
Recientemente fui abofeteada por la política de oficina, cosa a la que no le daba mayor importancia, y más considerando que era una startup, hasta que sucedió. Si alguien me hubiera dicho que la política godín iba a ser tan necesaria para mi carrera profesional, hubiera contestado que esos rollos no eran para mí y que no quería transformar mi relación con el trabajo en una más tóxica que la que tengo con mi ex.
Pues resulta que las relaciones laborales tienen mucho de política, pero… hay tantos mitos que es fácil sesgarse como me pasó a mi: siendo una persona a la que le gusta evitar el conflicto y las malas vibras entre compañeros (porque seamos honestos, es muy desgastante) prefería ser vista como la colega que no se mete en donde no le llaman. Y confieso que hasta me sentía privilegiada por no gastar mi tiempo y energía en “chismes corporativos”.
No por ser esa persona significa que los demás vayan a ser iguales, al contrario, eres la presa fácil cuando necesitan a quien culpar o cómo salirse con la suya. Por eso he decidido escribir sobre este tema. Puedes ser una persona noble y aun así entender el tablero del juego godín.
Para ganar, hay que conocer las reglas del juego
Una vez alguien me dijo algo parecido a esto: “Cuando no sabes a qué están jugando, es muy fácil quedar eliminado”. Obvio, primero pensé en El juego del calamar y después en esa relación en la que mi contraparte no terminaba por definir qué era lo que quería y que me dejó con el corazón roto por unos meses.
Regresando al juego godín, esta última experiencia fue tan injusta que no puede evitar comparar lo que sucedió con los 11 principios de propaganda nazi. Sí, ya sé que esto lo hace sonar súper dramático… pero espera, ahora te explico cómo podrías usarlos para reconocer cuando otros los usan y puedas protegerte.
- Principio de simplificación y del enemigo único: reducir la causa a un solo adversario fácilmente identificable.
Ejemplo godín: todo estaba bien hasta que llega el nuevo jefe. - Principio del método de contagio: reunir a adversarios diversos en una sola categoría.
Ejemplo godín: el micromanagement, si en tu equipo no hacen las cosas como tú las haces o quieres, entonces están mal. - Principio de la transposición: cargar en el adversario los propios errores o defectos.
Ejemplo godín: como líder buscas no asumir la responsabilidad del equipo o tuya o lo justificas en errores de otros. - Principio de la exageración y desfiguración: convertir cualquier anécdota en amenaza grave.
Ejemplo godín: aprovechar el error de los demás a tu favor. - Principio de la vulgarización: adaptar mensajes al nivel más bajo posible de comprensión.
Ejemplo godín: en este principio funciona a la inversa. Utilizan tecnicismos a propósito para que no entiendas o para verse superiores. - Principio de orquestación: repetir pocas ideas, siempre desde diferentes ángulos.
Ejemplo godín: no falta la persona a la que le han inventado un chisme. - Principio de renovación: lanzar constantemente informaciones y argumentos nuevos para desviar la atención.
Ejemplo godín: la incongruencia e inconsistencia de los mensajes de los directivos cada trimestre. - Principio de la verosimilitud: basar la propaganda en hechos parciales, descontextualizados o incluso falsos, pero que parezcan plausibles.
Ejemoplo godín: ¿quien no ha sacado de contexto algunos números o datos solo para poder justificar que no se llegaron a los KPIs? - Principio de la silenciación: callar lo que no conviene y minimizar lo que no puede negarse.
Ejemplo godín: El famoso elephant in the room porque la empresa no va a abordar temas incómodos o polémicos. - Principio de la transfusión: aprovechar prejuicios y odios tradicionales para dar credibilidad al mensaje.
Ejemplo godín: no falta el boomer que odia a los millennials y Gen Z por proponer modelos de trabajo híbridos o ya de plano el home office. - Principio de la unanimidad: convencer a la gente de que “todo el mundo piensa así”.
Ejemplo godín: el clásico “es una decisión unánime del comité”.
Todos odiamos jugar a que no importa si un compañero lleva atún a la oficina, pero lo que quiero decir con esto es que somos seres políticos, ya lo decía Aristóteles hace muchos siglos (25 para los que les gusta la exactitud).
Sí, está bien creer que tú trabajo habla por ti, pero no debes confiar todo a eso. Hay que hacer política de oficina para saber a qué están jugando los demás y no quedarte en la banca o ser eliminado. Porque créeme: una cosa es eliminado por ser pésimo en —digamos— futbol y otra por ni siquiera saber a qué están jugando. Hay que saber ganarte al árbitro… las Águilas del América lo saben bien 😉