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Pocas videollamadas me han hecho sentir tan inseguro como mi charla con Robert Biswas-Diener. Coach ejecutivo y psicólogo, recientemente coescribió un libro sobre “escucha radical”. Como mucha gente, asumía que era un buen oyente, pero ¿y si en realidad lo hacía mal?
Al final de la conversación, mis temores se confirmaron: de la media docena de habilidades que describo, demuestro solo la mitad.
La buena noticia es que todos podemos mejorar y las ventajas parecen ser infinitas.
Al escuchar con más atención a las personas que conocemos, nos convertimos en mejores negociadores, colaboradores y gestores, a la vez que mejoramos nuestra salud mental. “Puede ser un antídoto para muchos problemas”, afirma Biswas-Diener.
Mejores oyentes = mejores en el trabajo
Ser un buen oyente es mucho más que guardar silencio y asentir cortésmente de vez en cuando. Existe una práctica llamada “escucha activa“, y las investigaciones confirman que es una de las habilidades más valiosas de la vida.
Consideremos un estudio de 2024 realizado por Guy Itzchakov, de la Universidad de Haifa —Israel—, y sus colegas. El equipo primero pidió a 1,039 trabajadores de diversos sectores que evaluaran la capacidad de escucha de sus colegasy calificaran afirmaciones como: “Cuando mis colegas me escuchan, realmente quieren escuchar mi punto de vista” y “Me demuestran que entienden lo que digo”.
Durante los cinco días siguientes, descubrieron que estos puntajes predecían el compromiso de cada participante con su organización, su resiliencia emocional después de eventos estresantes y su voluntad de cooperar con otros empleados.
Sentirse escuchado puede ser especialmente importante en tiempos de incertidumbre. Una encuesta realizada por Tiffany Kriz, profesora asociada de Administración y Organizaciones en la Universidad MacEwan de Canadá, por ejemplo, ha demostrado que los jefes con mejores habilidades de escucha son mucho más eficaces a la hora de mitigar la inseguridad laboral tras un despido.
No solo las personas que nos rodean se benefician. Itzchakov ha descubierto que quienes tienen una mejor capacidad de escucha disfrutan de una mejor salud mental gracias a sus vínculos más estrechos con sus compañeros. Por ejemplo, son menos propensos a sufrir agotamiento laboral.
La pregunta es: ¿cómo podemos mejorar los hábitos que siempre hemos dado por sentado? Por eso llamé a Biswas-Diener, cuyo libro sobre el tema, Radical Listening: The Art of True Connection (Escucha Radical: El Arte de la Conexión Verdadera), se publicó a principios de este año.
Tu guía paso a paso para convertirte en un mejor oyente
El primer paso es práctico: eliminar tantas distracciones como sea posible.
Cierra la puerta de tu oficina, pon el celular en silencio, apaga tu laptop… lo que necesites para concentrarte solo en la persona que tienes frente a ti. A nadie le gusta que lo ignoren por ver el teléfono. —Mano arriba: soy culpable de esto—.
Ahora es el momento del trabajo mental, que comienza por establecer tu intención para la conversación: ¿Quieres entretenerte o aprender algo nuevo? “Eso guiará a qué prestas atención”, dice.
Al mismo tiempo, debes identificar las intenciones de tu interlocutor: ¿Busca consejo, apoyo práctico o compasión? Cada uno requerirá una respuesta diferente. Este principio, llamado “adaptación óptima del apoyo”, debería evitar esos momentos incómodos que podrían dar lugar a malentendidos.
Recuerda: parte de ser un buen oyente es saber qué decir de manera apropiada según lo que escuchaste.
En muchas conversaciones, tendrás que gestionar los desacuerdos. Esto significa aumentar tu humildad intelectual para no descartar a la ligera el punto de vista de la otra persona. “No se trata de fingir que vales menos que otra persona, sino de reconocer que tu opinión puede ser limitada y sesgada”, dice Biswas-Diener.
“Y si no te gusta lo que dice la persona, siempre puedes sentir curiosidad”, dice. Escucha, en lugar de buscar pelea.
Las investigaciones psicológicas demuestran que las pequeñas señales de interés genuino en las opiniones de los demás pueden ser increíblemente tranquilizadoras. Disminuyen la posibilidad de conflicto, animan a la otra persona a reconocer sus propias dudas y la hacen más receptiva a tu punto de vista. Esto puede deberse a que las personas tienden a sobreestimar la intención de los demás de cambiar de opinión, y cualquier muestra de apertura mental disipará esos temores. Ser un oyente humilde y activo, y simplemente preguntarle a alguien por qué ha llegado a una opinión determinada, puede reducir sus defensas, lo que potencialmente facilita la comunicación.
Siempre que sea posible, también debes validar las cualidades que admiras. “Quizás no te guste su personalidad, pero siempre puedes reconocer su honestidad, franqueza o reflexión”, dice Biswas-Diener. Escucha con atención para encontrar algo que puedas elogiar.
Finalmente, y quizás de manera más contraintuitiva, Biswas-Diener sugiere escuchar e intervenir activamente en los momentos oportunos. Aunque esto pueda parecer contrario a todas las buenas costumbres, unas cuantas interrupciones eufóricas —”¡Sí!”, “¡Pensaba lo mismo!”, “No lo sabía”— pueden animar la conversación y enfatizar tu interés en lo que dice la otra persona. Por razones similares, puedes terminar la frase por ella.
Incluso una retroalimentación negativa —como interrumpir para explicar que ya has escuchado la historia antes— ofrece prueba de que escuchas, mientras que el silencio paciente puede parecer frío, distante o distraído.
La reacción del orador dependerá de tu ritmo y del tiempo que esperes usar: recuerda equilibrar cualquier interjección con la importancia de escuchar. “Si me apresuro a intervenir, es una interjección completamente aceptable”, dice Biswas-Diener. “El único momento en que no se sienten cómodos es cuando te subes al podio”.
Un cambio de mentalidad completo
He practicado estas habilidades durante las tres semanas desde que hablé por primera vez con Biswas-Diener, y ya he notado algunos de los beneficios.
A pesar de algunas reservas, he sido más valiente al interrumpir a la gente en medio de la conversación, y me sorprendió gratamente ver cómo la energía de la conversación aumentaba como resultado. Cambiar mi manera de escuchar cambió cómo mi interlocutor y yo actuamos durante la conversación, de maneras muy productivas.
Al aclarar mentalmente mis intenciones, he descubierto que las llamadas de trabajo son mucho más eficientes y gratificantes, y al demostrar más curiosidad en puntos de vista alternativos, he descubierto que ahora es mucho más fácil encontrar compromisos exitosos.
Biswas-Diener sugiere que, al igual que nuestros músculos físicos, estas habilidades empáticas deberían desarrollarse con el tiempo.
“Incluso puedes practicarlo mientras escuchas entrevistas de radio y preguntar qué hace bien el entrevistador”.
Esas sutiles señales de humildad, curiosidad y aceptación pronto se te harán mucho más evidentes. Y al emularlos, pronto construirás conexiones sociales más fuertes.
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