
Cada año, nuevos trucos de productividad prometen salvarnos del agotamiento, la ineficiencia y la desconexión en el trabajo. Reorganizamos calendarios, coloreamos listas de tareas e instalamos aplicaciones que registran pulsaciones de teclas y horas. Y, sin embargo, a pesar de los trucos, los empleados están exhaustos, desconectados y estancados creativamente.
¿Y si el problema no es que necesitamos más herramientas de productividad, sino que necesitamos más juegos?
No es una metáfora. Me refiero a jugar. El tipo de juego abierto, imaginativo y sin preocupaciones por los resultados. En mis décadas como diseñador de juegos y educador, he visto a ejecutivos, ingenieros y diseñadores de empresas como Google, Nike y Lego iluminarse cuando se les da permiso para jugar de nuevo. No porque de repente “aprendan” a ser creativos, sino porque recuerdan que ya lo son.
Jugar como permiso, no como rendimiento
Los juegos no son lo opuesto al trabajo; son el antídoto contra el agotamiento. El juego libre —espontáneo, no jerárquico y sin resultados— nos exige aceptar las posibilidades, liberarnos del juicio y replantearnos el éxito. Esos tres elementos son precisamente lo que les falta a los equipos actuales.
Cuando dirijo talleres, no les doy otro marco estratégico ni les pido que hagan una lluvia de ideas. Les doy tablas Rigamajig o un montón de cartón y les digo: “Crea algo”. Eso es todo. Sin reglas ni rúbricas. Al principio, la gente se inquieta y espera el “punto clave”; luego se relaja, ríe, colabora sin títulos ni jerarquías e inventa.
Lo que realmente les he dado no es un juguete, sino permiso para dejar de actuar con profesionalismo y volver a jugar.
Me considero un entrenador de juego. Como un entrenador deportivo, ayudo a las personas a desaprender la rigidez de la edad adulta, la creencia de que el juego es frívolo, y a reeducar su instinto de experimentación. La diferencia es que jugar no se trata de ganar. Se trata de redescubrir la curiosidad.
Por qué los trucos contra el agotamiento fracasan pero los juegos funcionan
Los trucos de productividad se centran en controlar el proceso y el resultado: correos electrónicos más eficientes, horarios más ajustados y un éxito medible. Pero los resultados no son la única razón por la que trabajamos, y controlar el proceso suele acabar con la alegría del trabajo. El juego exige lo opuesto al control: soltar.
Piensen en lo que sucede en mis sesiones. Al principio, la gente compara credenciales y cuestiona cada movimiento. Luego empiezan a experimentar. Pronto se ríen demasiado como para juzgarse mutuamente. Algunos incluso se quitan la chaqueta y los zapatos. El cambio es inconfundible: pasan del rendimiento a la presencia.
El juego también es radicalmente igualitario. En una sala donde el director ejecutivo y un becario construyen artilugios extravagantes con tablas de madera, la jerarquía se desvanece. Todos están invitados a contribuir, no por la eficiencia, sino por la diversidad de talentos que revela el juego. Ese efecto nivelador fomenta la seguridad psicológica que, según las investigaciones, es esencial para la innovación.
Mentalidad lúdica
A partir de mi investigación y práctica, he descubierto que los equipos de adultos prosperan cuando adoptan lo que llamo la Mentalidad Lúdica:
- Abraza las posibilidades. Pregúntate “¿qué pasaría si…?” y trata el lugar de trabajo como un parque de aventuras.
- Libérate de los juicios. Deja de preocuparte por parecer ridículo o perder el tiempo. El juego es una zona libre de juicios donde las ideas raras no son vergonzosas, sino esenciales.
- Replantea el éxito. En los juegos, el éxito no se trata de alcanzar una métrica, sino de la experiencia en sí. La diversión es el objetivo. Y, paradójicamente, esa libertad a menudo produce las mismas innovaciones que los equipos persiguen con sus trucos.
Sé tu propio entrenador de juegos
La buena noticia: no necesitas un facilitador externo para empezar. Puedes convertirte en tu propio entrenador de juegos. Empieza poco a poco. Convierte la próxima reunión de equipo en una sesión de experimentación con material de oficina al azar. Recorre el largo camino hasta el almuerzo y conviértelo en un juego. Incluye una actividad sin resultados.
Jugar no te pide que dejes de trabajar, sino que trabajes de forma diferente. Invita a los equipos a reconectarse como seres humanos, a experimentar sin miedo y a redescubrir la alegría que impulsa la verdadera creatividad.
Si buscas una mejor colaboración, una mayor resiliencia y una innovación más auténtica, no descargues otra aplicación de productividad. Contrata o conviértete en un coach de juego. Porque tu equipo no necesita otro truco. Necesita jugar.