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Así es como los CEO pueden identificar a los buenos (o malos) gerentes

El compromiso de los empleados depende de una sola cosa: sus gerentes. Aquí te mostramos cómo descubrir si los tuyos están a la altura.

Así es como los CEO pueden identificar a los buenos (o malos) gerentes [Foto: Gorodenkoff/Adobe Stock]

Si conoces los datos de Gallup sobre el compromiso de los empleados, sabrás que llevan décadas reproduciendo uno de sus 40 éxitos más populares. Es un clásico que todos hemos escuchado. ¿La melodía? “La gente no renuncia a las empresas; renuncia a los gerentes”.

Lo sabemos desde hace años, pero aquí estamos, atrapados en la misma crisis de liderazgo. Demasiados gerentes no entienden la diferencia entre gestionar el trabajo y liderar a las personas. La verdad es simple: gestionas el trabajo; lideras a las personas. Y cuando los líderes no lo entienden, la cultura y el desempeño pagan el precio.

Las verdades brutales

Entonces, si estás dispuesto a mirarte atentamente al espejo, aquí hay siete verdades brutales sobre el liderazgo que todo líder debe enfrentar.

1. Los buenos gerentes eliminan el miedo del ambiente

Los jefes tradicionales de mando y control aún usan el miedo y la presión para impulsar a la gente. Puede que funcione a corto plazo, pero destruye la creatividad, la colaboración y la seguridad psicológica. Los líderes modernos —líderes de servicio— cambian el guion. Priorizan la seguridad, dando libertad a su gente para compartir ideas, asumir riesgos e innovar sin temor al castigo. Cuando el miedo desaparece, el crecimiento entra.

2. La confianza no es negociable para un alto rendimiento

Aquí está la prueba instintiva del liderazgo: “¿Mi comportamiento fomenta la confianza?”. La confianza no es solo algo deseable; es la base de los equipos de alto rendimiento. Los líderes que generan confianza practican la transparencia, cumplen sus compromisos, son francos y se responsabilizan. Si su gente no confía en ti, nada te servirá.

3. Aceptar la retroalimentación impulsa un buen liderazgo

Demasiados líderes evitan escuchar la retroalimentación porque atenta contra su ego. Esa es una forma infalible de liderar en una cámara de resonancia. Los mejores líderes invitan a la retroalimentación, escuchan con curiosidad y preguntan hasta que comprenden por completo. No se obsesionan con los errores del pasado; utilizan la retroalimentación como motor para crecer y servir mejor a sus equipos.

4. Los buenos gerentes se mantienen positivos bajo presión

Los desafíos, los reveses e incluso los fracasos son inevitables hoy en día. La diferencia radica en cómo los líderes reaccionan ante la tormenta. Los líderes emocionalmente inteligentes no edulcoran la realidad, sino que mantienen una perspectiva basada en el crecimiento. Entienden los problemas como oportunidades para reorganizarse y reiniciarse. Esa positividad no solo reduce su propio estrés, sino que mantiene a todo el equipo con los pies en la tierra.

5. La procrastinación mata el liderazgo

Los líderes eficaces son personas que toman acción. No posponen conversaciones difíciles ni demoran decisiones hasta que una crisis los obligue a actuar. Anticipan los problemas y los abordan directamente antes de que se descontrolen. La procrastinación genera caos. La acción proactiva genera estabilidad.

6. Los límites son el mejor amigo de un líder

Warren Buffett lo expresó mejor: “La diferencia entre las personas exitosas y las personas realmente exitosas es que las personas realmente exitosas dicen que no a casi todo”. Regularmente entreno a equipos ejecutivos para que protejan su tiempo, energía y enfoque: para que digan no a las distracciones, la negatividad y el exceso de compromiso. ¿La otra cara de la moneda? Decir sí a lo que se alinea con sus valores e impulsa su misión.

7. Al final, el liderazgo es realmente cuestión de amor

Sí, amor. Y no del tipo blando y sentimental. Hablo del amor como una acción práctica, orientada a resultados, día tras día. El robusto entrenador de los Green Bay Packers, Vince Lombardi, lo dijo con claridad: “No necesariamente tengo que apreciar a mis jugadores y compañeros, pero como su líder, debo amarlos. El amor es lealtad, el amor es trabajo en equipo, el amor respeta la dignidad del individuo. Esta es la fuerza de cualquier organización”. En la práctica, el amor del liderazgo se traduce en superar obstáculos para el equipo, invertir en su crecimiento, promover su éxito y tratarlos con dignidad. El amor es la máxima ventaja competitiva del liderazgo.

En resumen: la vieja canción de Gallup puede seguir sonando durante otra década, pero los líderes dispuestos a enfrentar estas verdades y vivirlas finalmente ayudarán a sus equipos y organizaciones a tocar una nueva melodía.

—Marcel Schwantes


Este artículo apareció originalmente en la publicación hermana de Fast Company, Inc.

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