Al principio de mi carrera (la de Chantal), mi jefe directo, Scott, compartió algo en mi informe anual que jamás olvidaré. Mi humor sarcástico incomodaba a algunas personas en mi equipo. Me recomendó que “bajara un poco el tono”.
Me sentí avergonzada y a la defensiva. Desde joven, siempre recurrí al humor para conectar y demostrar mi destreza mental. La retroalimentación me hizo cuestionar lo que pensaba. ¿Esta habilidad, que yo creía que era un superpoder, en realidad era una desventaja? La conversación me desconcertó y no supe qué hacer con la retroalimentación.
Con frecuencia, los trabajadores que inician su carrera profesional se incorporan al mercado laboral y reciben retroalimentación técnica de sus gerentes: corrige el código de esta manera, usa esta herramienta para una reunión de seguimiento, haz una secuencia de diapositivas como esta para una presentación.
Este tipo de retroalimentación es útil. Sin embargo, con frecuencia, los jefes se muestran reacios a compartir retroalimentación conductual (como la que me dio Scott). Les preocupa que parezca demasiado subjetiva y, por lo tanto, inválida u ofensiva para quien la recibe. Estas son preocupaciones razonables, pero lamentablemente, la percepción puede afectar el progreso de tu carrera. Puede ser incómodo (e injusto) recibir este tipo de retroalimentación, pero en realidad puedes usarla a tu favor.
Si tienes la suerte de contar con un jefe que te ofrezca retroalimentación conductual, aquí te explicamos cómo pasar de un estado de nerviosismo, donde bloqueas la productividad, a una actitud donde puedas expresar una respuesta asertiva. De esta manera, puedes aprovechar la retroalimentación y crecer profesionalmente.
Mantente abierto (no a la defensiva)
Como humanos, estamos programados para protegernos del peligro. Las investigaciones demuestran que la retroalimentación activa es la respuesta cerebral ante las amenazas. Por eso es difícil aceptarla.
Para resistir una reacción de lucha, huida o incomodidad, empieza por ser comprensivo contigo mismo. Como seres humanos, todos tenemos puntos ciegos. Eso no significa que no seamos suficientes o hábiles tal como somos. Recuerda que cada comentario refleja la perspectiva de una persona, no un hecho. Podemos mantener los comentarios a distancia, examinarlos y decidir si aceptarlos contribuyen a nuestro desarrollo profesional. Cuando tenemos la capacidad de elegir, podemos ser curiosos y aplicar ese feedback y el resultado es crecimiento.
Practica la gratitud
Dar las gracias libera dopamina y contribuye al bienestar general. Es un gran antídoto contra el miedo a no ser lo suficientemente bueno, que experimentamos al recibir comentarios difíciles. Tómate un momento para apreciar la consideración de la persona que intenta ayudarte a desarrollarte y agradécele explícitamente. Podría sonar como: “Me imagino que compartir esos comentarios fue difícil y te agradezco mucho que lo hayas hecho. Es importante que comprenda cómo me perciben los demás. Gracias”.
Haz preguntas de seguimiento
Evita pedirle al responsable de la retroalimentación que te dé ejemplos para “probar” su punto. Recuerda que no se trata de un juicio ni de un litigio: la retroalimentación es una oportunidad para aprender, no una confrontación. En lugar de eso, enfócate en su experiencia contigo y haz preguntas de seguimiento que fomenten la reflexión, como: “¿Cómo me afectó esto?”, “¿Qué más crees que debería aprender?” o “¿Qué consejo me darías?”.
Resiste a cambiar tu comportamiento por completo
Cuando recibimos comentarios difíciles, puede ser tentador reaccionar haciendo exactamente lo opuesto a lo que hacíamos de forma tajante. Sin embargo, la retroalimentación crítica normalmente apunta a un exceso de una cualidad positiva, no a un defecto que haya que erradicar.
Por ejemplo, Izzy, una clienta, siempre irradiaba optimismo. Veía lo mejor en sus colegas y en las oportunidades, y era común que dijera: “¡No te preocupes, todo saldrá bien!” o “Claro, es posible, no hay problema”. Con el tiempo, esa positividad constante empezó a afectar su reputación. Algunos la veían ingenua y con falta de pensamiento crítico.
Al recibir estos comentarios, Izzy se sintió cohibida y trató de cambiar radicalmente su comportamiento. Quiso demostrar que podía ser más firme. “Parece que siempre debería ser la abogada del diablo”, contó. Pero ese cambio drástico generó otros problemas. Sus colegas la percibieron como demasiado negativa o poco auténtica.
En lugar de eso, trabajamos juntos para que Izzy ajustara su optimismo con un juicio más crítico, complementando su capacidad de ver posibilidades sin perder autenticidad.
La lección: cuando recibas comentarios duros, identifica los comportamientos específicos que podrían exagerarse. Y en lugar de dar un giro de 180 grados, ajusta solo 20 grados. Ese pequeño cambio puede marcar la diferencia sin comprometer tu esencia.
Hacer pequeños ajustes
¿Cómo puedes ajustar 20 grados? Prueba tener nuevos hábitos. Haz pequeños experimentos que sean fáciles y hasta divertidos, de modo que resulten atractivos. No tienen por qué intimidarte.
Por ejemplo, mi cliente Drew recibió comentarios de que “explicaba demasiado y daba la impresión de saberlo todo en las reuniones”. Para cambiar esto, decidió hacer un experimento durante una semana: cada vez que alguien participaba, primero afirmaba la idea de esa persona y hacía una pregunta curiosa antes de compartir su propia opinión. Algo así como: “Lisa, veo que eso podría ayudar a avanzar. ¿A quién más crees que podríamos involucrar para que suceda?”.
Al final de la semana, Drew reflexionó sobre cómo fue, qué aprendió y qué quería repetir o ajustar la semana siguiente. Este tipo de experimentación le permitió crecer de manera gradual y generar cambios significativos en la forma en que los demás lo percibían.
La importancia de la retroalimentación
Todos necesitamos retroalimentación para perfeccionar y desarrollar nuestras habilidades. En mi caso (Chantal), comencé a ponerle más atención a mi personalidad y a cómo mi humor impactaba a mis compañeros. Estaba al tanto de cuándo mi sarcasmo excesivo afectaba la seguridad psicológica de mi equipo o daba una impresión menos profesional.
La retroalimentación de Scott me permitió usar mi superpoder con mayor destreza y desenvolverme con eficacia en el complejo mundo profesional.
En definitiva, todos debemos saber si nuestra personalidad y humor no funcionan con la cultura, si nuestra comunicación es demasiado directa o si nuestra empatía se excede. Cuando tenemos la valentía de escuchar cómo nos perciben los demás y estamos dispuestos a ajustar nuestro comportamiento, podemos generar un mayor impacto tanto en nuestra carrera como en nuestra vida.
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