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Cómo liderar cuando no puedes ver el futuro

¿La clave? Pasar de un enfoque de «predecir-planificar-actuar» a uno de «detener-percibir-adaptar».

Cómo liderar cuando no puedes ver el futuro [Foto: Sean Gladwell/Getty Images]

Se elogia al liderazgo por “ver a la vuelta de la esquina” y a los líderes se les dice que “corran hacia donde va el balón”. Pero ¿qué pasa si ni siquiera pueden ver sus propios pies, y mucho menos el balón o una esquina lejana?

La volatilidad e incertidumbre actuales dificultan cualquier visión clara del futuro, y el pronóstico no mejora en el futuro próximo. En una encuesta reciente del Foro Económico Mundial, el 52% de los expertos prevé un horizonte temporal de dos años inestable, el 31% anticipa turbulencias y el 5% prevé tormentas.

Incluso con buen tiempo, definir el rumbo es cada vez más difícil, ya que los líderes se enfrentan a problemas cada vez más complejos sin una solución obvia ni fácil. Cerca del 60% de los ejecutivos de empresas admiten que pierden oportunidades por no tomar decisiones con la suficiente rapidez. Por muy sombrío que sea el panorama, hay una manera de liderazgo incluso sin ver el futuro. Esto requiere abandonar las prácticas habituales y desarrollar una nueva habilidad.

Lo que ya no te sirve

Liderar ha significado desde hace mucho tiempo establecer un destino convincente, planificar la ruta y movilizar a las personas para que se muevan. El conjunto de herramientas clásico —pronosticar, planificar, ejecutar— presupone un futuro predecible. Con la complejidad actual, los pronósticos son meras suposiciones y los planes caducan rápidamente. Los líderes que no abandonen el enfoque de “predecir, planificar y actuar” verán erosionado su impacto, y con él su bienestar.

La razón reside en el cerebro. Cuando la complejidad es alta, intentar predecir con precisión y actuar con decisión sobrecarga la capacidad cognitiva de un líder: el esfuerzo mental necesario para procesar información y elegir. Es la diferencia entre correr por un camino despejado e iluminado y correr sobre hielo oscuro con vientos cruzados: mucho más esfuerzo, mucho menos progreso. Si añadimos la presión del tiempo y las constantes distracciones digitales, la carga cognitiva se dispara aún más.

Cuando la carga cognitiva se mantiene alta, se instala la confusión mental, disminuye la velocidad de decisión, se pierden detalles y se reduce la comprensión del panorama general. En resumen, no eres el líder que pretendes ser. Es hora de trabajar de otra manera.

Conciencia: la cualidad que cambia tu liderazgo

No podemos controlar el ritmo del mundo, pero sí podemos cambiar nuestra forma de afrontarlo. Podemos pasar de un enfoque de “predecir-planificar-actuar” a uno de “detenerse-percibir-adaptarse”. La clave de este enfoque es la consciencia, la capacidad de observar lo que sucede —en uno mismo, en el equipo y en el sistema en general— y tomar decisiones en consecuencia. Con una mayor consciencia, se mejora la percepción de las emociones, los sesgos, las fortalezas y las limitaciones, y se puede interpretar la dinámica del equipo, la organización y el mercado. En lugar de buscar respuestas constantemente, uno se detiene, observa y deja que surjan.

Desafortunadamente, nuestra conciencia suele estar dispersa, influida por prejuicios, miedos y percepciones confusas. Aproximadamente el 45% de nuestros comportamientos cotidianos son habituales —a menudo ajenos a la consciencia—, y nuestro mundo ruidoso y repleto de información la nubla aún más. Sin embargo, existen sólidos argumentos para fomentar la conciencia: en una investigación reciente del Proyecto Potencial, equipos liderados por líderes altamente conscientes reportaron un 78% más de confianza en el liderazgo de la empresa, un 57% más de seguridad psicológica y un 56% más de compromiso con la empresa. 

Para los líderes, dominar tres mentalidades hace que la conciencia sea viable y alcanzable: presencia para anclarnos en el momento, claridad para ver opciones y definir un camino a seguir, y adaptabilidad para recorrer nuevos caminos incluso cuando resulta incómodo.

Tres mentalidades para el momento

1. Presencia: Permanecer en el momento.

La presencia es la capacidad de estar plenamente atentos al momento presente: a nosotros mismos, a las personas que tenemos delante, a la tarea en curso o a lo que sucede a nuestro alrededor. Nuestras investigaciones indican que nos distraemos incluso cuando creemos estar prestando atención, aproximadamente el 37% del tiempo. Pero cuando podemos estar presentes en el momento, en lugar de dejarnos llevar por un millón de pensamientos, todo se calma y es más fácil centrar nuestra atención en lo que importa, no solo en lo que más nos llama la atención.

2. Claridad: Encuentra un camino

La claridad permite superar la incertidumbre y el caos sin intentar resolverlos de inmediato. No implica tener respuestas todo el tiempo, sino una mente despejada. Esta claridad ayuda a distinguir la señal entre el ruido. Se siente como espacio mental tranquilo, no como confusión. Es como retroceder y ver las nubes desde el cielo, no estar atrapado en ellas. Dos tercios de los líderes dicen sentirse sobrecargados por mensajes, correos y reuniones. La claridad ofrece una alternativa útil en medio de esa saturación. Nos permite ver el camino, incluso cuando todo parece cubierto por niebla.

3. Adaptabilidad: Navegar por el camino

La adaptabilidad es la capacidad de cambiar de enfoque a medida que las cosas cambian. Los líderes adaptables aceptan nuevas circunstancias o territorios desconocidos con apertura, en lugar de aferrarse demasiado a rutinas familiares o experiencias pasadas. Los líderes adaptables suelen creer que el cambio es inevitable, natural y una fuente de crecimiento. Con una mentalidad adaptable, los líderes pueden navegar con mayor confianza por nuevos caminos, incluso cuando lo desconocido les resulta difícil.

La unión de la conciencia y la IA

Como observamos con frecuencia, la IA puede analizar grandes cantidades de datos, resumir patrones y detectar señales con mayor rapidez que cualquier equipo. Esto supone una gran ventaja para los líderes. Por ejemplo, la IA puede brindarnos retroalimentación consistente y basada en datos sobre nuestro liderazgo y corregir nuestros puntos débiles respecto a nuestras fortalezas y debilidades. La IA puede sintetizar datos sobre el desempeño de nuestra organización y nuestros empleados, y detectar tendencias, oportunidades y desafíos que podrían haber pasado desapercibidos.

Sin embargo, la IA solo supone una ventaja para un líder si se combina con la concienciación. La concienciación aporta el contexto humano que las máquinas no comprenden: la historia, la dinámica social, los valores y la experiencia vivida de las personas afectadas por las decisiones. También nos mantiene alerta ante sesgos ajenos: suposiciones en los datos o el modelo que, si no se cuestionan, podrían llevarnos a un error. En conjunto, la IA amplía nuestra visión; la concienciación garantiza una interpretación inteligente.

A continuación se presentan algunas formas de comenzar a fortalecer tus habilidades de concienciación, con y sin la ayuda de la tecnología:

  1. No externalices la conexión contigo mismo ni con los demás. Aprovecha los dispositivos que te ayudan a controlar tus niveles de distracción y a monitorizar la variabilidad de la frecuencia cardíaca, el pulso y los niveles de estrés. Estos pueden ayudarnos a estar más presentes con nosotros mismos y a tomar medidas correctivas para estar más presentes con los demás. Sin embargo, depender demasiado de los dispositivos para saber cómo nos sentimos disminuye nuestra capacidad de autoconciencia. De igual manera, usar herramientas para la retroalimentación en un equipo no debería impedirte comprender el entorno, comprender los sentimientos de los demás y conectar.
  2. Despeja tu mente. Hay demasiadas cosas que ya compiten por nuestra atención, y la abundancia de recursos de IA puede resultar abrumadora. Es más difícil practicar la atención plena cuando tenemos la mente llena. El mejor enfoque es una combinación de ambos: usar la IA como filtro y resumidor, por ejemplo, pero vigilando que no se convierta en una fuente de distracción.
  3. Prueba cosas nuevas: Cuando implementamos nuevas rutinas o aprendemos nuevas habilidades, nos volvemos más adaptables, capaces de identificar patrones habituales y romper con ellos. Experimenta con aplicaciones con IA que te ayuden en este proceso de forma divertida y gratificante. Pero no dudes en probar algo muy sencillo, como cepillarte los dientes con la mano no dominante o ir al supermercado de otra manera.

No necesitas un pronóstico perfecto para un buen liderazgo

Cuando la visibilidad es baja, la velocidad —o la acción constante— no es una virtud de liderazgo. Es mejor cambiar la forma de ver y responder. La consciencia amplía el campo de visión y te mantiene orientado hacia lo que hay que hacer, paso a paso con seguridad. Cuando nos detenemos para estar presentes, percibimos las señales con claridad y nos adaptamos con movimientos breves y honestos, demostramos a nuestros equipos que estamos dirigiendo con cuidado.

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