
Hannah Alsark dice que los principales clientes de Adobe —los propietarios de algunas de las marcas y propiedad intelectual más protegidas y valiosas del mundo— tenían un mensaje claro para la empresa con respecto a Firefly, su motor de inteligencia artificial (IA) generativa: querían más y querían algo mejor.
“Nos dijeron que realmente necesitaban modelos que entendieran todos sus productos, todas sus marcas, su dirección creativa”, dice Alsark, vicepresidente de nuevos negocios de GenAI en Adobe. “Tienen personajes, tienen estilos de movimiento particulares, y necesitaban que los capacitáramos en eso”.
Firefly, que utiliza indicaciones para crear recursos en todas las aplicaciones vectoriales, de mapa de bits y de movimiento de Adobe, no pudo lograrlo porque no comprende las marcas a nivel de propiedad intelectual. “Lo consideramos una característica, no un error”, me comenta Alsark. Firefly es un motor genérico, pero los principales clientes de Adobe necesitan crear millones de recursos para docenas de plataformas y medios de marketing diferentes, todos ellos conformes a sus propias y estrictas normas de propiedad intelectual y manuales de marca.
Por eso, la empresa ha creado una nueva división de consultoría para empresas de la lista Fortune 2000, con el fin de desarrollar modelos de IA a medida que permitan crear cientos de miles de imágenes, ilustraciones y videos que se ajusten estrictamente a sus directrices creativas y de propiedad intelectual. Su nombre: Adobe AI Foundry.

El problema de los millones de activos
Esta medida surge como respuesta directa a una pesadilla matemática que enfrentan todas las grandes marcas. Alsark la llama el “problema matemático de la combinatoria“. Una empresa con tan solo ocho productos que quiere comercializarlos en 15 canales y 35 idiomas con pocas actualizaciones al año ya está considerando crear medio millón de activos individuales. “Con las redes sociales, sabemos que probablemente estamos haciendo tres actualizaciones a la semana”, explica. “Así que las cifras reales son de millones y millones”.
Antes, esa escala era simplemente imposible. El tiempo, los presupuestos y los recursos humanos son limitados. “La única solución aquí es una IA responsable”, insiste Alsark. Esta arrolladora demanda de la economía de la atención es precisamente la razón por la que los principales clientes de Adobe —empresas como The Home Depot y Walt Disney Imagineering— acudieron a ellos. Necesitaban una solución a escala industrial, pero que respetara su activo más valioso: su propiedad intelectual.
El modelo público Firefly de Adobe fue un comienzo, pero fue diseñado para ser independiente de la propiedad intelectual. Si bien las marcas aplaudieron este enfoque de seguridad, necesitaban una IA que pudiera aprender de su mundo: sus personajes, sus paletas de colores, su estética única. Los “Modelos Personalizados” de autoservicio del año pasado fueron un paso en esa dirección, permitiendo a las empresas entrenar la IA con un solo concepto, como un estilo o una forma específicos. Pero los clientes querían más. Querían todo el reino, no solo un castillo.

Una asociación de IA a medida
Adobe AI Foundry no es un software que se compra listo para usar: es una colaboración estrecha y consultiva que se asemeja más a contratar una división boutique de expertos en IA de Accenture o IBM que a licenciar una herramienta. Adobe se dirige a las empresas de la lista Fortune 2000, una base de clientes donde ya tiene una sólida presencia gracias a su Creative Cloud y sus suites de software de marketing.
“De hecho, se obtiene un equipo de expertos asignados de Adobe”, afirma Alsark, y menciona “científicos aplicados, ingenieros y expertos en flujos de trabajo creativos”. Estos equipos trabajan directamente con el cliente para construir un modelo de IA generativa único desde cero, entrenado exclusivamente con los datos y activos privados de la empresa.
El proceso es intensivo y puede tardar un par de meses solo para obtener los primeros resultados. Comienza con el descubrimiento de casos de uso, donde el equipo de Adobe identifica el problema principal del negocio, ya sea la creación de campañas publicitarias de temporada para un minorista como Amazon Fresh o la generación de variaciones ilimitadas de una imagen destacada para una marca de belleza como MAC.
Luego viene el trabajo pesado. Los ingenieros de Adobe reabren quirúrgicamente sus modelos básicos de Firefly para reentrenarlos con la propiedad intelectual del cliente, un proceso que involucra miles de millones de parámetros. Tras meses de entrenamiento, incontables ciclos de GPU y vatios consumidos, el modelo final hereda todo el conocimiento del motor base de Firefly, pero se sobreadapta para que hable el lenguaje de marca del cliente con fluidez y exclusividad. El resultado está protegido; pertenece al cliente y nunca se mezclará con los datos de otra empresa.
El factor confianza
Toda la propuesta se basa en dos aspectos que Adobe cree que solo ella puede ofrecer a esta escala: seguridad comercial e integración fluida. La compañía ha tenido cuidado de construir sus modelos fundamentales con datos licenciados de Adobe Stock, protegiendo a sus clientes de las pesadillas de derechos de autor que han afectado a otros modelos de IA. Foundry amplía esta protección creando una bóveda segura para la propiedad intelectual de cada marca.
Este enfoque en la seguridad y su presencia empresarial actual constituyen la ventaja estratégica de Adobe frente a competidores como Canva, que también se está expandiendo agresivamente al mercado corporativo. Cuando menciono la competencia, Alsark no parece preocupada. Afirma que los clientes acudieron a Adobe después de experimentar con todo tipo de empresas, desde startups hasta hiperescaladores, porque confían en que Adobe comprende todo el panorama creativo.
“Ya conocen a fondo nuestras herramientas creativas. Formamos parte de su plataforma de marketing y somos de nivel empresarial”, afirma. La posibilidad de integrar un modelo de IA personalizado y con reconocimiento de marca directamente en los flujos de trabajo de Photoshop, Illustrator y After Effects que ya utilizan los equipos creativos de una empresa es una ventaja fundamental. Molly Battin, directora de marketing de The Home Depot, uno de los primeros clientes de Foundry, lo describe como “un gran paso adelante en la adopción de tecnologías de vanguardia para profundizar la interacción con el cliente”.
Algo diferente
Para un veterano como yo, cansado de ver a Silicon Valley prometiendo revoluciones cada dos semanas, esto es diferente. El furor inicial de la IA, como lo llamé en mi charla con Alsark, todavía se centra en herramientas de cara al público que parecían juguetes creativos. Para la mayoría de nosotros, al menos. Adobe AI Foundry representa la siguiente fase, mucho más seria: la IA se está convirtiendo en un arma a medida y de grado industrial para las marcas más importantes del mundo.
Ya no se trata de una sola persona creando una imagen alocada o ayudando con un obstáculo creativo; se trata de una corporación generando un millón de activos de marca antes de la hora de la comida. Es menos una moda pasajera y más una toma de control corporativa, silenciosa y brutalmente eficiente, del proceso creativo.