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Por qué el perfeccionismo en el trabajo es la ruta más rápida a la mediocridad

A continuación te mostramos cómo liberarte del perfeccionismo y comenzar a liderar con impulso en lugar de con dudas.

Por qué el perfeccionismo en el trabajo es la ruta más rápida a la mediocridad [Foto: Adobe Stock]

La mayoría de los líderes no se describirían como perfeccionistas. Se consideran personas que toman decisiones reflexivas: comprometidas con altos estándares, cuidadosas para evitar errores y enfocadas en hacer las cosas correctamente. A primera vista, parece una señal de buen liderazgo.

Pero el perfeccionismo a menudo se disfraza de excelencia, cuando en realidad es algo totalmente distinto: vacilación, ajustes interminables y una profunda renuencia a actuar antes de que se resuelva cada última variable.

Los líderes cuyos negocios prosperan no suelen ser los que hacen todo bien, ni siquiera lo intentan. Son los que comprenden cuando algo está listo para lanzarse al mundo, con defectos y todo, y están dispuestos a avanzar sin certeza absoluta.

Las maneras sutiles en que el perfeccionismo te frena

Los líderes perfeccionistas suelen creer que elevan el nivel de exigencia de sus equipos y organizaciones. Pero en la práctica, el perfeccionismo tiende a ralentizar el proceso de maneras que al principio son fáciles de pasar por alto, pero que con el tiempo se vuelven significativas.

Éstos son sólo algunos de los culpables más comunes:

1. El problema de “impecable pero olvidable”

Hay una razón por la que las marcas, campañas y productos más icónicos no son técnicamente perfectos. A menudo tienen una voz distintiva, un punto de vista sólido o una personalidad que los hace destacar.

El perfeccionismo puede eliminar esos detalles. En un esfuerzo por evitar críticas o errores, los líderes a veces suavizan precisamente los aspectos que hacen que una idea sea interesante, memorable o emotiva. Lo que queda puede estar bien elaborado y técnicamente pulido, claro está, pero también corre el riesgo de ser genérico.

Los clientes no recuerdan una ejecución impecable tanto como recuerdan cómo algo los hizo sentir. Cuando cada arista única se suaviza y se hace más accesible para el público general, se pierde la chispa que ayuda a conectar en el trabajo a un nivel más profundo.

2. El problema de la “muerte por mil revisiones”

Uno de los efectos más frustrantes del perfeccionismo es cómo convierte el progreso en una especie de estancamiento. Los líderes retrasan los lanzamientos, revisan después de alcanzar una mejora significativa y dudan en compartir el trabajo que aún está en desarrollo, y a menudo creen que aún no está listo.

Pero para cuando se siente listo, la oportunidad suele haber pasado. Mientras tanto, los competidores dispuestos a lanzar, probar y repetir ya recopilan retroalimentación, implementan mejoras y ganan terreno.

Refinar un plan puede parecer productivo, pero en algún momento se convierte en una manera de evitar riesgos. Y evitar riesgos, aunque comprensible, rara vez conduce a la innovación.

3. El problema del “asesino cultural invisible”

La mayoría de los líderes perfeccionistas no pretenden crear una cultura donde las personas duden en hablar o tomar la iniciativa. Creen que fomentan el alto rendimiento y la atención al detalle. Sin embargo, desde la perspectiva del equipo, el escrutinio constante puede percibirse más como presión que como apoyo.

Con el tiempo, empiezan a dudar de sí mismos. Empiezan a ocultar sus errores para evitar las críticas. Empiezan a pensar en pequeño porque saben que las grandes ideas nunca se materializan. Ese no es precisamente un entorno que fomente el crecimiento ni el éxito a largo plazo. 

4. El problema de la “vía rápida al agotamiento”

Por último, pero no menos importante, trabajar para líderes perfeccionistas es agotador. Incluso cuando proviene de buenas intenciones, mantener el perfeccionismo es agotador. Nadie quiere revisar el mismo proyecto, reescribir el mismo correo electrónico ni trasnochar por revisar un trabajo que probablemente era “suficientemente bueno” hace 10 borradores.

Incluso las personas de alto rendimiento comenzarán a agotarse en ese entorno, no porque no les importe, sino porque la presión constante por hacer todo exactamente bien se vuelve demasiada. 

Cómo liberarse del perfeccionismo

Contrariamente a la creencia popular, renunciar a la perfección no significa renunciar a la calidad. Significa tener claro qué impulsa el negocio y permitir que algunas cosas sean menos que perfectas si eso significa generar impulso. 

A continuación te mostramos cómo liberarte y comenzar a liderar con impulso en lugar de con dudas.

La regla del 85%

Muchos líderes exitosos adoptan una idea simple: si algo está al 85% del camino recorrido, probablemente esté listo para avanzar. Ese último 15% —la parte dedicada a ajustar, pulir y perfeccionar— suele tener un impacto mínimo en los resultados, pero implica un gasto significativo de tiempo y energía.

Jeff Bezos popularizó el concepto de “discrepar y comprometerse“, una manera de mantener las decisiones en marcha incluso cuando no todos están perfectamente alineados. Y en Netflix, Reed Hastings creó una cultura que fomentaba la toma de riesgos en lugar de la búsqueda excesiva de consenso. ¡Estás en buena compañía si quieres seguir su ejemplo!

Abraza la imperfección

La perfección no genera confianza; la transparencia sí. Los líderes que admiten sus errores, se adaptan a la nueva información y modelan una mentalidad donde el aprendizaje es más importante que acertar serán recompensados ​​con lealtad y compromiso. 

Cuando los líderes dejan claro que los errores son parte del crecimiento, sus equipos se muestran más dispuestos a aportar ideas, tomar la iniciativa y responsabilizarse de su trabajo. Ese tipo de cultura impulsa la innovación con mucha más eficacia que una centrada en evitar los fallos.

Toma medidas audaces

Cometer un error puede parecer un riesgo, pero ¿sabes qué más lo es? Confundirse con los demás. Los líderes que pasan a la historia no son los que se arriesgaron hasta que cada detalle fuera perfecto. Son los que hicieron grandes apuestas, defendieron ideas imperfectas y tuvieron el coraje de actuar antes de sentirse completamente preparados. 

El perfeccionismo se siente seguro en el momento, pero a largo plazo, es solo otra manera de permanecer pequeño y evitar la incomodidad que conlleva el crecimiento y la innovación significativos.

Elige el progreso, en lugar de la perfección

Es fácil caer en el hábito de postergar las cosas hasta que sientas que están en su punto. Pero cuanto más esperas, más pierde el entusiasmo el trabajo. El momento pasa. Y la versión que perfeccionabas queda relegada silenciosamente a un segundo plano.

Elegir avanzar incluso cuando algo parece un poco incompleto no significa bajar tus estándares. Es confiar en que la claridad y la mejora llegan con el movimiento, no antes. En la carrera entre lo hecho y lo perfecto, lo hecho siempre gana.

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  • Hope Horner

    Hope Horner es una emprendedora exitosa y la galardonada directora ejecutiva de Lemonlight, una productora con sede en Los Ángeles.

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    Hope Horner es una emprendedora exitosa y la galardonada directora ejecutiva de Lemonlight, una productora con sede en Los Ángeles.

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Hope Horner es una emprendedora exitosa y la galardonada directora ejecutiva de Lemonlight, una productora con sede en Los Ángeles.

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