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En la era de la inteligencia artificial, demostrar que somos humanos es más urgente que nunca

Con el 50% del tráfico en línea generado por bots y el auge de deepfakes, perfiles falsos y audios manipulados, la confianza digital está en riesgo. Ya no basta con ver para creer.

En la era de la inteligencia artificial, demostrar que somos humanos es más urgente que nunca [Foto: Freepik]

La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una fuerza transformadora. Multiplica nuestras capacidades, automatiza procesos y redefine la manera en que interactuamos con el mundo digital. Pero con cada avance, también se amplifican los desafíos: ¿cómo saber si detrás de una pantalla hay una persona real o un sistema automatizado replicando el comportamiento humano?

En un contexto donde 50% del tráfico en línea proviene de bots —según datos de Imperva—, la duda ya no es marginal, sino central para el futuro de la confianza digital. A esto se suma la proliferación de contenidos generados por IA: deepfakes, audios manipulados, perfiles falsos. Cada vez es más complicado identificar entre el contenido generado por humanos y el generado por IA.

Los datos más recientes lo confirman, de acuerdo con una encuesta realizada por World a 12,500 personas en el país, 6 de cada 10 personas en México han visto una foto o video falso de una figura pública y creyeron que era real. Y aún más revelador, 7 de cada 10 han dudado si están conversando con una persona o con un bot. La consecuencia inmediata es una erosión de la confianza.

Ya no basta con ver una imagen o leer un mensaje para asumir su veracidad o procedencia humana. Desde estafas sentimentales con rostros ficticios de celebridades hasta campañas de desinformación alimentadas por redes automatizadas (bots), el impacto es tangible. Entonces, ¿cómo podemos restablecer la certeza de que estamos interactuando con personas reales en un entorno que facilita la interacción con lo artificial?

Frenar el avance de la tecnología no es la solución, sino desarrollar herramientas pensadas desde el inicio para respetar la privacidad y reconocer que detrás de la pantalla hay personas. En otras palabras, innovación que empodere a la humanidad. Los métodos tradicionales —como los CAPTCHAs — han demostrado ser insuficientes. Las capacidades artificiales hoy en día superan fácilmente estas pruebas. Además, comprometen la experiencia de las personas, ya que a veces, suelen ser confusas y generar fricción.

Frente a este panorama, emergen alternativas que apuestan por una validación de humanidad anónima y segura. World ID, por ejemplo, ofrece una credencial digital que permite confirmar que un individuo es real y único, sin revelar su identidad. A través del Orb —una cámara que genera un código cifrado— se verifica la autenticidad humana sin almacenar imágenes ni datos personales identificables.

La necesidad de este tipo de soluciones es clara: 9 de cada 10 personas encuestadas consideran muy importante saber si del otro lado hay una persona real, y 6 de cada 10 aseguran que confiarían más en una app que les garantice esa certeza. Estos datos reflejan un deseo colectivo de recuperar la confianza en nuestras interacciones digitales.

El internet fue diseñado para conectar personas. Si queremos que esa promesa siga vigente, necesitamos herramientas que restauren la confianza en línea sin sacrificar la privacidad. En la era de la IA, demostrar que somos humanos podría ser el acto más revolucionario.

Miguel Rocha es gerente regional de Tools for Humanity para México y Centroamérica.

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Sobre el autor

Miguel Rocha es gerente regional de Tools for Humanity para México y Centroamérica.

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