
Eréndira vive en Mineral de la Reforma, en el estado de Hidalgo, una comunidad de poco más de 200,000 habitantes. Es profesora de música y complementa su ingreso con las remesas que le manda un pariente desde Estados Unidos. Antes, para cobrarlas tenía que trasladarse hasta el centro de su localidad para ir a un banco o iba a las tiendas de conveniencia donde, dice, las comisiones son poco convenientes. Desde hace más de un año cobra su dinero en segundos, sin comisiones, a través de la app de Mercado Pago.
Muchas de las comunidades fuera de las grandes ciudades dependen de las remesas, señaló Ramiro Nández, director de usuarios de Mercado Pago, cuando le consulté sobre este tema. “Hemos visto que tenemos un impacto muy grande en esas comunidades a través de digitalizar las remesas”.
Más allá de las remesas, las fintech están haciendo más accesible la inclusión financiera hasta en los lugares lejanos de México. “Están permitiendo a los usuarios guardar dinero, transferir fondos, realizar pagos digitales y obtener préstamos o seguros sin necesidad de asistir a una sucursal física”, explica María Camila Quiñones, Business Advisory Services Delivery Director en Slalom.
Pagos digitales
Mercado Pago comenzó a atender las poblaciones alejadas primero desde los emprendedores mediante su terminal de pago. Nández comparte que han visitado muchos pequeños comercios para llevar terminales que permiten pagos con tarjeta. Y presume que mientras que el negocio crece al año alrededor de 50%, en comunidades alejadas, principalmente del sur del país, los crecimientos van de 60% hasta 70%.
A nivel usuarios, Mercado Pago también está creciendo a tasas superiores a 50% fuera de las grandes ciudades en apertura de cuentas digitales (que ofrecen rendimientos de 14% al saldo) y créditos.
Nández dijo que, en general, alrededor de 60% de los créditos que han otorgado han sido los primeros que reciben los solicitantes. Pero “si hiciéramos el doble clic en ciertas comunidades alejadas, probablemente los números serían mayores”, recalcó.
Desde hace ya un par de años Nu México ya presumía que su alcance llegaba incluso a las zonas rurales. “Hoy 78% de los clientes de Nu vive fuera de las grandes urbes y ya llegamos al 98% de los municipios del país, incluyendo 9 de cada 10 municipios de atención prioritaria. Aunque quienes viven en estas zonas representan menos de 5% de nuestra base de clientes, tenemos la firme intención de sumarlos al sistema financiero”, presumió la compañía de origen brasileño.
Clientes primerizos
Los clientes de Nu en zonas rurales se encuentran principalmente en Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Puebla y Guerrero. Aquí 37% usa solo la cuenta de débito, 31% usa tanto la de débito como la de crédito, 27% cuenta con una tarjeta de crédito garantizada y 5% únicamente tiene una tarjeta de crédito. “Estas diferencias reflejan diferentes etapas de inclusión financiera en cada contexto”, recalcó Nu.
Nu tiene 12 millones de clientes en México y asegura que 1 de cada 2 obtuvo su primer crédito con este neobanco, y que 6 de cada 10 empezaron a ahorrar por primera vez con su plataforma.
Pese a los avances mencionados la brecha aún está lejos de cerrarse del todo, recalca Quiñones. La directiva de Slalom apunta que solo 59% de las personas de bajos ingresos y 40% de quienes viven en zonas alejadas de ciudades principales, tienen una cuenta bancaria. Con el agravante que 68% de estas personas no ha recibido educación financiera.
Falta conectividad
Para Nu el mayor reto que tiene el sector de las fintech es estructural: la falta de infraestructura y la baja conectividad. “Eso limita no solo el acceso físico a servicios financieros, sino también el uso de herramientas digitales como apps o transferencias”.
No basta con el acceso a smartphones e internet. “Para mí el reto va más allá del acceso. El verdadero reto es llegar a estas poblaciones no solo con el producto, también es fundamental ofrecer servicios de asesoría enfocada a las necesidades de estas poblaciones, impartir programas de educación financiera para que el uso de los créditos se enfoque en actividades productivas y no solo en consumo, evitando así un sobreendeudamiento que puede ser altamente perjudicial”, agrega Quiñones.
El sector también enfrenta el reto de la desconfianza. Nu resalta “que cuatro de cada diez no consideran que su dinero estaría seguro en una institución; prefieren el efectivo. Además dudan de los beneficios de ser bancarizados. Superar eso requiere tiempo, productos relevantes y una comunicación clara, sencilla y humana”.
Modelos híbridos para romper las barreras financieras
Andrés Castillo es originario de San Salvador Huixcolotla, Puebla, un municipio con apenas 16,790 habitantes. Es artesano, comenzó como empleado fabricando papel picado de plástico, pero después de un tiempo decidió emprender su propio negocio del mismo producto. Ahora necesita crédito para hacer crecer su emprendimiento.
A poco más de tres horas de distancia de la Ciudad de México, este municipio, uno de los 217 que tiene Puebla, solo cuenta con una sucursal del Banco del Bienestar. Ningún otro banco comercial ha llegado a este poblado. Si la gente quiere pagar sus servicios o hacer depósitos una opción es mediante las pocas tiendas de conveniencia que hay en el poblado. Hace relativamente poco llegó una tienda departamental que también funge como banco.
La falta de crédito formal podría ser una limitante para Andrés, quien declaró que con su trabajo busca ofrecerles un mejor futuro a sus hijas. Pero encontró una oportunidad de financiamiento en Aviva, una fintech fundada en 2022 que ofrece créditos en comunidades de menos de 50,000 habitantes.
Filiberto Castro, fundador y co-CEO de Aviva, identificó el problema estructural de baja inclusión financiera, de alto uso de efectivo y de poca adopción digital en personas con educación media que trabajan en la informalidad. Después de investigar y hacer visitas a campo el equipo de Aviva decidió enfocarse en este segmento de la población que suma casi 60 millones de mexicanos, asegura Castro.
Reinvención de la banca
Aviva apuesta por “transformar lo que es una sucursal bancaria típicamente en ciudades que son regionales, que son claves en los estados, pero que no necesariamente son metropolitanas”, explicó. En espacios pequeños y sin ejecutivos de cuenta, las personas pueden solicitar créditos en unos cubículos donde conversan con un agente de IA a través de una videollamada para evaluar su riesgo crediticio.
Desde 2022, 150,000 personas han pasado por el proceso de Aviva; 40% de los cuales no contaban con una cuenta bancaria. Los clientes tienen en promedio 43 años y 62% son mujeres.
Aviva tiene 70 kioscos distribuidos en el Estado de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Hidalgo y, recientemente, Querétaro. Próximamente se expandirá a Oaxaca y Veracruz. La meta es llegar a 150 ubicaciones para fin de año.
Los bancos no han llegado o han salido de esos lugares apartados de las grandes urbes porque no era rentable para ellos por la inversión que tenían que hacer. Una sucursal bancaria debe costar más o menos 1 millón de dólares, mientras que un kiosko (como ellos llaman a sus sucursales) cuesta 9,000 dólares, contrasta Castro.
Grandes y pequeños
Pero no todos los bancos son ajenos a las comunidades poco urbanizadas. Santander tiene una iniciativa de inclusión financiera en estos poblados: Tuiio. Cuenta con 76 sucursales físicas donde los clientes pueden no solo solicitar un crédito para actividad productiva, sino adquirir otros productos y servicios como cuentas de ahorro, asistencias médicas y seguros.
Aunque no es una fintech como tal, Tuiio promueve la educación financiera y tecnológica, desde su sitio web y app e incluso mediante un videojuego especialmente creado para esto.
Norma Castro, su directora general, me comenta que están promoviendo el uso del dinero a través de una app en vez de usar efectivo. 67% de los clientes de Tuiio nunca había usado una app financiera, resalta Castro, y 50% nunca había tenido una cuenta bancaria.
Castro compartió que han ayudado a incluir a 200,000 personas al sistema financiero formal y han dado 1.4 millones de créditos.
Ambas instituciones financieras están rompiendo con las barreras de acceso a servicios financieros digitales en zonas alejadas de las grandes ciudades.
Para Quiñones, “es fundamental desarrollar productos enfocados en las necesidades de las poblaciones rurales, conocer detalladamente al cliente para entender cómo funcionan sus flujos de caja y diseñar productos pensados en atender esas necesidades, que incluyen programas de educación financiera, alfabetización digital para lograr no solo una mayor sino una mejor adopción de los productos”.
Por Yanin Alfaro / SocialGeek