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Cómo la “regla de la hora” puede convertirse en tu arma secreta para el crecimiento

El sorprendente poder de dedicar tiempo a aprender, reflexionar y pensar.

Cómo la “regla de la hora” puede convertirse en tu arma secreta para el crecimiento [Fuente de la foto: RilakkuMaxx/Getty Images]

Cómo empleo mi tiempo durante el día define cómo vivo. Para aprovechar al máximo mis horas de vigilia, practico la “regla de la hora”: un hábito sencillo que me ayuda a aprender, reflexionar y pensar. Me dedico 60 minutos ininterrumpidos al día para intentar ser un poco más sabio que ayer. Tomo las riendas de mi crecimiento para transformar mi manera de pensar, de decidir y de vivir. Requiere compromiso. Pero tan solo una hora al día aprendiendo, pensando y reflexionando me ayuda a mejorar mis procesos vitales. Eso es todo. Sesenta minutos.

Cinco horas a la semana. Y te superas a diario. Eso significa leer algo que te desafíe. Reflexionar sobre qué salió mal y por qué. Sentarte en silencio y dejar volar tu mente a propósito. El resultado es mayor claridad. Menos arrepentimientos en la vida. Y un crecimiento que perdura. Una hora de concentración no solo cambia tu día. Reorienta tu rumbo. Y le da a tu cerebro tiempo para conectar, crear y corregir el rumbo.

Semana de reflexión

En la década de 1990, Bill Gates bautizó su retiro para la reflexión como “semana de reflexión“. Aprovechó siete días de soledad en una cabaña en el bosque para “leer, pensar y escribir sobre el futuro”.

“Esta capacidad de transformar el tiempo libre en reflexión profunda y aprendizaje se convirtió en una parte fundamental de mi ser”, afirmó Gates.

La lógica es atemporal. La constancia supera la intensidad. Una hora al día genera beneficios más rápido de lo que crees. Un libro al mes, doce al año. Doce nuevas perspectivas. Doce maneras diferentes de ver el mundo.

No necesitas alterar tu rutina para aplicar esta regla. No tiene que ser de una sola vez. Puedes aprovechar pequeños ratos durante el día para lograr el mismo impacto. Una hora es suficiente para cambiar tu vida, y lo suficientemente corta como para ser factible. Es el punto ideal entre la ilusión y los resultados prácticos. Puedes aprender algo nuevo, reflexionar sobre lo que salió bien o mal durante el día, o simplemente sentarte a pensar sin el teléfono. Recuperar el tiempo dedicado a aprender, pensar o reflexionar tiene un efecto multiplicador en todas las áreas de tu vida. 

Los tres pilares de la regla de la hora

1. Convierte el aprendizaje en un proceso activo: Alimenta tu mente con algo que merezca la pena reflexionar. Lo que consumes siempre determinará tu resultado. Lo que alimentas tu mente determina cómo decides, cómo hablas y cómo trabajas. Pero no te limites a consumir, ¡participa! Leer diez páginas no sirve de nada si no pones en práctica las ideas.

No te limites a recopilar información, asimílala. Si lees sobre negociación, ponla en práctica con un compañero de trabajo o alguien que pueda darte su opinión. El aprendizaje se consolida cuando se pone en práctica. Experimenta. Aprende de tus errores. Cada vez que amplías tus conocimientos, expandes tus posibilidades.

2. Reflexiona sobre el nuevo conocimiento: Si el aprendizaje es la entrada, la reflexión es el sistema de procesamiento. Es así como transformas la experiencia en sabiduría práctica. “No aprendemos de la experiencia… aprendemos reflexionando sobre ella”, afirma el filósofo y psicólogo John Dewey. Sin reflexión, básicamente das vueltas en círculos. Mucho movimiento, pero sin dirección. “¿Qué funcionó? ¿Y qué no funcionó?”

¿Qué aprendiste de lo que no funciona? Anótalo. Empezarás a ver patrones: hábitos que te frenan, decisiones que te impulsan. Ese es tu ciclo de retroalimentación personal. La reflexión transforma los problemas en claridad. Analiza tu día. ¿Qué podrías haber hecho diferente?

El impacto es mayor a “una hora al día”

3. Reflexiona para transformar el aprendizaje en sabiduría: La mayoría de la gente está demasiado ocupada reaccionando a la vida. Reciclan las mismas opiniones, hábitos e ideas. Pensar es cuestionar tu perspectiva sobre cualquier cosa. Es sentarte a solas con tu mente, conectando ideas que nadie más ve. Es dejar que tus pensamientos divaguen y luego seguir los interesantes. Me gusta hacerlo mientras camino. Algo en el movimiento aclara las ideas. He resuelto más problemas en zapatillas que sentado en mi escritorio. Pensar le da a tu cerebro el espacio para procesar ideas. Y cuando lo hace, te sorprende.

Tu mente empieza a conectar ideas cuando te comprometes con esta regla. Comenzarás a notar patrones en tus propios hábitos, tanto en casa como en el trabajo. Ese hábito de una hora al día puede ayudarte a gestionar mejor los conflictos, a trabajar mejor o a vivir mejor en casa. Pruébalo. Una hora para tu propia transformación. Solo tú, tu curiosidad y 60 minutos de atención plena.

Si lo haces durante el tiempo suficiente, te darás cuenta de que no solo estabas aprendiendo una hora al día, sino reconstruyendo toda tu vida. Una hora diaria de aprendizaje, reflexión y pensamiento puede darte el control de tu vida. Ese es el poder de una hora. Es lo suficientemente breve como para empezar hoy mismo y lo suficientemente importante como para cambiar tu vida. Es la clave para dar un salto adelante.

Author

  • Thomas Oppong

    Thomas Oppong es el escritor y creador del boletín semanal Postanly. Sus ensayos combinan productividad, filosofía, psicología y otras ideas para vivir una vida mejor, más inteligente y plena.

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Sobre el autor

Thomas Oppong es el escritor y creador del boletín semanal Postanly. Sus ensayos combinan productividad, filosofía, psicología y otras ideas para vivir una vida mejor, más inteligente y plena.