
Cuando nos damos cuenta de que los Millennials y la Gen Z conforman alrededor de 61% de la fuerza laboral global, está claro que ya no estamos hablando del futuro. Hay dos generaciones que dominan la cancha. En México, según ManpowerGroup, la Gen Z representará 58% de la fuerza laboral para 2030. Entonces, ¿por qué se sigue usando la etiqueta de “generación de cristal” como crítica?
La frase se volvió viral en redes sociales, pero también en la oficina. Se usa para describir a jóvenes supuestamente hipersensibles, poco comprometidos y con baja tolerancia a la presión. Sin embargo, esta etiqueta revela más de quien la usa que de los propios jóvenes.
Creencias que ya no aplican para las nuevas generaciones
Según Gabriela Martínez, directora de recursos humanos de INDITEX, este tipo de narrativas dice más sobre un liderazgo que busca controlar que sobre el verdadero carácter de las nuevas generaciones (porque hay de todo en este plato).
“Cuando alguien dice “estas generaciones de cristal”, ya puedes intuir la cultura y las creencias que hay detrás. ¿Confunden sacrificio con productividad? ¿Qué mensaje están enviando realmente sobre el trabajo y el bienestar?”, expresó Gabriela Martínez, experta en RH. “Desde la forma en que una persona habla y se expresa, incluso en una entrevista, puedes detectar sus creencias profundas sobre el liderazgo y el trabajo”.
En un artículo, la académica Naeema Pasha del Henley Business School también advirtió que los líderes que se aferran a etiquetas generacionales generan sesgos que perjudican la inclusión. Según ella, estas narrativas revelan más sobre la necesidad de control que sobre las verdaderas capacidades de los equipos.
Más que una crítica objetiva, llamar a la Gen Z “una generación sensible o frágil” puede ser un reflejo de modelos de trabajo anclados en la jerarquía, el sacrificio y la obediencia. Muchos líderes actuales crecieron, aprendieron y se adaptaron a culturas que premiaban el sacrificio. Les pedían “aguantar hasta tener experiencia”, soportar hasta tener más logros profesionales, pero descuidaban la salud mental y física.
“La realidad es que esos tiempos ya se fueron y cuando un liderazgo se niega a evolucionar, se convierte en tráfico para los trabajadores que quieren aprender y crecer”, agregó Martínez.
¿Están listas las empresas para olvidar los liderazgos frágiles?
Este es el momento de hacer una pausa incómoda y preguntarnos qué tipo de liderazgo promueven las empresas y si exigir es lo mismo que cuidar. En la actualidad, liderar ya no se trata de mandar o gestionar, sino de crear entornos seguros, donde el equipo pueda superar retos y pertenecer. Eso requiere ser conscientes y revisar sesgos, actualizar creencias y aceptar que el talento actual no tolera culturas autoritarias disfrazadas de exigencia.
“El problema no es que las nuevas generaciones sean ‘muy sensibles’ o ‘hablen demasiado de salud mental'”, dijo Gabriela. “El verdadero reto es que muchas organizaciones no están preparadas para acompañar a personas que exigen propósito, flexibilidad y respeto”.
“Todas las generaciones son lo suficientemente fuertes para aportar algo para su tiempo”, agregó la experta. En vez de resistir los cambios generacionales, las empresas tienen una gran oportunidad y pueden adaptarse para crecer “con nuevas estrategias de liderazgo, objetivos de negocio alineados a KPIs, crear mentorías y retroalimentación constante, escuchar propuestas”, finalizó Martínez.