Las editoriales más populares están abriendo la puerta a la inteligencia artificial generativa, pero los escritores no están de acuerdo con los términos de los contratos. Y tienen razón.
A medida que la inteligencia artificial (IA) generativa avanza rápido, el sector editorial está comenzando a explorar una nueva fuente de ingresos: permitir que sus libros alimenten los modelos de IA que impulsan la creación de contenidos. En este contexto, la editorial estadounidense HarperCollins se convirtió en uno de los primeros gigantes en firmar acuerdos con empresas tecnológicas para que sus títulos sean utilizados en el entrenamiento de modelos de lenguaje de IA. Sin embargo, este paso está generando controversia entre los escritores, quienes cuestionan si los términos de estos contratos son justos.
La IA es un Pac-Man de libros y ese es su negocio
En un esfuerzo por expandir el negocio de los derechos de autor, HarperCollins propuso a varios de sus autores un contrato con una empresa tecnológica, cuya identidad se mantiene en anonimato, para que sus libros sean utilizados en el entrenamiento de un modelo de IA generativa. Según un correo electrónico filtrado y consultado por AFP, la empresa ofrece a los autores 2.500 dólares por cada libro seleccionado, con un acuerdo que permitiría a la IA usar el contenido durante tres años para mejorar su capacidad de generar textos.
La propuesta les encanta a las empresa, ya que actualmente las empresas de tecnología necesitan de datos para crear contenido automáticamente y los modelos de IA requieren enormes cantidades de material que les sirvan de “alimento”. Estos acuerdos se están convirtiendo en una práctica cada vez más común, ya que las compañías de IA buscan mejorar sus sistemas para producir desde artículos de noticias hasta literatura, pasando por guiones y otros tipos de contenido.
HarperCollins confirmó que había cerrado el acuerdo, aclarando que se trata de una “autorización limitada” para usar ciertos títulos y que, en todo momento, se respetan los derechos de autor. Sin embargo, este tipo de acuerdo plantea preguntas sobre el valor de las obras intelectuales y estamos en una realidad donde los derechos de autor podrían esfumarse frente a la demanda para entrenar modelos de IA.
Los autores podrían sufrir de explotación pronto
La reacción en la comunidad literaria es mixta. Autores como Daniel Kibblesmith, conocido escritor estadounidense, expresó su desacuerdo rotundo con los términos propuestos. En sus redes sociales, Kibblesmith compartió con sarcasmo su disposición a aceptar un acuerdo solo si la cantidad ofrecida fuera de mil millones de dólares, bromeando que solo lo haría si la compensación fuera lo suficientemente atractiva como para no tener que trabajar más.
Este tipo de acuerdos se presenta como un paso en la monetización del contenido literario en un mundo cada vez más digital, pero los escritores y muchos críticos de la industria temen que los contratos sean desiguales y no ofrezcan una compensación justa por el uso de sus obras en proyectos que generarán enormes ganancias para las empresas tecnológicas. La ironía, apuntan algunos, es que la IA generativa se alimenta de estos textos, pero los autores no siempre tienen voz en cómo se usa su trabajo ni en la negociación de los términos.
Los derechos de autor están en juego
Este acuerdo con HarperCollins no es el único de su tipo. La editorial Wiley, especializada en libros académicos y profesionales, también dio acceso a su contenido para el entrenamiento de IA, firmando un acuerdo de 23 millones de dólares con una gran empresa tecnológica. Sin embargo, el uso de obras protegidas por derechos de autor para entrenar modelos de IA genera una creciente preocupación sobre las posibles violaciones a los derechos de los autores y las editoriales, especialmente si estos modelos son utilizados para crear contenido que podría competir con el trabajo original.
En este sentido, Giada Pistilli, directora de ética en la plataforma de IA Hugging Face, dijo que, aunque el acuerdo de HarperCollins puede verse como un avance en la monetización del contenido, es esencial que se abra un diálogo más amplio sobre cómo estos acuerdos afectan a los autores y otras partes involucradas. “Lo que veremos serán acuerdos bilaterales entre empresas tecnológicas y editoriales, pero necesitamos un marco de discusión más inclusivo que involucre a todas las partes”, comentó Pistilli.
Es necesario adaptarse a la realidad del futuro
La industria editorial no es la única que se enfrenta a estos dilemas. A finales de 2023, el diario The New York Times demandó a OpenAI, el creador de ChatGPT y a su principal inversor, Microsoft, por supuestas violaciones a los derechos de autor. Otros medios, sin embargo, optaron por firmar acuerdos con OpenAI. Esto revela la forma en que se aborda este problema.
Algunos en la industria defienden estos acuerdos como una forma de adaptarse a estos tiempos, mientras que otros argumentan que las empresas tecnológicas deben asumir la responsabilidad de negociar de manera justa con los titulares de los derechos. Julien Chouraqui, director jurídico del sindicato de editores francés SNE, comentó que el hecho de que se lleguen a acuerdos de este tipo representa un avance en el diálogo, pero subraya la necesidad de asegurar que todos los actores del sector estén representados en las negociaciones.
Mientras las empresas de tecnología se quedan sin material suficiente para alimentar sus modelos, las editoriales y los creadores de contenido se encuentran en una encrucijada: ¿deberían seguir cediendo sus derechos a cambio de un pago único o crear un nuevo marco de colaboración que garantice una distribución más equitativa de los beneficios generados por la IA?
La calidad de los datos y lo que sigue para el mercado de la IA
La calidad de los datos que alimentan la IA también es un tema central en la discusiñon entre las editoriales. Chouraqui señaló que uno de los problemas más grandes de entrenar modelos de IA con datos recopilados de manera indiscriminada de internet es que muchos de estos datos pueden ser de baja calidad o incluso ilegales, lo que aumenta el riesgo de que se violen derechos de autor. Para que el mercado de la IA evolucione de manera ética y sostenible, es fundamental que todas las partes, desde los creadores de contenido hasta las empresas tecnológicas, participen intencionalmente en la creación de un marco de regulación adecuado.
A medida que las editoriales y las empresas tecnológicas buscan maneras de aprovechar la inteligencia artificial generativa, el sector editorial se encuentra ante un dilema ético y económico importante. Aunque la IA puede mejorar la creación de contenido y acelerar la innovación, es esencial que los derechos de los autores y las reglas de propiedad intelectual se mantengan protegidos. El futuro de la industria dependerá de cómo se maneje este equilibrio entre la tecnología y los derechos humanos.