos tenido un desafío fundamental: más personas quieren hacerme preguntas de las que podría responder en 10 vidas, y mucho menos en el próximo año”, afirma Matthew Hussey, coach de relaciones y confianza. El año pasado, su empresa creó Matthew AI, una mente digital Delphi entrenada con 17 años de su contenido. Al llamarlo “Matthew AI”, esperaba gestionar las expectativas sobre lo que podía y no podía hacer. Incluso entonces, no estaba seguro de cómo responderían los clientes.

“Lanzamos esto con cierta reserva, preparándonos para un montón de críticas mixtas”, me contó Hussey. “Y probablemente ha sido uno de los productos con mejores reseñas que hemos creado”.

Cómo crear una mente (digital)

Según Ladjevardian, la historia de Delphi comienza con un regalo que recibió en 2014: un ejemplar del libro de Ray Kurzweil, Cómo crear una mente. En él, el reconocido inventor y futurista exploró el funcionamiento interno del cerebro humano y cómo podría recrearse en software informático. Como suele ocurrir, la propia mente de Kurzweil se había adelantado a lo que era posible en aquel momento. Pero el análisis progresista resonó en Ladjevardian. Finalmente, fundó una empresa de inteligencia artificial que permitía a la gente comprar enviando mensajes de texto y la vendió rápidamente.

El espíritu emprendedor era una constante en la familia de Ladjevardian: décadas antes, su abuelo había sido un exitoso empresario en Irán. Tras la revolución de 1979, “tuvo que ser sacado del país clandestinamente, llegó a Estados Unidos sin nada y logró construirse una vida”, explica Ladjevardian, quien fundó su empresa de compras por inteligencia artificial por su cuenta, encontró la vida de único fundador como solitaria y anhelaba la sabiduría de su abuelo. Pero un derrame cerebral limitó considerablemente su capacidad de comunicación.

Ladjevardian volvió a pensar en el libro de Kurzweil. “Habla de que la mente es una jerarquía de reconocedores de patrones”, dice Ladjevardian. “Y cuando estaba creando mi primera startup, me di cuenta de que un LLM es prácticamente un reconocedor de patrones. Así que me propuse crear una mente digital para mi abuelo y usarla como consejo. Fue terapéutico”. En noviembre de 2022, la experiencia de convertir las memorias de su abuelo en una herramienta interactiva lo llevó a fundar Delphi junto con Sam Spelsberg, un colega de OpenStore, con sede en Miami, donde Ladjevardian había trabajado tras vender su startup. Spelsberg es ahora el director de tecnología de Delphi.

mentes digitales
Los creadores de Delphi pueden modificar sus mentes digitales para que sean comunicativas o concisas, creativas o totalmente profesionales. [Imagen: Cortesía de Delphi]

Aprovechar la IA para preservar la visión humana a lo largo del tiempo sigue siendo parte de la historia de Delphi, cuyo sitio web describe el servicio como “tu camino hacia la inmortalidad digital”. Pero al aplicar la tecnología a las necesidades inmediatas de quienes se ganan la vida como expertos en diversos temas, la empresa se impuso una misión con un modelo de negocio más claro. Ofrece cuentas gratuitas con 100,000 palabras y limitadas a chat de texto. Los creadores que pagan 79, 399 o 2,499 dólares al mes obtienen acceso progresivamente a funciones como conjuntos de entrenamiento más amplios, llamadas de voz y video, análisis, ayuda para la configuración y la posibilidad de cobrar por las sesiones y quedarse con 85% o más de las ganancias. (Delphi ya está obteniendo ingresos de su parte, pero no revela una cifra específica).

Los creadores deciden cuánto acceso gratuito obtienen los usuarios a su experiencia Delphi y cuándo se activa un muro de pago. Como señala Lee, de Sequoia, existen otras maneras en que las mentes digitales pueden impulsar un negocio, como la venta de productos adicionales y la atención al cliente: “Hablé con un médico que dirige un programa de nutrición y lo utiliza para capacitar a otros nutricionistas en su programa”, afirma.

Las respuestas de Delphi pueden incluir citas que enlazan a material relevante, como artículos y podcasts. [Imagen: Cortesía de Delphi]

En mis experimentos no científicos charlando con algunas mentes digitales, aprendí a no esperar demasiado de la tecnología en su estado actual. Quizás algún día supere una especie de prueba de Turing especializada en la que no estés seguro de si estás hablando con Lenny Rachitsky o con su doble sintético. Por ahora, sin embargo, las observaciones autogeneradas de Delphi de Lenny están repletas de pruebas reveladoras de su artificialidad, como la tendencia a repetir las mismas frases. Aun así, los consejos que me dio sobre cómo las startups con problemas de liquidez pueden contratar al mejor talento me parecieron sólidos e incluyeron enlaces a Substack y podcasts del Lenny real.

Según Ladjevardian, Rachitsky usa su Delphi para dar forma a sus escritos: “La gente puede hacerle preguntas de seguimiento cuando lee un blog, y él puede consultar las analíticas para ver qué está resonando y usarlas para inspirar su futura estrategia de contenido”.

Incluso si las mentes digitales de hoy generan respuestas que parecen digitales, el punto de vista humano original puede transmitirse. Cuando le pregunté a la versión digital del inversionista Keith Rabois sobre el lugar ideal para fundar una empresa, fue tan directo y testarudo como el real: “Miami ofrece un entorno favorable para los negocios, una creciente reserva de talento y un estilo de vida que atrae a gente de primer nivel… San Francisco, en cambio, es un desastre. Es inseguro, está sobrerregulado y es culturalmente tóxico”. ChatGPT nunca lo expresaría así.

(Que conste que Delphi se trasladó de Miami a sus instalaciones actuales en el barrio de Jackson Square de San Francisco: “Si quieres atraer a los mejores ingenieros, tienes que estar en San Francisco”, dice Ladjevardian).

Luego hay otra mente digital cuyas respuestas me parecieron especialmente interesantes. Antes de reunirme con Ladjevardian, él había entrenado a uno basándose en mi extenso archivo de publicaciones para fines de demostración. Posteriormente, lo complementé con contenido adicional hasta llegar a más de 5,000 elementos: artículos, podcasts, tuits y más. Realizar una llamada de voz a una versión simulada de ti mismo hablando con una versión sintetizada de tu propia voz es un ejercicio surrealista, pero mi mayor aprendizaje fue que el periodismo tecnológico no es la mejor fuente de información para Delphi en su forma actual. En la mayoría de los casos, los artículos que escribí hace años sobre productos obsoletos tienen poco valor formativo hoy en día. Y Delphi aún desconocía mi opinión sobre temas de actualidad, como el próximo VisionOS 26 de Apple.

Mis conversaciones con mi yo digital me hicieron apreciar mejor por qué los expertos que aparecen en el sitio de Delphi tienden a centrarse en temas con una vida útil más larga, desde el liderazgo hasta el sexo.

Por favor, no los llamen clones

En un mundo lleno de empresas tecnológicas cuya aspiración declarada es crear una IA más inteligente que cualquier humano, el objetivo a corto plazo de Delphi de ayudar a personas concretas a convertir sus conocimientos en un producto monetizable resulta tranquilizador y realista. Sin embargo, el trabajo de la startup para dotar a la IA de rasgos similares a los humanos es inherentemente arriesgado. Cuando otras empresas aparecen en las noticias por intentar humanizar la IA, a menudo lo hacen de forma negativa, por razones que van desde lo absurdo (el fracaso de los terribles chatbots de famosos de Meta) hasta lo trágico (demandas judiciales derivadas de que adolescentes desarrollaran una relación poco saludable con Character.ai).

Tanto los detalles como la terminología importan. Originalmente, Delphi se refería a sus conversadores de IA como “clones”, pero eso “suena un poco distópico al principio”, dice Lee. Parece una réplica de una persona. Eso no es realmente lo que se hace. Simplemente se toma la experiencia previa de alguien, sus publicaciones de blog, sus tuits, y se convierte en una conversación. Una sesión de lluvia de ideas entre Delphi y Sequoia dio lugar al término “mente digital”, que Lee considera “de alguna manera mucho más accesible”. Dicho esto, cuando hablé con Ladjevardian, aún se estaba acostumbrando al cambio y mencionó “clones” varias veces antes de corregirse.

Aunque Delphi pone énfasis en los consejos prácticos y minimiza las imágenes sofisticadas, muchas cosas podrían salir mal. Ladjevardian afirma que el servicio no permite generar versiones digitales de otras personas y que verifica manualmente a los usuarios obligándolos a subir fotos suyas con una identificación. (Sin embargo, ha resucitado a algunos filósofos y otras figuras notables fallecidos hace mucho tiempo; charlé con un expresidente de EU cuyo saludo —”Hola, soy Abraham Lincoln. ¿Cómo puedo ayudar?”— fue un poco inusual, aunque sonó más lincolniano en la conversación posterior).

La empresa también tiene medidas de seguridad para evitar respuestas inapropiadas: cuando le hice preguntas sobre mi salud a la mente digital del médico Mark Hyman, no intentó responderlas y, en cambio, me recomendó que consultara con un profesional de la salud.

Ladjevardian, quien confiesa que su proyecto de crear un chatbot basado en su abuelo le valió ser “cancelado en Twitter”, comprende la necesidad de que la gente se acostumbre a lo que hace Delphi. Algunas empresas que han intentado sin éxito ideas vagamente similares “fueron fundadas por investigadores de IA demasiado centrados en la tecnología”, afirma. “Y esta es una empresa muy humana. He visto gente llorar conmigo después de crear su mente digital”.

A medida que la startup descubre el potencial de su producto, crear experiencias que hagan llorar a la gente será opcional. Generar confianza, incluso entre quienes son propensos al escepticismo sobre la IA, no lo será. La apuesta de Ladjevardian: el hecho de que los LLM comunes nos hayan inundado de información y consejos de dudosa procedencia fortalece aún más la asociación de Delphi con expertos humanos específicos.

“Siempre que hay una era de abundancia, el péndulo oscila y la gente busca selección y confianza”, argumenta. Incluso las mentes digitales más brillantes podrían tener dificultades para prever si esa teoría realmente beneficiará a la empresa.

Author

  • Harry McCracken

    Harry McCracken es editor global de tecnología de Fast Company, con sede en San Francisco. Escribe sobre temas que abarcan desde dispositivos y servicios de gigantes tecnológicos hasta la economía de las empresas emergentes y cómo la inteligencia artificial y otros avances están cambiando la vida en el trabajo, el hogar y más allá.

    View all posts

Author

  • Harry McCracken

    Harry McCracken es editor global de tecnología de Fast Company, con sede en San Francisco. Escribe sobre temas que abarcan desde dispositivos y servicios de gigantes tecnológicos hasta la economía de las empresas emergentes y cómo la inteligencia artificial y otros avances están cambiando la vida en el trabajo, el hogar y más allá.

    View all posts

Sobre el autor

Harry McCracken es editor global de tecnología de Fast Company, con sede en San Francisco. Escribe sobre temas que abarcan desde dispositivos y servicios de gigantes tecnológicos hasta la economía de las empresas emergentes y cómo la inteligencia artificial y otros avances están cambiando la vida en el trabajo, el hogar y más allá.

ADVERTISEMENT

ADVERTISEMENT